Muy pocas cosas han cambiado en la gestión de El Hosquillo desde hace exactamente un año, cuando responsables de las principales ONGs juveniles de conservación de la naturaleza de España y Portugal -durante el “1er Encuentro Hispano-Portugués sobre Juventud y Medio Ambiente”- denunciábamos, entre otros aspectos de mala gestión de El Hosquillo, el trato cruel para con el oso que permanecía encarcelado en las pésimas instalaciones del recinto.

La nave que albergaba al oso es el más horrendo núcleo zoológico que se pueda imaginar, un “búnker” de reducidas dimensiones con las paredes llenas de largos clavos. En varias ocasiones durante un año, miembros de nuestra organización han accedido, entre el resto de visitantes y turistas, al recinto de El Hosquillo, teniendo que soportar, atónitos, cómo los monitores de turno aporreaban la puerta del habitáculo del oso para que éste se asomara y se convirtiera, así, en una atracción de feria. Esta situación es intolerable en el siglo XXI, en el que se supone que nuestro nivel de cultura debe admitir que no somos, los humanos, la única especie del planeta que ha de tener los más elementales derechos de calidad de vida.

Ya hace casi un año que la Delegación de Agricultura y Medio Ambiente de Cuenca, responsable de la gestión de El Hosquillo, nos intentó “vender la moto” de que allí se trabajaba con seriedad la reproducción en cautividad de una especie salvaje como el oso pardo, a pesar de ni un solo oso de los que se han criado se ha reintroducido en el medio natural.

En nuestra última visita al Hosquillo, en esta misma primavera, comprobamos que este oso maltratado, de nombre “Vivaldi”, ya no estaba en el recinto. Al preguntar por su paradero, la respuesta que obtuvimos en El Hosquillo es que dicho oso había sido enviado al Parque de Cabárceno en Cantabria, si bien allí nadie nos ha querido informar por teléfono del estado de este animal. Ante esta situación confusa, exigimos a la Delegación de Agricultura y Medio Ambiente de Cuenca que informe con urgencia sobre el paradero del oso “Vivaldi”

La pésima gestión de El Hosquillo se remonta muchos años atrás: es inaceptable la masificación de turistas que se produce en algunos momentos del año en este rincón, en pleno corazón de nuestra Serranía; es igualmente intolerable que se venga utilizando este espacio público como finca de recreo para el disfrute particular de muchos políticos de gran alcurnia -esto es algo que conocemos la mayoría de los conquenses. Resulta bochornoso que, hasta ahora, las clases de educación ambiental impartidas en El Hosquillo se hayan realizado delante de vetustas pieles de osos, linces o lobos, disecados junto a urogallos, en lo que parecía el Museo de los Horrores. Y, sobre todo, es una sinrazón el recluir a animales protegidos por la ley entre barrotes y hormigón, en unas instalaciones propias del peor circo ambulante, más que de la administración que vela por la protección de nuestros recursos naturales, con el único fin de mostrar esta vergüenza a todo aquél que visita Cuenca y la Sierra.