PDF - 1.1 MB
Calendario 2017

Las especies exóticas invasoras suponen una amenaza para nuestra biodiversidad, por los impactos que causan sobre las especies nativas por depredación, competencia, hibridación, introducción de enfermedades y parásitos, etc. También ocasionan importantes daños económicos y de salud pública. El grave impacto socioeconómico producido por la proliferación de estas especies se refleja, por ejemplo, en los costes de intentar su control en el Estado español: en tan sólo una década han superado los 50 millones de euros. En cuanto a la salud pública, algunas especies como el mosquito tigre o el mapache pueden transmitir graves enfermedades al ser humano.

Se trata, por tanto, de un problema global de primer nivel, de muy difícil resolución en muchos casos, siendo de especial gravedad en las islas y en los ecosistemas dulceacuícolas, donde su impacto en muchas ocasiones se hace irreversible si no se actúa a tiempo. Por ello, es imprescindible prevenir su introducción y frenar su expansión, que debe constituir una prioridad para las diferentes administraciones públicas y entidades responsables y comprometidas con el medio ambiente.

Se calcula que en Europa existen más de 12 000 especies exóticas, de las cuales en torno a un 10-15 % son invasoras. A priori podría parecer un tema menor pero las especies exóticas invasoras cuestan cada año más de 12.000 millones de euros a la UE.

La introducción de especies alóctonas incumple las normativas regionales, nacionales, europeas y mundiales, desarrolladas para prevenir los efectos negativos, incontrolados y en muchas ocasiones desconocidos, sobre la diversidad biológica nativa. Por ello, ante cualquier tipo de solicitud de gestión de especies exóticas se deberá aplicar el principio de precaución en el que se inspira la normativa, denegando cualquier tipo de autorización, especialmente con fines cinegéticos o de pesca deportiva.

El presente calendario es una pequeña muestra de los centenares de especies introducidas como el arruí, un bóvido que procedente del norte de África se introdujo en 1970. La cotorra argentina o la de Kramer que llegaron como mascotas, están proliferando sin control y desplazando a otras especies.

Pero es sin duda entre los peces, por la propia fragilidad de los ecosistemas fluviales y debido a la perniciosa costumbre de introducir especies para la pesca deportiva donde el problema se ha reflejado con mayor incidencia. Se estima que el 30 % de nuestra fauna piscícola dulceacuícola corresponde a especies invasoras como la perca americana. Y la situación no es mejor en aguas salinas: al menos 110 especies importadas conviven con unas 530 autóctonas en el Mediterráneo, alguna de ellas muy peligrosas como el pez león.

También aparecen ejemplos entre reptiles y anfibios, siendo el más conocido el de la tortuga de Florida, uno de los animales de compañía más vendidos en Europa. Entre los invertebrados, el color rojo parece dominante de las especies invasoras, al cangrejo americano se le une el picudo que está causando estragos en nuestros palmerales.

Pero tal vez sea el reino vegetal donde a invasión biológica es más evidente y costosa de controlar, así el camalote o jacinto de agua en la Cuenca del Guadiana, supera ya los 20 millones de euros. Las numerosas áreas ajardinadas de viviendas unipersonales y urbanizaciones donde se cultivan todo tipo de plantas exóticas con fines puramente ornamentales han sido un vector para la expansión de especies invasoras, son el caso de los plumeros, ailantos y muchas otras. En el mar las algas, como la Asparagopsis taxiformis, se han ido extendiendo modificando radicalmente las praderas submarinas.

La primera medida es conocer e identificar cuanto antes al potencial invasor y así poder tomar medidas para evitar que nuestras especies autóctonas como el cangrejo de río, la trucha común, el visón europeo, la malvasía cabeciblanca, el turón o los galápagos europeo y leproso… no desaparezcan para siempre.