El Ministerio de Defensa es titular de muchos parajes naturales de alto valor ambiental. Dicho Ministerio se vanagloria de que, bajo su jurisdicción, es como dichos espacios están más protegidos. En relación al libro publicado por el Ministerio de Defensa “Los Espacios Naturales del Ministerio de Defensa” se llegó a decir con total desvergüenza que “los ecosistemas de los campos de entrenamiento y maniobra son escasamente agredidos y en ellos las especies animales y vegetales encuentran mejores condiciones de supervivencia que en otros lugares”.

Desde la Asamblea Antimilitarista y Ecologistas en Acción consideramos que la utilización como campo de prácticas militares de una finca es imposible que sea compatible con una adecuada gestión sostenible de la misma. Nos preguntamos cómo puede pensarse que un espacio sujeto a prácticas militares, es decir, pensadas para destruir, puedan respetar el entorno natural. Consideramos que los espacios en los que se realizan prácticas militares, en ningún caso, pueden ser considerados como sostenibles. De este modo, las fincas que gestiona el Ministerio de Defensa y poseen un buen estado de conservación deberían transferirse al Ministerio de Medio Ambiente o a quien proceda (los propios municipios afectados) para su adecuada gestión ambiental y social.

Este es un ejemplo más de como se intenta, de manera constante y deliverada, intentar maquillar todos y cada uno de los aspectos del militarismo. Los ejércitos ahora son ONGs donde todos visten de color caqui, la guerras son “humanitarias”, los campos de tiro protegen el medio ambiento y ya lo último… la industria armamentística también se apunta a esta delirante “campaña de imagen”: BAE SYSTEMS, uno de los principales fabricantes mundiales de armas, está diseñando una nueva generación de munición “verde”, incluyendo una clase de balas y cohetes “sin plomo” en las que se han reducido las toxinas. La iniciativa está siendo respaldada por el Ministerio de Defensa del Reino Unido, que ha propuesto además “armas silenciosas” para reducir la contaminación acústica, y granadas que produzcan menos humo. Parece ser que incluso ha habido experimentos encaminados a comprobar si los explosivos podían transformarse en abono, en un bochornoso intento de la industria armamentística por darse un barniz “verde”.
Volviendo al caso que nos ocupa, queremos señalar cinco ejemplos que desmienten las declaraciones del Ministerio de Defensa.

Campo de tiro de El Teleno (León)

Ecologistas en Acción de León ha presentado una denuncia ante el Ministro de Defensa por el incendio forestal en el campo de tiro de El Teleno que duró desde el día 20 al día 24 de septiembre de 2005, quemando casi toda la superficie de la zona de caída de proyectiles, es decir, alrededor de las 5.900 hectáreas de terreno.

De estas 5.900 hectáreas, alrededor de 2.500 eran de robledales, Quercus petrea, Quercus pyrenaica, e híbridos, así como abedules, alisos, pequeñas manchas de acebos, sabina rastrera, otras especies de árboles frutales autóctonos y especies endémicas con graves problemas de supervivencia debido a los incendios. Otras 2.400 hectáreas pertenecían a la ZEPA ES4130022 Montes Aquilanos.
El incendio no se intentó apagar hasta después de 23 horas de iniciarse, ya que las autoridades responsables del campo no dejaron pasar a los medios de extinción del fuego. Probablemente esto se debió a que el objetivo era aumentar la superficie quemada y así poder conseguir un aumento significativo de tiro con fuego real en esta instalación.

Ya en el año 1998 unas maniobras militares provocaron la quema de 4.800 has de pino maduro de los montes de Tabuyo, Nogarejas, Castrocontrigo y Torneros de Jamuz, dejando a estos pueblos sin recursos naturales durante muchos años. Además, todos los años arden por este motivo unas 1.000 has dentro del campo. Todo esto demuestra que la garantía ambiental ISO 14001 no ha funcionado y que sólo es un barniz ante la opinión pública.

