El precio de luchar contra las transnacionales

Berta Isabel Zúñiga Cáceres fue asesinada el pasado 3 de marzo. Su lucha por la defensa del medio ambiente y la justicia social le ha costado la vida. Su perseverancia, siempre valiente, por el medio y las personas que lo habitan, contra las multinacionales y el mal gobierno, ha sacado a cientos de personas a la calle para recordarla estos días.

La muerte de Berta ha conmocionado a los y las activistas de todo el mundo. Su asesinato no es el único. Pero pone de manifiesto que luchar por la defensa de la tierra es luchar contra el capitalismo y la avaricia sin fin de las transnacionales.

La sangre vertida por Berta Cáceres también pone de actualidad a Honduras, ese pequeño país de Centroamérica que no ocupa la agenda de los grandes medios de comunicación.

Berta no se ocultó. Como no lo hicieron miles de ciudadanos en las calles de Tegucigualpa y en el resto del país, contra el golpe militar del 28 de junio de 2009 y a favor del Gobierno democráticamente elegido de Manuel Zelaya. Mel, como se le nombra a Zelaya, tenía como principal bandera en su programa electoral la reforma agraria, también la protección del medio ambiente y el respeto a los territorios indígenas.

Pero en enero de 2010 los militares pusieron al frente del país a un gobierno títere e instalaron la impunidad y la represión contra activistas, estudiantes, campesinado, defensoras de derechos humanos y contra la población en general. Finalmente, de nuevo en Latinoamérica, triunfó la oligarquía, grandes terratenientes y ganaderos. El acceso a la tierra se sigue librando en la región Bajo Aguán y se cobra vidas a diario. Miguel Facussé, René Morales o Reynaldo Canales son los empresarios que controlan casi todo el país. Por cierto, Facussé fue agasajado y condecorado en 2014 por el Gobierno español. Mientras, organizaciones de derechos humanos denuncian que paramilitares al servicio de ese empresario ejercen la violencia contra campesinos y campesinas.

No es casual, que la multinacional Monsanto celebrase con júbilo el golpe de Estado. Sus vínculos con los terratenientes hacen que tenga su paraíso de maíz transgénico sembrado en toda en la república hondureña.

Y Berta no se calló cuando, en agosto de 2009, el gobierno golpista aprobó la Ley General de Aguas que entregaba decenas de recursos hídricos a las multinacionales y derogó las normativas que prohibían proyectos hidroeléctricos en zonas protegidas. El pueblo lenca es uno de los más afectados con más de 17 represas en su territorio. Pero son más de 40 los proyectos hidroeléctricos repartidos por todo el país contra los que lucha el campesinado hondureño, contra decenas de planes mineros y por recuperar el territorio.

En 2013 se aprobó la construcción del proyecto Aguas Zarca, cerca de la Reserva de Vida Silvestre Montaña Verde. En esa lucha estaba Berta, contra la entrega durante 20 años el río Gualcarque, río sagrado para los indígenas lenca, a la multinacional china Sinohydro y la empresa hondureña DESA.

Fue defensora indígena y representante durante años del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y por eso le fue arrebatada la vida, mientras dormía, con cobardía, por sicarios, presuntamente, de la multinacional china y la hondureña DESA.

Berta luchó no solo por la tierra, también contra el patriarcado, porque las mujeres son las más afectadas por las transnacionales como explicamos en uno de nuestros reportajes en este número. Berta recibió en 2015 el premio Goldman por su defensa del territorio.

En Honduras se quiere seguir instalando el miedo y así continuar con grandes extensiones de tierra dedicada a monocultivos para agrocombustibles, permisos de minería a cielo abierto y proyectos para grandes hidroeléctricas. El Observatorio de la Violencia de Honduras da datos escalofriantes de decenas de muertes: campesinos y campesinas, activistas, periodistas… No en vano, Honduras, se ha convertido en el país más violento del mundo.

Desde Ecologistas en Acción denunciamos que la defensa del medio ambiente se siga pagando con la vida. Son muchas las Bertas, muchas mujeres anónimas, también hombres, los que están pagando la avaricia de un sistema que está destruyendo el planeta.

Berta, que la tierra que amaste y defendiste te sea leve.

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