El cultivo del olivar, con una superficie de 2,5 millones de hectáreas distribuidas por 34 provincias de 13 Comunidades Autónomas, representa la actividad agraria con mayor responsabilidad en la pérdida de suelo fértil. Ecologistas en Acción denuncia que el actual modelo de explotación del olivar, basado en el cultivo intensivo y en el uso de productos fitosanitarios, provoca cada año la pérdida de 70 toneladas de suelo por hectárea y, por lo tanto, acelera el proceso de desertificación en el Estado español.

El olivar constituye un paisaje, una cultura y un medio de vida para numerosas comarcas y áreas rurales de 13 Comunidades Autónomas de las 17 que conforman en Estado español. Este cultivo se extiende desde la campiña hasta las sierras, hasta una altitud máxima aproximada de 1.300 metros. Pero, además de constituir un pilar estratégico, su manejo y su expansión experimentada en los últimos años a costa de espacios forestales y de parcelas destinadas tradicionalmente a cultivos de herbáceas en régimen de secano (vitales para la conservación de diversa fauna silvestre de interés), supone un grave problema ambiental reconocido incluso dentro del propio sector. En general, las modificaciones en las técnicas de cultivo, especialmente en los cultivos de carácter intensivo y el aumento en el uso de productos fitosanitarios, han supuesto un deterioro notable de la calidad de los agrosistemas de olivar.

Efectivamente, la instauración de la agricultura moderna a mediados de los años cincuenta del pasado siglo y la posterior revalorización del producto final de este cultivo ha favorecido la intensificación de los trabajos de laboreo, la variación en el marco de plantación, etc.

El mayor problema desde un punto de vista de la pérdida de suelo, de la capacidad fertilizadora y de productividad del suelo, es debido a los continuos trabajos de laboreo con los distintos aperos (cultivador, grada de discos, rastra, etc.) y en las diferentes épocas del año (alzar, binar, terciar, etc.) Ello implica, que en la mejor de las situaciones posibles, el suelo se encuentran desnudo, sometido a la escorrentía laminar y superficial provocada por las lluvias, en algunos caso auténticos aguaceros, entre los meses de mayo y noviembre.

Como consecuencia, la pérdida de suelo fértil se ha convertido en el principal problema asociado al cultivo del olivar y por tanto del problema de desertificación que sufre una parte considerable de España. De hecho, la mayor parte de las zonas que las CC AA han localizado como las más afectadas por la pérdida de capacidad productiva y de sustentadora de vida en el suelo, son precisamente las zonas destinadas al olivar, especialmente las plantaciones de olivos cultivados en pendientes elevadas (olivares de sierra).

Ecologistas en Acción considera que la mejor solución para el manejo del suelo, un recurso natural no renovable a escala temporal de la especie humana, es la de utilizar permanentemente cubiertas vegetales de carácter herbáceo, bien potenciando las especies silvestres propias del lugar, o bien mediante siembras de compuestos de semillas. Además de proteger y aumentar la materia húmica del suelo, supondría a corto plazo un aumento de la riqueza y variedad de Biodiversidad.