El tema de la seguridad del campo es otro de los puntos débiles de la instalación, ya que se tira con fuego real por encima de pueblos, infraestructuras y lugares de trabajo, existiendo en los últimos años dos hechos que corroboran esta situación de peligro. El primero fue la explosión el 11 de marzo de 1999, a la altura de Boisan, de una bomba. El segundo también fue la explosión de un proyectil. Tuvo lugar el día 25 de marzo de 2004 a la altura del río de Luyego, mientras numerosas personas realizan diversas labores agrícolas o ganaderas. Además se encontró un obús sin explotar en un lugar muy transitado fuera de la zona de prácticas.
Desde la Asamblea Antimilitarista y Ecologistas en Acción consideramos que el fuego o las explosiones cerca de zonas habitadas no son las mejores formas, ni de cuidar el medio ambiente, ni mucho menos, la integridad de las poblaciones locales.

Campo de tiro de las Bárdenas Reales

La treintena de accidentes habidos da muestra de la peligrosidad del polígono de tiro en Las Bardenas. En la lista de siniestros hay aviones estrellados, bombas perdidas y explosiones fuera del área de entrenamiento. Estos son los datos conocidos, a pesar del secretismo que envuelve el ámbito militar.

Algunos accidentes hablan por sí solos del riesgo de esta instalación militar. Sirva como ejemplo el último ocurrido, cuando un avión cayó, a escasos dos segundos de vuelo de Ejea de los Caballeros, una población de quince mil habitantes. Los pilotos incumplen reiteradamente las normas de seguridad, como la prohibición de sobrevolar núcleos habitados, así como la realización de vuelos y ejercicios nocturnos. A dichos riesgos hay que sumar las habituales molestias producidas fundamentalmente por ruidos y vibraciones.

Nunca se han podido evaluar otras afecciones medioambientales, como la contaminación atmosférica, residuos tóxicos y peligrosos o la utilización de uranio empobrecido. El hermetismo militar, y la poca importancia que el tema les ha merecido a los diferentes gobiernos (central, autonómico, local), impide que ha fecha de hoy se conozca con certeza el tipo de armamento que están probando en el polígono de Las Bardenas, y si éste puede afectar a las personas y al medio ambiente.

En todo caso, el síndrome de los Balcanes (por el cual los soldados que participaron en dicha guerra presentaron enfermedades relacionadas con el uso de armamento radiactivo) acrecentó las sospechas sobre los impactos ambientales de las prácticas en el campo de tiro. Según datos oficiales sobre la incidencia de cáncer, la zona aragonesa de las Cinco Villas (la más próxima al polígono de tiro) está muy por encima de la media estatal, lo que hace sospechar la posible utilización de proyectiles con uranio empobrecido en el interior del campo de tiro.

Relatamos a continuación el espectacular historial de accidentes con el que cuenta el campo de tiro de las Bárdenas Reales: en junio de 1968 un F-104 se estrelló en las cercanías del pueblo de Funes, Navarra; en julio del año 1969 cayó un F-100 en el término municipal de Borja, en Zaragoza; en agosto de 1969 moría un aviador al estrellarse su F-100 en el polígono de tiro; en mayo de 1970 un avión del mismo modelo chocó contra el monte Moncayo, falleciendo el piloto; en agosto de 1970 los dos pilotos de un Phantom F-4 mueren al caer cerca de la población de Sádaba, en Zaragoza; en marzo de 1972 dos Phantom se estrellan en El Buste, cayendo trozos del avión en el pueblo; en mayo de 1972, dos pilotos mueren, después de chocar un Phantom en el monte Yerga; en enero de 1973 un Phantom F-4 se estrella en el polígono de tiro y su piloto muere; en marzo de 1973 cae una cola de proyectil cerca del pueblo de Murillo del Fruto, en Navarra; en octubre de 1973 un F-4 se estrella en las inmediaciones del polígono de tiro; en agosto de 1977 un avión Supersaeta cae en Las Bardenas y muere su piloto; en agosto de 1977, un F-4 norteamericano, procedente de la Base de Rota, se estrella en el mismo polígono de tiro; en septiembre 1977 otro Supersaeta cae en el polígono y muere su ocupante; en mayo de 1979 una bomba de un Phantom F-4 cae sobre un camping de La Sotonera, en Huesca; en agosto del año 1979, un Mirage III se estrelló cerca del pueblo de Arguedas en Navarra; en febrero de 1980 cayó una bomba en el término de Valtierra, a tres kilómetros de distancia del polígono de tiro; en marzo de 1980 un F-4 se estrella en el Moncayo, muriendo sus dos pilotos; en noviembre de 1980 caía un Phantom en Cáseda, Navarra, muriendo un piloto; en enero de 1981 se estrelló un Phantom en Agoncillo, muriendo sus dos pilotos; en agosto de 1982 un helicóptero colisionó con la ermita del Yugo; en septiembre de 1982 un F-5 se estrellaba en Cascante, Navarra, muriendo su ocupante; en mayo del año 1987 un Phantom se incendiaba en el aire cayendo en Cáseda, Navarra, muriendo sus ocupantes; en agosto de 1987 son recogidas tres bombas en Peralta, Navarra; en febrero de 1988 cuatro depósitos de combustible se desprenden de un F-16 y caen a mil metros de Cortes; en junio de 1989 dos aviones caen en La Cruceta y en Ejea de los Caballeros, Zaragoza; en noviembre de 1989 un F-18 se estrellaba en El Plano, Las Bardenas, y muere su piloto; en el mes de agosto de 1994 un F-18 cae cerca de Piskerra, Las Bardenas; el trece de marzo del 2000, dos F-18 colisionan en el aire cayendo a menos de dos kilómetros de la ciudad de Ejea de los Caballeros, que tiene una población de quince mil habitantes. Sólo dos segundos de vuelo evitaba la catástrofe.

