Una nueva y peligrosa apuesta para mantener el consumo de combustibles fósiles.

Guadalupe Grandoso, Ecologistas en Acción de Cantabria. Revista El Ecologista nº 71.

El agotamiento de los yacimientos convencionales de petróleo y gas, unido al aumento de la demanda, ha impulsado a las compañías energéticas a buscar nuevos yacimientos en zonas más inaccesibles o de difícil extracción. En este contexto, la fracturación hidráulica (‘fracking') permitiría acceder al gas contenido en estratos de pizarra y atender la demanda de gas de las próximas décadas. Sin embargo, se ha convertido en un método de extracción muy controvertido ya que la experiencia en Estados Unidos demuestra que supone una seria amenaza para el agua, el aire y la salud de las personas.

El gas natural, compuesto fundamentalmente por metano, se forma por enterramiento y descomposición parcial de restos de seres vivos bajo toneladas de materiales. Si el gas se ha formado en rocas porosas y permeables, como la arenisca, migra a través de los poros hacia estratos superiores hasta encontrar una capa impermeable, formando bolsas. Para su extracción se perfora hasta estas bolsas y, debido a la gran presión a la que está sometido, sale al exterior. Es la forma convencional de extraer gas.

Pero si su formación se produce en rocas impermeables, como la pizarra, el gas permanece inmóvil en los poros repartidos por todo el estrato; no bastaría con perforar sino que habría que, además, romper la roca para que el gas pueda salir. Las características de este tipo de yacimientos hacen que la extracción sea técnicamente más compleja y más cara que la del gas convencional.

Para extraer gas mediante fracking (fracturación hidráulica) se realiza una perforación vertical de 1.000, 2.000, o incluso 5.000 m, hasta llegar a la capa de pizarra, y a continuación se perfora horizontalmente 3 o 4 km. Posteriormente, se fractura la roca inyectando a altas presiones una mezcla de agua con arena (98%) y una enorme variedad de productos químicos muy tóxicos (2%) [1]. La arena mantiene las fracturas abiertas permitiendo la salida de gas y tras liberar la presión, el gas y el líquido inyectado salen al exterior. Se estima que se recupera entre un 15% y un 85% del líquido inyectado; el resto permanecerá en el subsuelo. Parte del líquido recuperado, muy contaminado, puede ser reutilizado para una nueva fracturación pero la mayor parte se almacena en balsas al aire libre desde donde deberá ser transportado en camiones a plantas de tratamiento o bien se reinyecta en pozos a gran profundidad.

50.000 pozos en Estados Unidos

Hasta el momento EE UU es el único país donde la fracturación hidráulica ha tenido un desarrollo a gran escala; ya se han perforado más de 50.000 pozos. Pero tras 15 años de extracción frenética sin ningún tipo de control, los daños producidos a las poblaciones próximas a las zonas de extracción, han hecho surgir un importante movimiento de oposición ciudadana que ha conseguido ser escuchado por la clase política y establecer una suspensión temporal en Nueva Jersey, Nueva York y Pensilvania ante el riesgo de contaminación del agua potable.

Además de la transformación del territorio, los problemas ambientales que genera esta técnica se deben a las fugas de metano y a la gran cantidad de productos tóxicos utilizados [2]. Los tóxicos presentes en la mezcla de líquidos inyectados pueden llegar a los acuíferos de agua potable y a los ríos por accidentes de los camiones que los transportan, por derrames desde tuberías, válvulas o desde las balsas donde se acumula el líquido de desecho, muchas veces mal aisladas. Una fuente de contaminación añadida son los elementos radiactivos y los metales pesados presentes en las capas de pizarras y disueltos por el agua inyectada con la que salen a la superficie. También, el revestimiento de los tubos del pozo pude agrietarse y dejar escapar tanto el agua tóxica inyectada como el propio metano. Existen numerosos casos de agua contaminada con sustancias empleadas en la fracturación [3].

Respecto al agua contaminada que queda en el subsuelo, la industria insiste en que no representa ningún peligro ya que permanece en las capas más profundas. Hasta el momento no se ha demostrado que este fluido migre hacia capas más superficiales pero se conoce muy poco del movimiento de fluidos y gases en el subsuelo. Lo que sí podría ocurrir es que este líquido desplace agua profunda, con una actividad radiactiva 3.000 veces superior al agua superficial, hasta los acuíferos.

