El polígono de tiro de Las Bardenas Reales, es el único campo de tiro aéreo del que dispone el Ejército español y la Alianza Atlántica (OTAN) en Europa; su emplazamiento, Las Bardenas, es un espacio natural de unos excepcionales valores naturales, paisajísticos y culturales. Ecologistas en Acción de Navarra hace un repaso por la historia de esta instalación militar.

Su implantación es el legado de la más dura época franquista. El acuerdo fue suscrito en 1951 entre un atípico ente que gestiona el singular territorio, la Junta de Las Bardenas y el Gobierno español. La fecha determinó que intereses superiores impidiesen tener en cuenta la voluntad popular.

Durante muchos años, este polígono fue utilizado también por el Ejército norteamericano, mediante acuerdos bilaterales. Su presencia en Las Bardenas y en la Base de Zaragoza duró hasta 1991, cuando la entrada de España en la OTAN hizo innecesario la tutela USA. A partir de entonces, el Polígono es utilizado por todo aquel Estado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), implicado en guerras, intensificándose su uso en días y noches previas a bombardeos a Libia, Guerra del Golfo, de los Balcanes o el reciente conflicto de Iraq.

En 1976, con los últimos coletazos de la dictadura, volvió a renovarse el contrato del polígono por 25 años más. El inicio de la oposición a la instalación militar se hizo patente con pintadas y manifestaciones clandestinas, que reflejaban el rechazo popular, ante el peligro que suponía para las poblaciones cercanas el riesgo de accidentes aéreos y las demasiadas molestias por los ruidos y las vibraciones.

La llegada de las primeras elecciones municipales, supuso la implicación de las instituciones locales en temas, hasta entonces considerados tabú para los ayuntamientos hasta aquel momento. Así, en 1979, en el primer pleno del ayuntamiento de Tudela (la población con más habitantes afectada directamente por este polígono de tiro), y tras su constitución, se manifestó contra el mencionado polígono de tiro de Las Bardenas Reales. Era sólo el inicio de una interminable lista de mociones que, mayoritariamente, vienen siendo aprobadas desde entonces.

Ese año, los movimientos sociales llevaron a cabo su primera convocatoria unitaria contra el polígono de tiro y la energía nuclear en el Día Internacional del Medio Ambiente, eligiendo Tudela como lugar de fiesta, precisamente por su cercanía al polígono de tiro de Las Bardenas y porque querían instalar una central nuclear junto al Ebro.

La fiesta acabó en tragedia, durante una sentada pacífica, en la que Gladys del Estal resultó muerta por las balas de la Guardia Civil. Luto, dolor y rabia se apoderaron de todos en la mayor manifestación que se recuerda en la ciudad navarra.

Tras varios años de dura represión, comenzó a gestarse la Asamblea Anti-Polígono, que recibió el apoyo de todos los partidos políticos, como de colectivos sindicales, culturales y sociales de oposición en Tudela, constituyéndose como tal en noviembre del año 1987, siendo desde entonces el referente de la lucha contra el polígono de tiro.

Los diversos intentos de organizar un acto reivindicativo anual para recordar a los militares y políticos el rechazo popular, fraguaron en 1988 en la Marcha Anti-Polígono. Desde entonces hasta ahora, miles de personas recorren cuatro kilómetros, andando por los hermosos paisajes bardeneros, para pedir el desmantelamiento de esta base.


Un Polígono de Tiro que pone en riesgo a toda la población

La treintena de accidentes habidos, da muestra de la peligrosidad del polígono de tiro en Las Bardenas. En la lista de siniestros, hay aviones estrellados, bombas perdidas y explosiones fuera del área de entrenamiento. Estos son los datos conocidos, a pesar del secretismo que envuelve el ámbito militar.

Sin embargo, algunos accidentes hablan por sí solos del riesgo de esta instalación militar; sirva como ejemplo el último ocurrido, cuando un avión cayó, a escasos dos segundos de vuelo de la localidad aragonesa de Ejea de los Caballeros, con una población de quince mil habitantes.

Incumplen reiteradamente las normas de seguridad, como la prohibición de sobrevolar núcleos habitados, así como la realización de vuelos y ejercicios nocturnos. A dichos riesgos, hay que sumar las habituales molestias producidas fundamentalmente por ruidos y vibraciones.

