Tal y como viene denunciando Ecologistas en Acción desde hace años, Madrid incumple sistemáticamente los límites de protección para la salud para varios contaminantes. A pesar de esta situación, el Ayuntamiento no ha puesto en marcha un plan para reducir esta contaminación, incumpliendo la obligación legal de hacerlo. Entre tanto, los efectos sobre la salud de los madrileños son dramáticos. Peor aún, si hay una actuación contraproducente con el objetivo de reducir la contaminación del aire, ésta es sin duda la ampliación de la M-30.

Ecologistas en Acción, es uno de los tres peticionarios que se personaron ante la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo para denunciar la ilegalidad de la ampliación de la M-30. Esta organización ha basado su argumentación ante la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo en demostrar que los beneficios que según el Ayuntamiento tendrá la obra se basan en suposiciones falsas. El Consistorio afirma constantemente que la ampliación de la M-30 supondrá una mejora en la fluidez del tráfico y una menor contaminación. Pero toda la argumentación del Gobierno municipal sobre los supuestos efectos beneficiosos de la ampliación de la M-30 sobre la calidad del aire y la fluidez de tráfico se basa en un gravísimo error de planteamiento y en un modelo que la experiencia demuestra incorrecto una y otra vez.

Efectivamente, el Estudio de Tráfico sobre el que se extraen muchos supuestos beneficios de la reforma -que, como tanta otra información, no ha estado disponible para su consulta-, parte del supuesto de que el número de coches en circulación aumentará con la misma tasa tras la ampliación de la M-30 que antes de la misma. Se calcula que se producirán, por tanto, crecimientos del orden del 2% anual del tráfico, que eran los que venía teniendo esta autovía antes de las obras. De esta forma se concluye que gracias a la ampliación habrá más fluidez, menos emisiones contaminantes y de gases de invernadero, menos siniestralidad…

Pero las cosas no funcionan de este modo: la experiencia en Madrid demuestra una y otra vez como cada ampliación de viario tiene un importantísimo efecto llamada, es decir, induce una gran cantidad de tráfico que en muy poco tiempo acaba saturando la vía, empeorando los problemas que se pretendía solventar. Por ejemplo, cuando en 1996 se inauguró la M-40, se afirmaba que pasarían más de 10 años hasta que se saturara. La realidad fue muy distinta, pues en pocos meses se convirtió en una de las vías más congestionadas de España, generando enormes problemas de contaminación, de despilfarro energético y de tiempo.

Otro ejemplo, es la reciente remodelación del nudo de O'Donell, que ya va a obligar a reformar el tráfico en la Puerta de Alcalá para dar cabida al fuerte incremento de tránsito que se ha generado a causa del efecto llamada de este aumento de capacidad.

La situación real, pues, es que la creación o ampliación de infraestructuras genera más tráfico y traslada los puntos críticos -con congestión incrementada- de unos lugares a otros. Por lo tanto, para Ecologistas en Acción, la peor forma posible de luchar contra la grave contaminación del aire que tiene Madrid es acometiendo la ampliación de la M-30, algo que se puede equiparar a apagar un fuego con gasolina.

Entre tanto, las consecuencias para la salud de los madrileños de la contaminación atmosférica que genera el tráfico sólo pueden calificarse de dramáticas: se calcula que en la capital se producen 2.000 muertes prematuras al año. Dicho de otro modo, cada madrileño pierde entre 3 meses y 2 años de su esperanza de vida a causa esta contaminación.

Ecologistas en Acción confía en que los europarlamentarios sean más sensibles a este grave problema de salud pública de lo que hasta ahora han sido nuestras autoridades municipales y regionales, y que en sus conclusiones de la visita fuercen al Ayuntamiento a un cambio de política que dé prioridad a la salud de la población frente a sus intereses electorales.