Por otra parte, la Universidad de Duke ha realizado un estudio que demuestra que los pozos de agua potable cercanos a los lugares de extracción tienen concentraciones muy elevadas de metano [4]. En este mismo artículo se señala que: “Aunque el metano disuelto en el agua no está clasificado como un peligro para la salud por ingestión, es un asfixiante en espacios cerrados y un peligro de fuego y explosión”. En Pensilvania, donde se realizó el estudio, el agua del grifo arde literalmente y algunas casas han explotado después de que el gas se colara en sus sótanos.

Riesgos para la salud

Parte de los tóxicos empleados son volátiles por lo que pasan fácilmente al aire tanto por fugas desde el pozo como desde las balsas donde se almacena la mezcla de desecho. En el aire de las zonas donde se está desarrollando el fracking se han detectado niveles extremadamente altos de compuestos orgánicos volátiles tóxicos y carcinógenos como benzeno, tolueno, xilenos, naftalenos y disulfuro de carbono, así como otros 35 compuestos químicos diferentes [5].

Teniendo en cuenta la presencia de estos contaminantes en el agua y en el aire es lógico pensar que existe un alto riesgo para la salud de las personas. Según la legislación estadounidense, a pesar de la toxicidad de los compuestos, las compañías no están obligadas a informar de la composición del fluido utilizado, por lo que, a pesar de las evidencias, no resulta fácil relacionar enfermedad y fracturación. El caso más estudiado sobre esta relación es Dish, un pueblo de Texas rodeado de pozos. En esta localidad, el 61% de las enfermedades registradas estaban asociadas a los contaminantes empleados [3].

Otro aspecto a tener en cuenta es el riesgo de terremotos. En marzo de 2011, dos compañías suspendieron su actividad para que se estudiara la relación entre las actividades de inyección de líquidos y los 800 seísmos ocurridos en 6 meses. Tras el cierre de los pozos el número de seísmos disminuyó.

El espectacular desarrollo de fracking en EE UU se debe a varios factores: el alto precio del gas natural, un desarrollo tecnológico que ha permitido reducir costes, incentivos fiscales y una falta total de regulación ambiental. La Ley de Política Energética ha eximido a esta industria del cumplimiento de la Ley de Seguridad para el Agua Potable y de Calidad del Aire y de todo tipo de control ambiental llevado a cabo por parte de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA). Según datos de la Agencia de Energía estadounidense la producción de gas pizarra ha pasado de suponer el 1,4% del suministro total de gas de EE UU en 1990 al 14,3% en 2009, pudiendo alcanzar un 24% para 2035.

Ante la promesa de la gran abundancia de gas, al menos hasta 2050, el lobby gasístico está dedicando grandes esfuerzos en convencer a los gobiernos de que es mucho más barato utilizar gas que invertir en energías renovables y pretende presentar el gas como una alternativa verde al petróleo y al carbón ya que emite menos CO2. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Cornell demuestra que las fugas de metano en los procesos de fracking pueden tener un impacto muy negativo en el balance de gases de efecto invernadero ya que el metano es un gas invernadero mucho más potente que el CO2 [6].

Países que se suman, países que se protegen

Las buenas perspectivas de negocio han impulsado a la industria del gas a expandirse más allá de EE UU [7]. Según los estudios realizados hasta el momento, China estaría a la cabeza en cuento a número de reservas, seguida de EE UU, Argentina, Méjico, Sudáfrica, Australia, Canadá, Libia, Argelia y Brasil. En Europa, con unas reservas inferiores, también se está planteando la posibilidad de este tipo de extracción y ya se han realizado exploraciones en Polonia, Austria, Alemania, Reino Unido y Francia.

A nivel mundial, el debate sobre el gas pizarra ha pasado de tener una dimensión solamente económica a polarizarse hacia cuestiones ambientales dados los enormes riesgos que supone. Así, en 2010, la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo encargó un informe [8] en el que se concluye que la fracturación hidráulica tendría efectos devastadores sobre el territorio y que existe un alto riesgo de contaminación del agua potable y de efectos negativos sobre la salud humana. En este mismo informe se recomienda el desarrollo de una nueva Directiva a nivel Europeo para regular esta actividad y que todos los productos químicos utilizados sean revelados públicamente.

