Actualmente existen 23 atalayas en Alicante, declaradas el año 1997, Bien de Interés Cultural (BIC),y que corren serio peligro de desaparecer víctimas de la desidia de la administración y de la lacra del urbanismo descontrolado, que no respeta ni el patrimonio natural ni el cultural . Estas construcciones están catalogadas según la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano y gozan teóricamente de una protección «por sus singulares características y relevancia para el patrimonio cultural, son objeto de las especiales medidas de protección, divulgación y fomento». Estas fortificaciones se construyeron entre los siglos XVI y XVII para proteger la costa alicantina de las incursiones de piratas berberiscos.

Años atrás, las fortificaciones se contaban por decenas, pero hoy sólo quedan estas 23, de las cuales una está en la isla de Tabarca -la torre de Sant Josep- y otras tres se encuentran en estado de ruina o sólo quedan los cimientos: la torre del Cap de L'Horta, en cuyo lugar se encuentra un faro en una zona propiedad de la Autoridad Portuaria de Alicante; la torre Guixot o Tres Olivos, de propiedad desconocida, como explica el Plan Especial de Protección de las Torres; y la torre de Agua Amarga, situada en la Ciudad de la Luz y de propiedad pública. Un caso sangrante fue el derribo de la Torre Brisó situada en el Paraje Natural del Clot de Galvany, en Santa Pola (dentro del sector CJ-5 que se reclasificó a suelo urbanizable), y del que hasta la fecha no se han derivado responsabilidades.

Este Plan Especial de Protección de las Torres de la Huerta reduce en aproximadamente 2,3 millones de metros cuadrados (230 hectáreas) los entornos de protección que en 1997 se definieron por parte del Ministerio de Cultura para 20 de las 23 torres que se declararon en ese año como Bienes de Interés Cultural con la categoría de monumento.

En el caso de las torres no vinculadas a la antigua huerta de Alicante, la reducción alcanza los 930.000 metros cuadrados, distribuidos del siguiente modo: 130.000 metros cuadrados en el caso de la Torre Bourguñó y 400.000 metros cuadrados tanto en el caso de la Torre San José en Tabarca como en el caso de la Torre de Agua Amarga, en el ámbito del Plan Especial de la Ciudad de la Luz. Respecto a las fortificaciones situadas en el espacio que ocupó la huerta tradicional de Alicante, en algunos casos ya completamente urbanizada, la reducción alcanza 1,37 millones de metros cuadrados. Por lo tanto, el objetivo fundamental de este plan especial es reducir la protección y la extensión de los entornos de protección, para que los proyectos urbanísticos que se presenten para urbanizar lo queda de la antigua huerta de la zona de la Condomina de Alicante, tengan los menores problemas con este patrimonio cultural y arqueológico de incalculable valor.

En resumen, un ejemplo más del poco interés por proteger nuestro patrimonio, cuando toda esta zona debería declararse parque cultural, no sólo por la protección de las torres sino de lo poco que queda de la huerta de Alicante, aparte de otros elementos como los caminos, veredas, así como la red de riego tradicional. Sin olvidar el valor indiscutible de ciertos cultivos, destacando los de olivos y algarrobos, asociación vegetal de un valor ecológico excepcional que está desapareciendo de toda la comarca de l'Alacantí.