La enorme cicatriz que se observa desde distintos puntos de la ciudad en la Sierra de Córdoba, realizada mediante la utilización de maquinaria pesada, tiene autorización de la Delegación Provincial de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

La destrucción de una superficie aproximada de 7.000 metros cuadrados monte mediterráneo en el frente de Sierra Morena de Córdoba se ha realizado bajo la supervisión de los técnicos de la Delegación Provincial de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Según hemos sabido, el propietario de la finca denominada Caserío de San Pablo, ha actuado conforme al contenido de un Plan de Prevención de Incendios Forestales aprobado por los servicios técnicos de la citada delegación provincial.

Por tanto, no es cierto que la Delegación Provincial haya denunciado al propietario, puesto que los planes de prevención son obligatorios desde finales de los años ochenta, en concreto el año 1988, mediante la Orden de 26 de septiembre de 1988, por la que se dan instrucciones para la ejecución de determinados trabajos en los terrenos forestales, así como por ley 5/1999, de 29 de junio, de prevención y lucha contra los incendios forestales.

Ecologistas en Acción considera necesario la adopción de medidas preventivas contra los incendios forestales, pero también venimos manifestando la necesidad de incorporar nuevos criterios y parámetros en el momento de diseñar una estrategia general para reducir el riesgo de incendio forestal, y especialmente, su propagación en un monte que en algunos casos, se encuentra en una situación de abandono.

El enorme impacto paisajístico y natural del cortafuegos en muchos casos se hacen por inercia dentro de los servicios de gestión del medio natural de las Administraciones públicas, por que resulta menos costoso respecto a otras actuaciones menos lesivas con las comunidades botánicas y faunísticas, porque se mantiene una economía basada en el uso de maquinaria pesada, y finalmente, por que la mayoría de las veces este tipo de actuaciones se ven con agrado por parte de los propietarios, particularmente, los que destinan la fincas a la caza. Con frecuencia, los cortafuegos y áreas cortafuegos acaban convirtiéndose en caminos por donde circula la guardería, así como en tiraderos durante la época de caza.

Desde Ecologistas en Acción venimos denunciando constantemente hace más de una década que es fundamental ampliar y diversificar los criterios a valorar a la hora de diseñar un plan de prevención de incendios forestales.

Nos parece un sinsentido que todas las fincas que superen la superficie de las 400 hectáreas tengan que adoptar actuaciones por separado y de manera independiente para la prevención de incendios forestales, especialmente si de lo que se trata es de la apertura de cortafuegos con lo que ello supone en cuanto a la pérdida de vegetación, deterioro de hábitats de especies protegidas, favorecer la pérdida de suelo y el deterioro, en algunos casos irreversible, del paisaje.

Ecologistas en Acción considera necesario modificar la normativa específica en materia de incendios forestales. La superficie mínima para diseñar y plasmar un plan de prevención de incendios forestales debe de ser de 2.000 hectáreas, pudiéndose ampliar si las características de la vegetación y de la orografía así lo permitiesen. Los cortafuegos, debido a su grave y múltiple impacto ambiental negativo sobre el medio natural, se deben de considerar como la única y última alternativa viable.

Insistimos, es la medida preventiva más destructiva y con frecuencia, la más inútil, puesto que su eficacia está más que cuestionada desde hace décadas. Basta con recordar el incendio de Río Tinto, en Huelva, que posteriormente se extendió a la provincia de Sevilla. En este siniestro forestal el fuego llegó a atravesar dos cortafuegos, uno a cada lado del Río Tinto, de más de 40 metros, hecho que demuestra, y no es el único, su escasa eficacia.

También consideramos fundamental que los técnicos del operativo contra incendios de la Consejería de Medio Ambiente incluyan el principio de multifuncionalidad en los terrenos forestales. Hay que tener siempre presente la triple vertiente ecológica, económica y social de los sistemas forestales, siendo conscientes que según la localización geográfica, las características y la singularidad de las comunidades faunísticas, botánicas y paisajísticas de un terreno forestal determinado, así será la jerarquización entre los tres factores anteriormente mencionados.

La Sierra de Córdoba en general, particularmente su borde que limita con la vega y campiña cordobesa, debe de predominar la funcionalidad paisajística y ecológica, subordinando el resto de factores.