Este año 2004 se cumple el 10º aniversario de la declaración de sobreexplotación del Acuífero 23 (15 de diciembre de 1994), y coincidiendo con tal efeméride, la Confederación Hidrográfica del Guadiana ha elaborado por fin su propuesta de Plan Especial del Alto Guadiana. Desde Ecologistas en Acción de Ciudad Real, y en vista del papel que debería jugar este documento en el futuro de la cuenca alta del Guadiana y los costes socioeconómicos y ecológicos que tendría un mal documento, queremos hacer una serie de consideraciones sobre el mismo.

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Lagunas de Ruidera
Laguna Colgada, en el Parque Natural de Las Lagunas de Ruidera. Foto: P. Padilla

El Plan Especial del Alto Guadiana tiene ante todo un gran problema, y es la ausencia de participación social en su elaboración. Desde las instituciones públicas, y en este caso, desde la Confederación, se viene despreciando a la ciudadanía ninguneando a los distintos colectivos sociales, ayuntamientos y ciudadanos en general, cuando se trata de elaborar normativa. La Confederación llevó a cabo unas consultas previas exclusivamente entre asociaciones de regantes y sindicatos agrarios, olvidándose de que la cuenca alta del Guadiana tiene ayuntamientos, espacios protegidos, colectivos sociales y ciudadanos, en general, que tienen mucho que decir al respecto. El problema de la cuenca alta del Guadiana es un problema con fuertes raíces sociales, y por tanto, hay que contar con un alto grado de consenso si no queremos que fracase, como otras múltiples iniciativas.

El Plan tiene otro gran problema, y es que hay todo un conjunto de medidas elaboradas por otras administraciones (por ejemplo la prórroga hasta el 2008 del Plan de Compensación de Rentas) o por la administración hidráulica (por ejemplo el Trasvase Tajo-La Mancha, Plan de Saneamiento Integral de las Lagunas de Ruidera), así como por particulares o empresas (Complejo de Ocio y Turismo del Reino de Don Quijote, Complejo de Las Pachecas, campos de golf de Manzanares, Puertollano, etc.) y centros de investigación (el equipo del agua del CSIC y sus estudios), con los que o bien no está coordinado o cuya realización directamente supone la práctica invalidación de facto de las medidas adoptadas por el mismo. Dicho problema deriva, entre otras cosas, principalmente de dos graves cuestiones.

En primer lugar de la ya mencionada falta de participación pública y de coordinación entre administraciones, y también del doble rasero al que juegan las distintas administraciones implicadas en su elaboración, apoyando públicamente todo un conjunto de proyectos altamente consumidores de agua, y hablando a la vez del supuesto déficit de agua que sufre la Mancha, justificando así además un trasvase y una inversión multimillonaria desde las instituciones europeas. El Plan tiene que recoger el esfuerzo de todas las iniciativas y establecer un marco y unos objetivos comunes de actuación, teniendo en cuenta la necesidad de adaptarse a los preceptos e ideas que emanan de la Directiva Marco de Aguas de la Unión Europea, y no sólo a su lenguaje, como asegura el Plan que hace.

Por último, otra cuestión es la falta de entendimiento de los problemas de la cuenca y, por tanto, la posible falta de eficiencia, eficacia o sentido de las medidas que se toman en el Plan. Se considera que el problema es la imposibilidad de dar servicio a toda la demanda de agua de la cuenca, incluidas las demandas de inundación del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, de cuya situación ambiental se afirma que es el hecho más resaltable ambientalmente hablando. Así, se ignoran todos los proyectos altamente consumidores de agua que están siendo apoyados por las distintas administraciones de la cuenca bajo la bandera del progreso y el desarrollo económico (parques temáticos, campos de golf, lagos artificiales, etc.) y se sigue huyendo hacia delante con trasvases, y también se ignora la problemática asociada al conjunto de la Mancha Húmeda (humedales tan singulares o más que las Tablas de Daimiel), incluidos los problemas derivados de las canalizaciones llevadas a cabo en el Gigüela, bajo la obsesión de mantener inundadas artificialmente las Tablas de Daimiel. Además se propone, como grandes objetivos, la recuperación de los niveles hídricos de los acuíferos, cuando se debería hablar de la recuperación de los regímenes hídricos de los ecosistemas acuáticos; y también se habla de la recarga de los acuíferos cuando se debería hablar de la restauración ecológica de los ecosistemas acuáticos superficiales y subterráneos, cuya interconexión y funcionamiento es la responsable de su integridad ecológica. No queremos charcas para patos, queremos ríos vivos y acuíferos funcionales.

Nosotros entendemos que ninguneando tanto a los distintos colectivos sociales como al resto de administraciones, estableciendo el Plan como una iniciativa más, aislada del resto de políticas, planes, programas y proyectos, y con un entendimiento tan bajo de los problemas de la cuenca, bajo la ideología marcada por el “Plan Hidro-ilógico Nacional”, el Plan Especial del Alto Guadiana está condenado claramente al fracaso. Por esta razón, anunciamos nuestra intención de llevar a cabo las iniciativas convenientes para la paralización del Plan, en tanto no sea claramente reformado y se tenga en cuenta la necesaria participación social en su elaboración, y no sólo en su ratificación a posteriori.