La inexistencia de una Directiva Europea ha permitido que cada país haya tomado decisiones muy diferentes al respecto. Mientras en Francia el Parlamento ha aprobado una Ley por la que prohíbe la fracturación hidráulica y se han revocado los permisos ya concedidos a empresas como Total, Vermilion Energy Inc. (FP), Toreador Resources Corp. (TRGL) y Schuepbach Energy LLC [9], en Reino Unido ya se ha iniciado su explotación. En este país, en enero de 2011 el Centro Tyndall, adscrito a la Universidad de Manchester, publicó un informe en el que advertía sobre los graves daños ambientales y proponía una moratoria a estas actividades [10]. Actualmente existe una importante oposición social. En Holanda, el Gobierno ha concedido permisos de investigación y apuesta por este tipo de extracción en nombre del interés nacional. Por el contrario, en Dinamarca se ha decidido trabajar por la eficiencia energética, la reducción de las emisiones de CO2 y las energías renovables por lo que ni siquiera se ha planteado un debate. Suecia también apuesta por las renovables pero permitiría la fracturación a pequeña escala y bajo un marco regulatorio adecuado.

Polonia es, hasta el momento, el único gobierno europeo que ha acogido con euforia las posibilidades del fracking y donde también la población está más dispuesta a aceptar sus inevitables costes ambientales. Existen más de 100 concesiones a grandes compañías como Chevron, Marathon Oil, Exxon Mobil, Conoco Phillips y ENI. Hay que tener en cuenta que Polonia tiene una gran dependencia del gas ruso, lo que ha provocado varias crisis de suministro en los últimos años. Aunque no es la única causa, puesto que tanto el Gobierno como la población perciben el fracking más como una oportunidad que como un riesgo y solo se ven los beneficios y oportunidades económicas, dejando de lado cualquier tipo de cuestión ambiental. Tanto es así que para evitar los límites que podría representar el desarrollo de una legislación europea, el Instituto Polaco para Asuntos Extranjeros ha realizado un informe en el que cuestiona la necesidad de una regulación a nivel europeo [11].

Más allá del debate europeo, el potencial contaminante de las actividades de fracking ha influido en países como Australia, donde existe una moratoria y preparan una norma para prohibir la utilización de benceno, tolueno, etilbenceno y xileno. También en Canadá y en Sudáfrica se han paralizado los proyectos hasta que se puedan evaluar mejor los riesgos y existan evidencias concluyentes de que no habrá efectos no deseados. Incluso EE UU, con un lobby gasístico muy poderoso, se está planteado establecer algún tipo de regulación, y finalmente la EPA publicará en 2012 un estudio para determinar los riesgos asociados. Aunque quizás no hay que esperar tanto para conocer los resultados de este trabajo, ya que The New York Times ha publicado filtraciones de un informe interno de la EPA en el que se demuestra el enorme potencial contaminante de la fracturación y la mala gestión que de estos contaminantes hace la industria, que en más de una ocasión ha eliminado directamente toneladas de agua contaminada en los ríos [12].

España también se ha dejado convencer por las promesas del fracking y ya se han concedido varios permisos de investigación en todo el Estado con el Gobierno vasco a la cabeza. Tanto es así que el Lehendakari ha viajado a Dallas para visitar dos compañías energéticas. Si la explotación se llevara finalmente a cabo las compañías estadounidenses se quedarían con el 60% de los beneficios y el País Vasco solo con el 40%, además de un territorio en el que quedaría restringido o excluido cualquier uso posterior de la zona contaminada. Justo lo contrario al más elemental criterio de sostenibilidad.

Fracking en Cantabria
El anterior Gobierno de Cantabria ha concedido un permiso de investigación (Arquetu) a la compañía Trofagás para la extracción de gas mediante fracturación hidráulica. Este permiso, de 6 años de duración, contempla la perforación de 4 pozos. Cada pozo supone la perforación, estimulación por fractura y test de producción, con una inversión no menor de 5 millones de euros y concede derechos para una posterior concesión de explotación.

