La contaminación por ozono troposférico u «ozono malo» es una gran desconocida para muchas personas, pero causa cada año 17.000 muertes prematuras en Europa, 1.800 de ellas en España, más que los accidentes de tráfico. Dos terceras partes de los cultivos y buena parte de nuestros bosques y espacios naturales soportan niveles de ozono que dañan la vegetación.

Este contaminante, que no sale de los tubos de escape, ni de las chimeneas, afecta más a las zonas periurbanas que al centro de las ciudades, especialmente en las tardes soleadas de la primavera y el verano, cuando las elevadas temperaturas activan la formación y acumulación de ozono en niveles
peligrosos para la salud, a partir de los contaminantes emitidos por el tráfico urbano e interurbano y algunas industrias, conocidos por ello como «precursores».

La aglomeración de Valladolid, constituida por la capital y los municipios de Arroyo, La Cistérniga, Fuensaldaña. Laguna de Duero, Renedo, Santovenia de Pisuerga y Zaratán, es una de las cuarenta zonas en España donde durante los últimos tres años se ha superado el objetivo legal para la protección de la salud humana, afectando a sus 370.000 habitantes.

Por ello, con el apoyo del Ayuntamiento de Valladolid, Ecologistas en Acción ha iniciado una campaña de información a la población sobre el ozono troposférico, que durante la primavera y el verano de 2017 contempla entre otras acciones: una exposición divulgativa itinerante y actividades informativas sobre contaminación por ozono que recorrerán varios institutos y los centros cívicos de la ciudad y Laguna de Duero; así como una jornada de sensibilización que se realizará en el inicio de la Semana Europea de la Movilidad, el 15 y 16 de septiembre.

El objetivo de la campaña es divulgar las causas y las consecuencias de este grave problema ambiental, y reducir la exposición a la contaminación especialmente de los grupos más sensibles: niños y niñas, personas mayores, mujeres embarazadas, deportistas y personas con enfermedades respiratorias y cardiovasculares; evitando realizar esfuerzos al aire libre en las horas centrales del día y la caída de la tarde, cuando los niveles de ozono son más elevados.

La exposición ha arrancado la semana pasada en el Instituto de Educación Secundaria (IES) «Galileo», en el barrio de Pajarillos, y durante las próximas semanas visitará los IES «Antonio Tovar», «Pinar de la Rubia», «Ferrari» y «Ramón y Cajal», en la periferia de Valladolid, así como el IES «Las Salinas» en Laguna de Duero, para posteriormente rotar por una decena de centros cívicos municipales hasta la finalización de la campaña el 30 de septiembre.

Una calidad del aire adecuada debe pasar por que la ciudadanía conozca en todo momento el estado del aire que respira, y porque se establezcan planes de acción que reduzcan la polución causada por el ozono. En Valladolid, el Ayuntamiento ha activado la semana pasada el nuevo Plan de Acción en situaciones de alerta por contaminación del aire urbano, ante los elevados niveles de ozono que se encadenaron durante 7 días seguidos, desde el 19 al 25 de abril, en un arranque de la primavera que está resultando especialmente complicado.

De hecho, en lo que llevamos de año, la ciudad y su entorno ya han registrado veinticinco días por encima de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), superando cuatro de ellos el objetivo legal establecido para el ozono troposférico.

Frente a esta preocupante situación, la Junta de Castilla y León sigue negándose a elaborar el preceptivo plan de mejora de la calidad del aire para la aglomeración de Valladolid, con la excusa de que la competencia es del Ministerio de Medio Ambiente, mientras intenta trivializar la repercusión sanitaria del ozono troposférico y tramita proyectos que agravarían la situación.