Hoy, comenzará el llenado del vaso de la presa de Irueña, primer paso para que este polémico proyecto termine de consumarse. Ecologistas en Acción de Salamanca se ve en la obligación de reiterar una vez más los argumentos que sostiene para entender la obra como innecesaria (por tanto, no servirá para evitar las periódicas inundaciones) frente a quienes se empeñan en defender a toda costa que el embalse es la solución a todos los problemas de la zona.

Primero se empezó hablando de que Irueña serviría para la puesta en riego de 14.000 Has. y para el abastecimiento de poblaciones. A lo largo de los años ha quedado en evidencia que eran argumentos demagógicos y que en este como en otros muchos proyectos primero se fija un objetivo y más tarde se busca su justificación reorientándolos según conveniencia.

El nuevo regadío es inviable y ya no se habla de él y el abastecimiento, que era un problema, se ha resuelto con obras alternativas, tal y como se pedía desde Ecologistas en Acción. Incluso Fuenteguinaldo que durante años hizo uso de este asunto como coartada para pedir el embalse de Irueña ha realizado una nueva toma de agua sin necesidad de la presa.

Ahora que ya sólo queda el argumento de la laminación de las avenidas del río se recurre a él con la misma demagogia que se utilizó en su momento el abastecimiento de agua. Pero para valorar la eficacia de esta obra es preciso recordar que, según los datos de la Confederación Hidrográfica del Duero, Irueña sólo regularía el 60 % del agua que llega a Ciudad Rodrigo en una crecida. El otro 40 % procede del río Agadón, que queda sin regular al estar por debajo de Irueña, sin contar con los diversos arroyos que realizan sus aportes al Águeda en término de Ciudad Rodrigo. Además que exista un embalse no garantiza que no se vayan a producir inundaciones. Además, el Águeda acusa una elevada torrencialidad agravada por un cauce encajado en su parte alta, y la deforestación de la cuenca en los últimos años contribuye a esta situación al disminuir la capacidad de absorción de las precipitaciones y favorecer la escorrentía superficial. La desaparición, programada, del bosque de ribera agrava el problema ya que este tipo de vegetación actúa de “esponja” en las crecidas.

Por otra parte debemos preguntarnos por qué son tan graves las consecuencias de las inundaciones. Aguas abajo del actual embalse del Águeda el cauce se ensancha formando una amplia llanura de inundación. Históricamente el cauce se ha ocupado, pero sobre todo recientemente se han continuado construyendo instalaciones de todo tipo e incluso viviendas en él, contraviniendo la planificación urbanística de Ciudad Rodrigo y el Reglamento de Dominio Público Hidráulico, ante la pasividad del Ayuntamiento y la Confederación Hidrográfica del Duero. Además se ha
descuidado el mantenimiento del embalse del Águeda, se han vertido escombros al cauce, se han dejado cegar aliviaderos y vanos de los puentes y todo ello magnifica el efecto de las crecidas. Muchos que acusan a los
ecologistas de “no dejar” limpiar el cauce del Águeda (como si pudieran decidir), han tolerado negligentemente estos hechos.

Ecologistas en Acción exige que se investigue si la gestión del desembalse en la presa del Águeda está siendo correcta; si el comportamiento de esta presa es adecuado; si el estado del cauce y los arroyos, como el Bodón,
contribuye a agravar las crecidas; por qué los muros de contención no responden, pese a que cuando fueron recrecidos se dieron garantías de que serían defensas eficaces; o si las obras de construcción del dique de
Irueña o de la conversión en autovía de la N-620 retienen el caudal.

Por último, aclarar que si se va a proceder al llenado parcial del vaso y no a su totalidad es porque las Autoridades Judiciales aún no lo permiten, dado que aún la tramitación en vía judicial no ha llegado a su fin. Simplemente se ha procedido a un levantamiento parcial de las medidas cautelares (prohibición del llenado, cierre de compuertas…, circunstancia que se ha aprovechado para, sin esperar a que se resuelva la cuestión de forma definitiva, poner en marcha el proyecto con actuaciones que se antojan de irreversibles consecuencias.