Nunca se han podido evaluar otras afecciones medioambientales, como la contaminación atmosférica, residuos tóxicos y peligrosos, utilización de uranio empobrecido y un largo etcétera. El hermetismo militar, y la poca importancia que el tema les ha merecido a los diferentes gobiernos (central, autonómico, local y tradicional), impide que ha fecha de hoy se conozca con certeza el tipo de armamento que están probando en el polígono de Las Bardenas, y si éste puede afectar a las personas y al medio ambiente.

El síndrome de los Balcanes acrecentó dichas sospechas en los pueblos cercanos. Según datos oficiales sobre la incidencia de cáncer, la zona aragonesa de las Cinco Villas (la más próxima al polígono de tiro) está muy por encima de la media.


Un contrato de más de 600 millones de pesetas anuales

Ecologistas en Acción ha reclamado en diversas ocasiones, la declaración de Las Bardenas Reales como Parque Nacional. Esa figura de protección, serviría para preservar todos sus valores naturales.

Sin embargo, la decisión del Gobierno de Unión del Pueblo Navarro (UPN), socios navarros del PP, fue declarar el territorio Parque Natural, excluyendo del mismo la zona militar, e ignorando en su planificación la existencia de la actividad militar que pone en riesgo continuo a la población y que tiene graves afecciones contra el medio natural.

La dificultad de encajar una actividad tan agresiva, en un entorno tan frágil que debe conservarse, ha hecho que el gobierno navarro realice continuas campañas de imagen, inexplicablemente lideradas por los/as consejeros/as de Medio Ambiente. El exconsejero del ramo Jesús Javier Marcotegui Ros, sin rubor alguno, llegó a manifestar que las aves están mejor en el polígono de tiro de Las Bardenas. La elaboración de un estudio de las afecciones que tiene el uso militar sobre los valores naturales, en especial la fauna se pospone continuamente.

Si en los pueblos del entorno, se pregunta a los vecinos si desean la continuidad de la instalación militar, prácticamente nadie contestará afirmativamente; según encuestas, más del setenta por ciento desea la desaparición del polígono de tiro; pero la Junta de Las Bardenas y el Gobierno de Navarra, entes gobernados por UPN, se «olvidaron» de su compromiso con los ciudadanos y se plegaron a intereses superiores del ministerio de Defensa y el entonces gobierno del PP, firmando un nuevo contrato de arrendamiento que finaliza el próximo año 2008, sin que hasta el momento se haya movido nada para el desmantelamiento de las instalaciones militares.

Mientras tanto, la oposición popular sigue apostando fuerte por el desmantelamiento.

Hay que recordar que el Polígono ha servido para el entrenamiento de aviones que después han soltado indiscriminadamente bombas sobre las ciudades iraquies y otras, con el resultado de miles de civiles muertos y heridos entre ellos niños y niñas.

Por lo que la Comunidad de Bardenas se financia con el dinero de los entrenamientos para las guerras, los ayuntamientos congozantes también reciben parte de este botín nunca mejor llamado «de guerra».


Accidentes conocidos, pero sin los que todavía conoceremos

Aunque por suerte no ha habido que lamentar accidentes con muertos civiles, hay un evidente riesgo de que, en cualquier momento, pueda ocurrir una catástrofe en alguna de las poblaciones del entorno, como demuestra una abultada lista de accidentes conocidos desde 1968.

En junio de 1968, un F-104 se estrelló en las cercanías del pueblo de Funes, Navarra; en julio del año 1969 cayó un F-100 en el término municipal de Borja, en Zaragoza; en agosto de 1969, moría un aviador al estrellarse su F-100 en el polígono de tiro; en mayo de 1970, un avión del mismo modelo chocó contra el monte Moncayo, falleciendo el piloto; en agosto de 1970, los dos pilotos de un Phantom F-4 mueren al caer cerca de la población de Sádaba, en Zaragoza; en marzo de 1972, dos Phantom se estrellan en El Buste, cayendo trozos del avión en el pueblo; en mayo de 1972, dos pilotos mueren, después de chocar un Phantom en el monte Yerga.