El territorio afectado ocupa 24.876 hectáreas de los ayuntamientos de San Vicente de la Barquera, Valdáliga, Rionansa, Tudanca, Udías, Cabezón de la Sal, Ruente, Cabuérniga y Los Tojos. Una zona con casi un centenar de elementos del Patrimonio Cultural, en la que se sitúa parte de los Parques Naturales de Saja-Nansa y Oyambre, y que ha apostado por la ganadería, la agricultura y el turismo rural, actividades del todo incompatibles con este tipo de extracción de gas.

A pesar de las graves consecuencias ambientales que supone el desarrollo de la fracturación hidráulica, el permiso se ha concedido sin realizar una Evaluación de Impacto Ambiental previa y con una deficiente e incompleta información de los trabajos que se van a realizar.

Tanto asociaciones como Ecologistas en Acción de Cantabria, Mortera Verde, 15M de Cabezón, Santander y Torrelavega, Concejo Tres Mares y Red Cambera, como la Mancomunidad Saja-Nansa (formada por los nueve ayuntamientos afectados) han presentado un recurso de reposición para impedir que el proyecto se lleve a cabo.

Varios colectivos y personas se han organizado en una Asamblea contra el Fracking cuyas actividades, noticias y convocatorias, así como una gran cantidad de información referida a la fracturación, pueden consultarse en el blog: http://fracturahidraulicano.wordpress.com/

[1] Lista de productos químicos utilizados en el proceso de fracturación hidráulica en Pensilvania (datos obtenidos a partir de la propia industria). Oficina de Protección Medioambiental para la gestión de gas y petróleo. Entre estos compuesto hay tóxicos para organismos acuáticos, tóxicos agudos, cancerígenos probados, sospechosos de ser cancerígenos, elementos mutagénicos y otros con efectos sobre la reproducción. http://www.dep.state.pa.us/dep/deputate/minres/oilgas/new_forms/marcellus/Reports/Frac%20list%206-30-2010.pdf

[2] En un sólo pozo se inyectan entre 9 y 29 millones de litros de agua mezclados con otros que contienen las sustancias químicas. Una vez terminada la fracturación se recuperan entre 1,3 y 23 millones de litros de agua altamente contaminada. Teniendo en cuenta que un pozo se agota en menos de 5 años, el mantenimiento de una producción continuada necesita la perforación de miles de pozos. En Texas se han abierto 15.000 nuevos pozos en un periodo de 5 años.

[3] Earthwork's Oil & Gas Accountability Project: Natural Gas Flowback. How the Texas natural gas boom affects health and safety.

[4] S. G. Osborn y otros. “Methane contamination of drinking water accompanying gas-well ddrilling and hydraulic fracturing” Proceedings of National Academy of Sciences, abril 2011

[5] Wolf Eagle Environmental.. 15 sept 2009. Town of DISH, Texas Ambient Air Monitoring Analysis. http://www.bseec.org/sites/all/pdf/airquality/13.pdf

[6] R. W. Howarth, R. Santoro, A. Ingraffea “Methane and the greenhoyse-gas footprint of natural gas from shale formations” Climatic Change, marzo 2011.

[7] Informe de la EIA sobre los recursos mundiales de gas pizarra en 14 regiones fuera de EE UU. http://www.eia.gov/analysis/studies/worldshalegas/

[8] Impacts of shale gas and shale oil extraction on the environment and on human health (junio, 2011)
http://www.europarl.europa.eu/document/activities/cont/201107/20110715ATT24183/20110715ATT24183EN.pdf

[9] Ley 2011-835, de 13 de julio de 2011, aprobada por la Asamblea Francesa, para la prohibición de exploración y explotación de hidrocarburos líquidos o gaseosos y para derogar los permisos exclusivos de proyectos mediante fracturación hidráulica.
http://www.assemblee-nationale.fr/13/dossiers/interdiction_exploration_exploitation_hydrocarbures_non_conventionnels.asp

[10] Shale gas: a provisional assessment of climate change and environmental impacts. The Tyndall Center for Climate Change Research, University of Manchester (abril 2011).
http://www.tyndall.ac.uk/sites/default/files/tyndall-coop_shale_gas_report_final.pdf

[11] Instituto Polaco para Asuntos Extranjeros: Path to Prosperity or Road to Ruin? Shale Gas Under Political Scrutiny http://www.pism.pl/files/?id_plik=8613