En contra de las declaraciones del consejero de Industria y Empleo del Principado, Graciano Torre, la realidad es que la aplicación del Protocolo de Kioto a las Centrales Térmicas Asturianas aún permitiría mantener la actual producción de antracita y doblar la de Hulla.

Los efectos sobre las Centrales Térmicas asturianas de la aplicación de una serie de normativas ambientales tendrán, sin duda, efectos importantes; así, las nuevas normativas de Techos Nacionales de Emisión; la normativa sobre Grandes instalaciones de Combustión, aprobada inicialmente en 1988 y que ha concedido casi 20 años a las CT asturianas para poder adaptarse a los nuevos y límites de emisiones contaminantes, especialmente los precursores de lluvia ácida; la exigencia de realizar un nuevo proyecto de adaptación para lograr la Autorización Ambiental Integrada demostrando que se utiliza una “mejor técnica disponible” para la gestión de los vertidos al agua y a la atmósfera, así como en la gestión de residuos, y los Planes y Programas de Calidad del Aire, necesitarán inversiones que podrán incidirían sobre los beneficios empresariales o sobre los precios de sus productos.

Estas Inversiones, de no hacerse, nunca suponen un ahorro ya que serán, sin duda, mucho menores que los gastos que la sociedad en su conjunto realiza y bebería seguir realizando, para evitar o corregir los daños, a la salud, a medio ambiente y a los bienes culturales que se producen.

Pero lo que desde luego no es cierto, es que la aplicación a las Centrales Térmicas asturianas del Protocolo de Kioto impida quemar cualquier reserva estratégica de carbón, incluso si se consigue mantener la de antracita y doblar la de hulla.

Así, incluso con una reducción de emisiones por parte de las CT que supusiera una reducción, de un 30% de carbón; no existe ninguna otra tecnología que permita hacerlo; se podría mantener la actual producción de antracita, manteniendo los actuales, e importantes niveles de exportación fuera de Asturies, simplemente reduciendo las importaciones en un 50%. Además y con esa misma reducción de emisiones, se podría doblar la actual producción de hulla simplemente reduciendo las importaciones en un 33% e incluso si disminuyese su empleo en otros sectores, como la obtención de coque, o el siderúrgico, existiría margen suficiente ya que aún así, sería necesario importar carbón para las propias CT, alcanzando un monto total, en ese momento de cuatro veces la producción actual de hulla asturiana.