La demanda de pastos para el ganado marismeño debe satisfacerse ampliando el espacio protegido.

Ecologistas en Acción defiende la necesidad de mantener una cabaña ganadera en Doñana que no supere la carga ganadera establecida pero que a su vez sea uno de los recursos económicos básicos de la comarca.

Sólo la ampliación del espacio protegido mediante la incorporación de zonas de agricultura fallida por falta de agua o por la imprescindible protección del acuífero, tanto en la marisma de Aznalcázar de fincas como Cochinato, Los Garridos, Sarteneja, Huerta Tejada, como en la zona del Abalario en Almonte, permitiría mantener una cabaña ganadera que no sobreexplote los recursos del Espacio Protegido y el desarrollo de la actividad ganadera como uno de los pilares económicos de desarrollo sostenible en la comarca.

De las 150.000 hectáreas de marisma natural originarias, en la que la ganadería era el principal soporte económico, se ha pasado a sólo 30.000 hectáreas en menos de un siglo. Además, éste reducto de marisma tiene como prioridad mantener la biodiversidad silvestre, por lo que la carga ganadera en este área de máxima protección debe limitarse para no provocar impactos indeseables a la flora y la fauna. Sin embargo, hay extensas zonas prácticamente improductivas que limitan con el espacio protegido, que bien podrían incorporarse a éste para mantener una cabaña ganadera mayor que la actual, sin tener que sobreexplotar el Espacio Natural.

Hay que revalorizar el ganado de Doñana, pero para que esto suceda el ganado tiene que ser un aliado de la conservación del espacio y no, como hasta ahora, uno de sus problemas. Hay que ampliar las zonas ganaderas a toda aquella zona de agricultura fallida por el fallo de cálculo de la capacidad del acuífero, tanto de las fincas que no se llegaron a poner en regadío como de fincas como Los Mimbrales que, siendo de regadío, han sido reconvertidas para no machacar más el acuífero de lo que está.

Sólo ese ganado compatible con la conservación podría tener un marchamo de garantía de calidad por su crianza ecológica y de contribución a la conservación de Doñana que permitiría alcanzar precios de mercado mucho más altos que los actuales. Esto haría de la ganadería en Doñana una actividad rentable que permita derivar población activa de una agricultura que ha superado su límite de sostenibilidad a la actividad ganadera que tiene aún mucho que ofrecer.

Doñana no se puede permitir perder la saca de las yegüas, como tampoco la extinción de razas autóctonas como la oveja churra lebrijana que hasta hace poco era la única oveja marismeña y de la que ya sólo quedan unos cuantos ejemplares en rebaños de conservación, alejados del medio marismeño. Caballos marismeños y de la retuerta, vacas mostrencas y churras lebrijanas deben ser el pilar de una ganadería sustentable que conjugando conservación y calidad, dé nuevas posibilidades de desarrollo, recuperando usos tradicionales y novedosos que revaloricen la profesión de ganader@ y su función socioambiental.