Ahora que se anuncia desde el Ayuntamiento una nueva Ordenanza de Ruido para Salamanca, supuestamente más restrictiva hacia aquellas actividades que, como el tráfico y la movida, generen contaminación acústica, se abre
una buena oportunidad para tomarse en serio un problema creciente como es el uso de las motos en la ciudad. Todos sabemos que cada vez hay más motocicletas circulando, en la mayoría de los casos, conducidas por gente joven.

Aunque normalmente esto no sería nada destacable lo cierto es que la proliferación de motos por un lado, el aumento de su cilindrada y por tanto del ruido y contaminación y un comportamiento insolidario en una pequeña minoría de motociclistas, está haciendo que la convivencia con estos artilugios sea difícil. Ciertamente no deben pagar justos por pecadores y lo que proponemos es que haya una acción preventiva por parte de la policía municipal, tendente a evitar acciones irresponsables en la conducción, exceso de velocidad, maniobras peligrosas para peatones, y por supuesto ruido más allá de lo tolerable.

Quizá lo primero sería hacer una campaña informativa orientada a estos conductores para hacerles entender que su libertad de conducir un vehículo no puede estar por encima de las más elementales normas de tráfico y del bienestar del resto de la ciudadanía. Todos debemos asumir que cuando hablamos de ruido no se trata sólo de un problema de convivencia o de una molestia inevitable sino que se trata de contaminación perjudicial para la salud que, poco a poco, y de forma acumulativa acaba por afectarnos.

Luchar contra la contaminación acústica supone hacerlo en favor de nuestra salud y calidad de vida. Por ello proponemos que en la nueva Ordenanza se incluya expresamente una regulación referida a las motocicletas que limite los niveles de inmisión, prevea sistemas de control y sanciones adecuadas. Es muy importante que se incluyan las motocicletas de reparto de todo tipo, de forma que la empresa se haga responsable de su mantenimiento para evitar sobrepasar los límites de inmisión. Incluso se podría condicionar la licencia ambiental municipal a este requisito, aunque lo ideal es que el Ayuntamiento dialogue con las empresas implicadas y llegue a acuerdos para insonorización de las motocicletas.

Por supuesto de nada serviría la norma sin disponer de los medios adecuados, técnicos especializados en número suficiente, sonómetros, un centro de medida homologado, etc. Y finalmente hemos de pedir que el propio Ayuntamiento predique con el ejemplo adaptando las motocicletas de la
policía, por ejemplo, y en general el resto de la flota de vehículos municipal (incluyendo los ruidosos y molestos camiones de limpieza y recogida de basuras de la contrata FCC) con el fin de que no superen los límites establecidos.