A raíz del desgraciado incidente en Aspa (Lleida), Ecologistas en Acción reclama una profunda revisión de la legislación de caza, para proteger las personas y mejorar la conservación de la naturaleza.

Ante los graves hechos sucedidos esta mañana en que un cazador ha matado de sendos disparos a dos agentes rurales después de una discusión a una área privada de caza, queremos hacer constar que:

1. Ecologistas en Acción lamenta profundamente la pérdida de los dos miembros de los Agentes Rurales, y traslada el pésame a sus familias, compañeros y amigos.

Se trata del único cuerpo de seguridad de Cataluña con competencias específicas en vigilancia y policía del medio natural y, como tal, es una unidad imprescindible que hay que reconocer y potenciar, pero a menudo no tiene este reconocimiento político y social. Hay que estudiar como aumentar su eficacia, el número de efectivos y sus funciones para que sea todavía más el cuerpo de vigilancia y control de la conservación de la naturaleza que Cataluña necesita.

2. Somos conscientes y destacamos que se trata de un incidente aislado, en el sentido que todos los indicios apuntan a un doble asesinato u homicidio doloso y que, en cualquier caso es la justicia quién tendrá que dirimir cualquier culpa y responsabilidad. No se puede atribuir de ninguna forma la actitud de un individuo a todo un colectivo (en este caso, los cazadores).

3. Consideramos muy oportuno hacer una reflexión sobre la caza y las armas, en un contexto en que el Gobierno de la Generalitat ha anunciado que estudia redactar una nueva Ley de Caza para «proteger esta actividad de interés social».

No podemos olvidar que en la caza se usan escopetas, que son herramientas creadas para matar. Esta evidencia a menudo pasa inadvertida, pues las miles de víctimas de esta actividad son animales no humanos, pero se nos hace más evidente cuando las víctimas son personas humanas, como en este caso. Conviene no olvidar que se trata de una actividad violenta que provoca sufrimiento en centenares de miles de animales cada año y que, por su propia naturaleza peligrosa, también provoca decenas de víctimas humanas cada año, ya sea entre los propios cazadores o con otros usuarios de la naturaleza. Nos preguntamos cómo es posible que Cataluña haya prohibido los toros para ser una muestra de crueldad gratuita innecesaria y, en cambio, se quiera «reconocer y proteger» la violencia ejercida por la caza.

4. Hay que establecer medidas para evitar que las personas que pueden no ser aptas para usar un arma accedan a las mismas, generando un peligro hacia la sociedad, y restringir las actividades de caza a aquellos lugares y ocasiones en que realmente sea una actividad necesaria. En este sentido, hay que establecer requisitos más estrictos para obtener la licencia de armas, y un control mucho más esmerado de las personas que salen a cazar. Resulta sorprendente, por ejemplo, que los conductores que cada día se desplazan a sus puestos de trabajo puedan ser sometidos a controles de alcoholemia por la posibilidad de ocasionar daño a terceras personas mientras que un colectivo, que sale a disparar con armas hechas para matar, no sean sometidos a estrictos controles de alcoholemia.

5. Hoy en día, la caza es una actividad muy alejada de lo que fue en el pasado, cuando era una forma de conseguir alimento, proteína animal, escasa en la dieta de siglos anteriores, y que se practicaba de una manera mucho más racional que en la actualidad, pues se ajustaba a las posibilidades del entorno natural. Hoy, la caza ha pasado mayoritariamente a ser una actividad «lúdico-deportiva» (hay excepciones: personas que realmente sólo cazan para alimentarse y no como diversión). Hasta tal punto llega el actual modelo que la propia administración incluye la caza como deporte, y la Federación de caza se considera una federación deportiva y está bajo el paraguas de la Secretaría General del Deporte.

6. La justificación que el colectivo de los cazadores, con el apoyo, a menudo, que la Generalitat les brinda, para mantener la actividad de la caza es que se trata de una manera de mantener el equilibrio ecológico de los ecosistemas, o bien que es una actividad tradicional fuertemente arraigada.

En relación al segundo argumento, poco hay que decir pues esta no puede ser la justificación para ninguna actividad si la sociedad evoluciona y la considera ética o democráticamente inaceptable, como sucedido con otras muchas «tradiciones» hoy totalmente anacrónicas.

En cuanto al papel ecológico de los cazadores deportivos, consideramos que de ninguna forma se puede concebir en una sociedad moderna que el «equilibrio» se tenga que lograr en base a disparos de escopeta. Una sociedad madura que cuenta con el conocimiento científico y quiere lograr un nivel de sostenibilidad tiene que tender a adoptar medidas de gestión del entorno natural que requieran la mínima intervención humana posible y que tiendan a recuperar los equilibrios ecológicos naturales. Esto pasa por dejar de fragmentar y agredir el territorio (nuevas carreteras, urbanizaciones, etc.), reducir la presión antrópica sobre los ecosistemas (gestión del uso público de los espacios naturales para reducir el impacto de los visitantes y usuarios), favorecer el auto control de los diferentes niveles de las cadenas tróficas permitiendo que sea la propia fauna quién deprede sobre otras especies de fauna, etc. Unos ecosistemas sanos y equilibrados nos aportan servicios y bienes que generan riqueza.

Es inconcebible que desde determinados sectores se reclame la eliminación de los herbívoros que pueden afectar las explotaciones agrarias (ciervo, corzo, jabalí, conejo, etc.) mientras, simultáneamente, se reclama el exterminio de los depredadores que de forma natural podrían controlar estos mismos herbívoros (águilas, osos o lobos, por ejemplo). Parece que algunos sectores querrían un medio natural sin animales de ningún tipo, pues todos «molestan», y los cazadores se prestan a este juego ofreciéndose como salvadores de las explotaciones agrarias cuando en general, con contadas excepciones, suelen empeorar la situación.

Por todo ello, Ecologistas en Acción considera que el desgraciado suceso de hoy en el Segrià (Lleida) es una oportunidad para reflexionar sobre esta actividad de la que, al contrario de lo que argumentan sus defensores, se sobredimensiona su utilidad social y, en cambio, se minimizan sus impactos negativos. Es el lobby de la caza recreativa e industrial quien a menudo transmite mensajes erróneos o tergiversados, con el interés particular de recibir mayor apoyo legal, económico y mediático por parte de las administraciones, y obtener privilegios frente a derechos sociales consolidados cómo es el goce del medio ambiente saludable y la conservación de la biodiversidad. Por eso, reclamamos una nueva Ley de Caza que establezca restricciones en el acceso a las armas, que saque esta actividad de la categoría de «deporte» y la situé como la actividad peligrosa que es, que defina los controles y supervisión necesarios.