Andando de Madrid a la Sierra.

Juan García Vicente, Ecologistas en Acción de Madrid. Revista El Ecologista nº 37.

El hambre de naturaleza, que millones de personas acumulan a lo largo de la semana en las grandes urbes, es saciado con salidas masivas a zonas naturales. Así, todos los fines de semana encontramos interminables caravanas de vehículos al encuentro de los espacios naturales que queden a su alcance. Estas peregrinaciones son una clara muestra del desarraigo que se tiene en relación con lo que está justo a nuestro lado: se huye a la búsqueda de supuestos paraísos lejanos.

Es cierto que la urbe se desparrama como una mancha de aceite, y el ocio ligado a naturaleza se aleja cada vez más. Pero no es preciso recurrir a grandes desplazamientos: podemos comenzar a disfrutar, desde la misma urbe, con recursos naturales que, aunque maltratados, están a la salida del metro. Este es el caso de la Senda de las Merinas que parte de Madrid hasta su vecina Sierra de Guadarrama.

Por las vías pecuarias hacia espacios protegidos

Los más de 5,4 millones de habitantes de la Comunidad de Madrid –con algo menos de 8.000 km2 de superfice–, ejercen una fuerte presión sobre los espacios naturales de su entorno. Además, estas visitas a menudo se concentran en lugares emblemáticos y nobles, que acaban deteriorándose por la presión que sufren. Sin embargo, existen recursos y ámbitos que no desmerecen nada en relación con aquellos. Y los caminos ganaderos o vías pecuarias nos pueden llevar hasta allí.

Los 4.000 km de vías pecuarias que surcan la geografía madrileña no son un patrimonio desdeñable. La situación de la Comunidad, en el centro peninsular, hace que esta red sea muy tupida –pues sirvió de encrucijada de caminos–. En teoría, podríamos ir de cañada en vereda, o de cordel a descansadero, desde Somosierra hasta el Tajo sin obstáculo alguno. Pero la realidad es diferente: el tremendo y desbocado urbanismo especulativo y disperso, junto con la desmesurada red de infraestructuras viarias, dificulta sobremanera este tipo de trayectos. Sin embargo, aún no es imposible y, por medio de las vías pecuarias, podemos transitar y comunicar muchos espacios protegidos de la Comunidad de Madrid.

Iniciativa de Ecologistas en Acción

A partir de la defensa de las vías pecuarias, por las que los rebaños merinos del Proyecto 2001 llegaban a Madrid desde Picos de Europa o Sanabria, fue madurando la idea de actuar para que las telarañas urbanísticas no taponaran estos caminos ganaderos que son patrimonio público. El paso ocasional de rebaños transhumantes por la capital, otoño tras otoño, dejaba a estas vías pecuarias sin uso ganadero el resto del año. Por ello, estos caminos corrían, corren, serio peligro de invasión y olvido. Se planteaba, pues, una acción en contra de la tendencia general.

Finalmente, el empeño de varias personas de la asociación ha conseguido, a partir de las vías pecuarias existentes, que podamos salir de la ciudad andando –algo hoy día imposible en la mayor parte de su perímetro, a causa de los sucesivos anillos de circunvalación y otras autopistas– y lleguemos, sin interrupción, hasta la Sierra del Guadarrama, un espacio merecedor de ser futuro Parque Nacional. En el camino, partiendo de la Casa de Campo, un Parque periurbano ahora ya engullido por la gran ciudad y su entorno, recorreremos también el Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama.

En definitiva, se recorre una zona muy significativa de la región madrileña, ascendiendo desde la llanura manchega hasta las cumbres graníticas de la Sierra del Guadarrama. En el recorrido se puede ver y disfrutar de todo un catálogo de recursos naturales e históricos, a los que ahora haremos referencia.

La Casa de Campo

La ruta parte de este emblemático parque, que ha sido durante muchos años motivo de discusión entre conservacionistas y gestores municipales de la capital. Innumerables errores de gestión han levantado las iras de los primeros y no parece que la situación vaya a mejorar en el futuro. A pesar de todo, su enorme extensión acoge una serie de recursos tanto naturales como históricos que proporcionan un gran valor añadido a esta ruta senderista.

Su origen se remonta a la época de Felipe II, a mediados del s XVI, cuando comienza la adquisición de fincas próximas al Alcázar árabe que servía como residencia real. Su finalidad era la de servir de finca de caza y recreo, primero para los Austrias y luego para los Borbones. La proclamación de la II República marca un nuevo hito en la historia del Parque, que, el 1º de Mayo de 1931, pasa a ser lugar de recreo del pueblo de Madrid con la entrada masiva de la población madrileña. El parque tenía entonces 1.747 hectáreas, que ahora se han reducido a poco más de 1.000 por concesiones, donaciones, autovías, etc. que han venido limando su patrimonio original. Hasta hace poco la Casa de Campo era un parque periurbano, que el desarrollo urbanístico ha convertido en urbano al quedar engullido por urbanizaciones de Madrid y Pozuelo.

