Un plan energético que a pesar de sus aciertos no asume los más mínimos compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Rafa Sánchez y Alfredo Rueda, Ecologistas en Acción – Ekologistak Martxan. Revista El Ecologista nº 50.

El principal problema ambiental al que se enfrenta el Planeta es el cambio climático, que como es sabido está directamente relacionado con el consumo de energía: el 78% de las emisiones de gases de efecto invernadero en España están relacionados con el uso de la energía.

Mientras se escriben estas líneas, en octubre de 2006, el Plan Energético de Navarra 2005-2010 está finalizando su periodo de información pública. Un plan que es de vital importancia para el medio ambiente, necesita un mayor debate social, de exposiciones claras y divulgativas, antes de su aprobación definitiva, cosa que el Departamento de Industria está escamoteando a la sociedad navarra.

Hoy en día es más necesario que nunca ese debate social. Por un lado, por lo previsto por la nueva Ley 27/2006 del derecho a la información, de participación pública y de acceso a la justicia en materia de medio ambiente. Y, sobre todo, porque hay una falsa percepción de la energía en Navarra. Los árboles no dejan ver el bosque. El espectacular desarrollo de las energías renovables (65% del consumo eléctrico, 14% del consumo de energía), ocultan una paradójica realidad: Navarra aumenta desmesuradamente su consumo energético, alejándonos del camino de la sostenibilidad. El propio plan reconoce que mientras el Estado español entre los años 2000 y 2003 ha aumentado un 3,92% su consumo energético, Navarra ha aumentado en 5,05%.

Hay que reconocer que el Plan Energético de Navarra tiene aspectos positivos. Incorpora un amplio capítulo de ahorro y eficiencia energética, que en el anterior plan era testimonial. Para ello utiliza herramientas adecuadas como los planes de movilidad o las medidas sociales y educativas.

El plan es realista en el peor sentido, puesto que se adapta a la situación actual, dejándose llevar por la inercia de la economía y la cultura imperantes (“yo sigo con mi modelo de desarrollo, a pesar de sus nefastos costes sociales y ambientales”) a sabiendas de que se trata de la política del avestruz.

¿Cómo se puede aceptar que el plan energético de Navarra asuma que las emisiones de CO2 de la Comunidad Foral aumenten un 89,7% en 2010 con respecto a las emisiones de 1990 cuando el protocolo de Kioto establece un aumento máximo de un 15% para el mismo año? Y eso que los científicos consideran claramente insuficiente este objetivo para hacer frente al calentamiento global.

Es un plan realista y neoliberal, que al igual que las estrategias energéticas europea y española, hacen esfuerzos por liberalizar el mercado de la energía, por abaratarla, pero no por caminar hacia la sostenibilidad. La política ambiental sigue siendo un apósito, un brindis al sol, sin compromisos reales: “ni un solo paso que ponga en cuestión el crecimiento económico”. De esta manera el plan reiteradamente justifica, con muy cuestionables razones ambientales, la duplicación de las centrales térmicas de Castejón.

Tampoco establece medidas ejemplares para la propia administración, que debería liderar una revolución cultural en el uso eficiente y sostenible de la energía, especialmente en el ámbito de la movilidad. Son tímidas sus propuestas como la campaña de reducir un grado la temperatura de las dependencias públicas.

Hoy en día, dado el continuo aumento de la brecha entre las naciones del Norte y del Sur debido a la falta de equidad en las relaciones internacionales, resulta necesario que un plan de estas características destine un capítulo, por ejemplo el 0,7% sin contrapartida, al impulso de las energías renovables y al ahorro y la eficiencia energética en los países del Sur.

En resumen, un plan energético que a pesar de sus aciertos en renovables, ahorro, eficiencia y medidas educativas, no asume los más mínimos compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, ignorando el camino de la sostenibilidad y la solidaridad internacional.