Nuevamente se observa como la gestión del campo de tiro dista de ser respetuosa con las personas y con el medio.

Parques Nacionales de la Cabrera y Cabañeros

El Parque Nacional de la Cabrera pertenece al Ministerio de Defensa. Sin embargo su gestión está transferida al de Medio Ambiente y es ese aspecto el que garantiza que, efectivamente, se respete la diversidad del paraje y se gestione de manera sostenible. Es decir, que justo el no uso como terreno militar es lo que posibilita la inclusión de este paraje en la red de Parques Nacionales.

Una historia similar ha sido la del Parque Nacional de Cabañeros, el cual estaba destinado a ser un campo de tiro pero, gracias a al presión popular, terminó convirtiéndose en 1995 en un Parque Nacional. Si el Ministerio de Defensa efectivamente preservase los encantos ambientales de ese paraje no se entiende una oposición popular tan potente.

Campo de Maniobras de Chinchilla

El vecindario de Higueruela (Albacete) está harto del campo de maniobras que el ejército español instaló en su pueblo durante la dictadura franquista. Tienen una continua sensación de vivir en peligro, ya sea por el temor a los proyectiles que se salen de la zona de tiro, por los distintos tipos de accidentes que pueden ocurrir o por los “efectos colaterales” de los productos químicos que se utilizan en la Sierra.

Además aducen molestias de todo tipo, como los ruidos, los cortes de carretera, los cercados, el tráfico de vehículos militares, y el hecho de comprobar que un terreno de 14.000 hectáreas se está echando a perder. Y no se trata sólo de aprovechar el terreno para una actividad útil, sino de evitar el deterioro ambiental provocado por los ejercicios militares.

Sin embargo, a pesar de todas las quejas del vecindario de la comarca, lo más tenebroso del Campo de Tiro y Maniobras de Chinchilla es la finalidad para la que se creó y para la que se sigue utilizando día a día: entrenarse para la guerra; para matar y destruir de la manera más eficaz.

En 1960 la dictadura empezó a entrenar al ejército en la Sierra Procomunal de Chinchilla, en unos terrenos que el Ministerio de la Guerra expropió y se consolidaron más tarde (ya bajo el estado democrático) como Campo de Maniobras. Desde entonces ha sido utilizado por todo tipo de unidades militares: artillería, infantería, blindados, paracaidistas y, cómo no, la Legión española, la más representativa del Ejército español junto a la División Brunete y la Guardia Civil. La Legión, creada en 1920 para intervenciones en el extranjero, comenzó su carrera bélica en la Guerra del Rif, en la que se utilizaron gases tóxicos contra la población civil por primera vez en la historia, y ha escrito sus últimas páginas en la expedición que invadió Irak en 2003. Ambos son ejemplos esclarecedores de lo que significa ir a la guerra y de la formación que necesita un ejército moderno.

En Chinchilla, en Hoyagonzalo y en Higueruela se comprueba a diario que vivir al lado de un ejército, aunque no esté en campaña, sólo genera problemas. Pero esos problemas sólo permiten intuir que el verdadero drama se produce cuando los militares ponen en práctica los ejercicios que ensaya.

Más información: BASE A BASE, LA MILITARIZACIÓN DEL TERRITORIO ESPAÑOL A VISTA DE SATÉLITE