La Sociedad Estatal Aguas del Duero (dependiente del Ministerio de Medio Ambiente), la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Salamanca firmaron en julio de 2001 un Convenio para realizar una serie de obras en el tramo urbano del río Tormes a su paso por Salamanca por un importe de 12,62 millones de euros. Entre ellas se encuentran una intervención muy desafortunada en el arroyo Zurguén, donde se procedió a la tala de arbolado y a su encauzamiento con hormigón. Además de la continuación del Parque Fluvial hasta La Aldehuela (Parque de Los Jerónimos) en la margen derecha y la construcción del parque botánico Huerta Otea que ahora se inaugura, entre el Campus y el río (por donde cruzará una nueva carretera según las previsiones del nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Salamanca y del Plan Director del Complejo Hospitalario).

Ecologistas en Acción denuncia la opacidad y el ocultismo de estos proyectos que se tramitaron sin información pública, ni procedimiento de evaluación de impacto ambiental, pese a incidir en zonas seminaturales, impidiendo así la fiscalización y la participación ciudadana. Incluso el Ayuntamiento de Salamanca es un simple convidado de piedra, ya que se limita a darse por enterado de las intervenciones de la Sociedad Estatal Aguas del Duero, mientras en Valladolid, por ejemplo, es el Ayuntamiento el que mediante un Plan Especial de Riberas ordena las actuaciones de esa misma Sociedad.

De forma pomposa algún político habla de que estamos ante un «Plan Integral del Río Tormes» aunque tal cosa no exista. Ecologistas en Acción considera que no se debe confundir una serie de obras con un Plan. El Convenio firmado por los ecologistas y el Ayuntamiento el 5 de febrero de 1999, que permitió reanudar las obras del Puente de San José, que había paralizado el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, contenía el compromiso de elaborar un Plan de Protección y Regeneración de las Márgenes del Tormes, para así compensar los efectos adversos del nuevo puente. También en el Programa Electoral del Partido Popular de las elecciones municipales se incluía este compromiso con la ciudadanía y nuevamente se anunció como uno de los proyectos previstos dentro de la Revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Salamanca.

Pese a todo se carece de un Plan para las márgenes e incluso se acometen obras, como las descritas, de forma descoordinada y llueven los proyectos en este entorno: nuevos puentes en La Serna y en la C/ Vergara, nuevo vial entre el Clínico y el puente de la Universidad, central hidroeléctrica de GRUPOSA en la aceña del Arrabal, reclasificación para uso residencial del polígono industrial del Tormes y de Mirat, cierre de la segunda vía de ronda por las huertas de La Aldehuela, etc… Además crecen las tensiones especulativas en favor de la recalificación de terrenos protegidos en el entorno de las márgenes del río.
El objetivo del Plan que Ecologistas en Acción reclama es proteger las márgenes frente a ocupaciones especulativas y agresiones a sus valores naturales, así como ordenar con criterios comunes las intervenciones en el río, que deben someterse a evaluación de impacto ambiental de acuerdo con la legislación. Dicho Plan debe preceder a cualquier obra.

Frente a quienes quieren convertir el Tormes en un canal de hormigón, con chiringuitos flotantes en el agua, en el más puro estilo del desarrollismo franquista, Ecologistas en Acción cree que el Tormes es un ecosistema vivo, rico y diverso que, integrado, puede servir para mejorar la calidad de vida de los salmantinos. Ese es el reto de cualquier intervención y para ello hay que mantener las islas fluviales, mejorándolas; consolidar las orillas con tratamientos blandos que utilicen vegetación riparia; hacer practicables los caminos; introducir criterios ambientales en la gestión del caudal regulado; limpiar el cauce, las riberas y márgenes, pero sin eliminar la vegetación o las comunidades faunísticas, que constituyen un privilegio que hemos de saber aprovechar de forma imaginativa y respetuosa. Sin olvidar el necesario desmantelamiento del barco-cafetería en el Parque Fluvial ahora abandonado.

Y si preocupa la sedimentación o los vertidos hay que exigir que la nueva depuradora (que tanto retraso ha acumulado) depure todas las aguas residuales, que se concluyan los colectores y emisarios, que cesen los vertidos incontrolados, que se controlen realmente a las empresas que vierten sus residuos al alcantarillado y que se incremente el caudal circulante, que viene determinado por la regulación de la Confederación Hidrográfica del Duero, que desembalsa según su criterio sin atender a las necesidades ambientales. No olvidemos que la nueva traída de aguas a Salamanca (un proyecto faraónico, tan caro como innecesario) ha servido para reducir el caudal circulante del Tormes a la mitad durante el verano, una vez que la ciudad ha dejado de tomar el agua directamente del río, para lo cual hasta ahora había que mantener un determinado caudal regulado desde el embalse de Santa Teresa, con lo cual ha disminuido la capacidad de dilución de vertidos y de autodepuración, al tiempo que se compromete la supervivencia de la fauna piscícola.