Un grupo de 15 voluntarios de Ben Magec –Ecologistas en Acción critica la función que cumple la televisión en la promoción de un modelo de consumo insostenible, el deterioro de la relaciones interpersonales y la desconexión del territorio cercano.

Los voluntarios recrearon situaciones en las que los televidentes permanecían absortos frente al televisor mientras la especulación del suelo arrasaba el medio ambiente más cercano. Todos los espectadores apoyaron entusiasmados el lema “Apaga la televisión. Enciende la imaginación”

Con motivo de la celebración de la Semana Internacional sin Televisión, Ben Magec- Ecologistas en Acción denuncia el papel que la Televisión está jugando en deterioro del territorio y en la desestructuración de las relaciones comunitarias.

La mayor parte de los estudios coinciden en que la televisión es vista una media de 3,5 horas al día, lo que supone el 58% del tiempo libre. Aproximadamente 11 años enteros de la vida de una persona. Esta semana persigue poner en cuestión un modelo de consumo insostenible que la televisión celebra cada día.

Aprovechándose de la dificultad que el cerebro (y en especial el sistema emocional) tiene para distinguir entre la realidad y las imágenes virtuales, la televisión reduce y degrada las interacciones de las personas entre sí y con el territorio y las sustituye por la contemplación de un espacio virtual seleccionado intencionalmente al servicio de la comercialización a gran escala. Esta escapada virtual está haciendo que muchas personas se desentiendan del fuerte deterioro que está sufriendo el territorio. Y también de lo que le ocurre a las personas “reales” más próximas como vecinos, compañeros o familiares. Las personas reales se sustituyen por virtuales, y se dificulta con ello la articulación de relaciones colectivas tan necesarias para la supervivencia y el cuidado del territorio.

La televisión muestra y hace apetecible un modo de producción y consumo insostenible para el planeta. Destruye la enorme diversidad de producciones locales (que carecen de poder para influir en la televisión), en general menos agresivas para el medio ambiente y las sustituye por una producción masiva y homogénea controlada por un número muy reducido de grandes compañías. La televisión al aislar a las personas, que dejan de hablarse entre sí, y desconectarlas del territorio, se convierte con frecuencia en un referente superior a la realidad misma, de forma que podemos llegar a creer que lo que no sale en la televisión no existe.

Para Ben Magec-Ecologistas en Acción, la televisión está deteriorando el sistema de comunicación bidireccional entre personas y lo está sustituyendo por un sistema de difusión fundamentalmente unidireccional en el que unos pocos hablan a millones de personas que permanecen calladas,con consecuencias graves para la articulación de la sociedad y de la cultura ligada al territorio. La televisión selecciona, como un telescopio, un puñado de hechos, muchos de ellos lejanos, entre los numerosos acontecimientos que ocurren y los envía a millones de personas que dejan de ver el resto de acontecimientos próximos a ellas. Las personas son acostumbradas así a ver el mundo sin actuar sobre él, creándose un estado de aturdimiento e indefensión en el que crece con facilidad la parálisis social y la frustración.

Si se mira el planeta desde un satélite se observa que las llamadas zonas “desarrolladas” del planeta son manchas grises y borrosas que se expanden al modo de una enfermedad. Pues bien, a la vez que el planeta se ha hecho más borroso y descolorido, la televisión, como si fuera una estudiada correlación inversa, ha ido adquiriendo más colores y una mayor definición. Las ventanas han ido siendo sustituidas por pantallas y se ha ido dejando de mirar la realidad de forma directa. La referencia de la realidad ya no es la observación directa de millones de ojos, sino lo que la pantalla muestra.