Nuestras vidas soportan una presión publicitaria, a través de los medios de comunicación, internet y la propia vía pública, que raya el hartazgo. Consagrar las ciudades al consumismo, que destruye el planeta y nos está deshumanizando, es una estrategia escapista, errónea, elitista, antiecológica y poco racional.

El 9 de junio tenía lugar en el centro urbano de Tomelloso la II Gala del Comercio. A partir de las 18 horas y hasta entrada la madrugada, la calle era tomada por expositores y puntos de venta de conocidos establecimientos. Otras actividades programadas fueron un desfile de novias, castillos hinchables y actuaciones musicales. La organización del evento corrió a cargo del Área de Promoción Económica del Ayuntamiento de Tomelloso.

Es comprensible el apoyo institucional al pequeño comercio, una parte del cual es de extracción familiar desde hace varias generaciones. Y más cuando la deslocalización a países lejanos ha arrasado con la producción y la manufactura local. Hay que reconocer la importancia del sector servicios en la empleabilidad, aunque no siempre se cuiden escrupulosamente las condiciones laborales. Impulsar y diversificar el tejido productivo local y, llegado el caso, inyectarle dinero público o conceder beneficios fiscales, con las debidas garantías presupuestarias, legales y transparencia, es un compromiso de los poderes públicos que debe plasmarse en hechos concretos.

Sin embargo, a juicio de Ecologistas en Acción de Ciudad Real, es contraproducente la tendencia, tan en boga en los últimos tiempos, de destinar recursos públicos para convertir la calle en una especie de galería comercial. Lo primero, porque estamos pagando entre todas el lanzamiento de campañas de promoción comercial. Y lo segundo, porque al mercantilizar (todavía más) la calle, reducimos el espacio público a un nicho de intercambio comercial, desposeyéndolo de otro tipo de relaciones alejadas del lucro puro y duro.

Las empresas de Tomelloso disponen de medios y espacios, como la Feria del Stockaje, para publicitarse y vender. Entendemos y respetamos el papel de la Asociación de Empresarios de la Comarca de Tomelloso (AECT) en un momento de incierto futuro para el pequeño comercio, pero censuramos esta apuesta del Ayuntamiento de Tomelloso, que es quien tiene que gestionar el espacio público con criterios de equidad, habitabilidad y neutralidad, no ofreciendo prioridad de uso a ninguna actividad empresarial. Invadir el centro urbano, con el claro propósito de hacer caja, no es la mejor manera de asistir a una población aturdida por el altísimo desempleo, la precariedad laboral, la economía sumergida, los recortes en la educación y sanidad pública, los desahucios o la violencia machista.

Las autoridades locales deberían esforzarse en potenciar otras prácticas, facetas y valores que nos reconcilien con nosotras mismas y con el planeta, poniendo coto al individualismo, la competitividad y el consumismo. La calle es un incomparable laboratorio para empezar a hacerlo, como por ejemplo, albergando mercadillos agroecológicos, de comercio justo, y trueque, organizando actividades culturales y paseos interpretativos de nuestra historia y entorno, etc. Sin olvidar lo más importante; un Plan de Ordenación Urbana que equilibre los diferentes usos y servicios, contenga el crecimiento urbanístico, reduzca la hipermovilidad, aleje la industria contaminante del casco urbano, dificulte la instalación de grandes superficies comerciales, y elimine las incontables barreras arquitectónicas aún visibles.