En enero de 1973, un Phantom F-4 se estrella en el polígono de tiro y su piloto muere; en marzo de 1973 cae una cola de proyectil cerca del pueblo de Murillo del Fruto, en Navarra; en octubre de 1973, un F-4 se estrella en las inmediaciones del polígono de tiro; en agosto de 1977, un avión Supersaeta cae en Las Bardenas y muere su piloto; en agosto de 1977, un F-4 norteamericano, procedente de la Base de Rota, se estrella en el mismo polígono de tiro; en septiembre 1977, otro Supersaeta cae en el polígono y muere su ocupante; en mayo de 1979, una bomba de un Phantom F-4 cae sobre un camping de La Sotonera, en Huesca; en agosto del año 1979, un Mirage III se estrelló cerca del pueblo de Arguedas en Navarra.

En febrero 1980, cayó una bomba en el término de Valtierra, a tres kilómetros de distancia del polígono de tiro; en marzo de 1980, un F-4 se estrella en el Moncayo, muriendo sus dos pilotos; en noviembre de 1980, caía un Phantom en Cáseda, Navarr, muriendo un piloto; en enero de 1981, se estrelló un Phantom en Agoncillo, muriendo sus dos pilotos; en agosto de 1982, un helicóptero colisionó con la ermita del Yugo; en septiembre de 1982, un F-5 se estrellaba en Cascante, Navarra, muriendo su ocupante; en mayo del año 1987, un Phantom se incendiaba en el aire, cayendo en Cáseda, Navarra, muriendo sus ocupantes; en agosto de 1987 son recogidas tres bombas en Peralta, Navarra; en febrero de 1988, cuatro depósitos de combustible se desprenden de un F-16 y caen a mil metros de Cortes.

En junio de 1989, dos aviones caen en La Cruceta y en Ejea de los Caballeros, Zaragoza, respectivamente; en noviembre de 1989, un F-18 se estrellaba en El Plano, Las Bardenas, y muere su piloto; en el mes de agosto de 1994, un F-18 cae cerca de Piskerra, Las Bardenas; el trece de marzo del 2000, dos F-18 colisionan en el aire, cayendo a menos de dos kilómetros de la ciudad de Ejea de los Caballeros, que tiene una población de quince mil habitantes. Sólo un segundo de vuelo evitaba la catástrofe.


Las Bardenas Reales, un territorio muy singular

Las Bardenas Reales es un territorio singular que se encuentra en el sureste de Navarra en una extensión de 42.500 hectáreas de superficie, cuarenta kilómetros de largo y veinte de ancho aproximadamente, en el que se encuentran hábitats esteparios, con retazos de bosque mediterráneo que acogen a fauna y flora muy diversa. El hecho de que en tan vasta superficie no existan poblaciones estables (sólo el acuartelamiento militar) y apenas nos encontremos infraestructuras, incrementa el gran valor medioambiental de Las Bardenas Reales.

Los usos tradicionales, como resultan la ganadería, la agricultura y la caza, son los que propician la presencia humana; ahora sumados a un creciente interés turístico. La denominada Comunidad de Las Bardenas gestiona el territorio, y es depositaria de los derechos de los pueblos, que gozan de disfrute en este espacio natural.

Se compone de 22 entidades congozantes, repartidos en 19 pueblos, dos valles y un monasterio, que envían un representante con voz y voto a la Junta General. Este ente tradicional, anclado en el medievo, donde unos pocos frailes del monasterio de La Oliva todavía tienen el mismo voto que la ciudad más importante, Tudela, con 30.000 habitantes, es el principal escollo para desmantelar el polígono de tiro, ya que sobrevive gracias al dinero que recibe del ministerio de Defensa. El polígono de tiro ocupa más de dos mil hectáreas en el corazón de Las Bardenas Reales, aunque los aviones, en la práctica, ocupan todo el cielo en un radio superior a los cincuenta kilómetros a la redonda.

Todas las figuras de protección de estas tierras, no llegarán a ser efectivas hasta que la actividad militar cese. Entonces aparecerá un lugar único donde perderse voluntariamente, redescubriendo su riqueza natural, paisajística y cultural.

Rafa Sánchez. Coordinador de Ecologistas en Acción de Navarra