La Senda de las Merinas, atraviesa la Casa de Campo desde su entrada principal, remontando el curso del Arroyo Meaques, tributario del Manzanares. El recorrido por el bosque de ribera es una radiografía de este tipo de ecosistema en donde la biodiversidad es más que notoria. La presencia de gran variedad de vegetación, alóctona en muchos casos, es debida a su propia condición de parque, con fuerte acción antrópica. Muchas especies fueron traídas aquí de lugares exóticos, desde el s. XVI hasta ahora. En todo caso, su interés natural es innegable. Así, por ejemplo, se cuentan más de 70 especies entre su avifauna.

La Senda de Merinas abandona la Casa de Campo observando obras del arquitecto Francisco Sabatini, de indudable valor y casi desconocidas: el Puente de la Culebra, de estilo barroco, digno de mayor reconocimiento y único en la capital; la entrada de los arroyos Meaques y Prado del Rey al Parque mediante un sistema de verjas acopladas a la tapia de cerramiento del s. XVIII, etc.

Justo aquí, a la salida del Parque por el suroeste, donde comienza el término de Pozuelo de Alarcón, entramos en contacto con la red de Vías Pecuarias por las que discurre, íntegramente, esta Senda de las Merinas hasta la Sierra.

Invasión de vías pecuarias en Pozuelo y Majadahonda

El diseño de esta Senda tiene su origen en la reacción de Ecologistas en Acción ante la invasión de la Vereda Camino de las Carreras por obras de urbanización en Pozuelo. Con diversas marchas y acciones de protesta se reivindicó el derecho secular a transitar libremente por esta vía pecuaria. El Ayuntamiento de Pozuelo obvia la Ley de Vías Pecuarias y procede a modificar el recorrido sin respetar la continuidad de la Vereda, cortándola con diversos viales en un tramo vital como es el próximo a la Casa de Campo.

Más allá se urbaniza un largo tramo de la Vereda, desplazándola de su trazado original con los consiguientes cortes en su continuidad. Continuando el trazado de la Senda, se llega al término de Majadahonda. Allí se enlaza con una nueva vía pecuaria, la Vereda de San Antón,que nos va a conducir al Parque Regional del Curso Medio del Guadarrama.

Pero sobre un largo tramo de esta nueva vereda, el propio Ayuntamiento de Majadahonda ha instalado el campo de golf municipal Las Rejas. Este nuevo obstáculo no ha sido óbice para que Ecologistas en Acción haya realizado marchas a través del campo de golf, eso sí, con numerosos incidentes con sus adjudicatarios y su personal de seguridad. De hecho hay abiertos varios procedimientos legales por agresiones y daños que hemos sufrido al impedirnos discurrir por este camino ganadero invadido por el verde césped golfista.

El hecho más notable se produce cuando, en noviembre de 2001, dos mil ovejas merinas pasan por esta Vereda, irrumpiendo por el campo de golf en su camino desde Picos de Europa hasta las dehesas de Extremadura, y antes de pasear simbólicamente por las calles de Madrid. Las actuaciones judiciales abiertas contra los ecologistas originaron una sentencia que marca un hito en la defensa de estos caminos ganaderos, ya que exime de toda responsabilidad a los denunciados –ecologistas y rebaño– por los adjudicatarios de la explotación de este campo de golf.

Parque del Río Guadarrama y la Sierra

Salvados estos obstáculos, no naturales por supuesto, estamos camino del Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama. En ligero descenso vamos observando el bosque de ribera del Guadarrama con el panorama de la Sierra al fondo. Por fortuna el agobio urbanizador ya no es tan notorio, y el río nos descubre la importancia de las venas de agua en los paisajes mediterráneos: la biodiversidad del bosque de ribera contrasta con la monotonía de paisajes más uniformes y austeros.

Una vez que se atraviesa el Parque Regional del Curso Medio del Guadarrama, se inicia la subida de la rampa que nos lleva a los terrenos graníticos de la Sierra. Atravesamos el río Aulencia, que nutre al embalse de Valmayor, y subimos hasta el cruce con la Cañada Real Segoviana en el Alto de Santa Ana, ya en Valdemorillo. Tras un trecho, tomamos la Vereda de Robledo de Chavela, que a través de encinares y vaguadas nos llevará hasta otra Cañada Real, un ramal de la Leonesa Oriental.

Estamos ya a los pies de las Machotas. Confluimos allí con el GR-10, Valencia- Lisboa, por donde transitamos para llegar hasta San Lorenzo de el Escorial. Aquí hay multitud de recursos de variado interés: desde las magníficas fresnedas que jalonan la parte final del recorrido, las Lagunas de Castrejón, el Monasterio de El Escorial, el Bosque de la Herrería, o el arboreto de Luis Ceballos en la subida al Puerto de Malagón o de Abantos.

Finalmente hemos llegado a la Sierra por medio de la red de vías pecuarias madrileñas que, en este caso, sirven de comunicación de la ciudad con espacios naturales de reconocido valor natural. En definitiva, desde la gran urbe es posible acceder a espacios naturales, de la forma más sostenible: a pie, en bicicleta o a caballo, y no morir en el intento.

Mapas

Para fomentar el uso de este itinerario y reivindicar el uso y la defensa de las vías pecuarias, Ecologistas en Acción ha editado un mapa a escala 1:50.000 de todo el recorrido. Se une esta publicación a la de otro sendero, la Senda Real, que permite ir desde la capital a Tres Cantos, Colmenar Viejo y Manzanares el Real, transitando junto al Monte de El Pardo y el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.