• Continuando con el formato usado desde 2016, el informe ‘Banderas Negras 2018’ selecciona dos banderas por cada provincia litoral, más Ceuta y Melilla. Las dos banderas se corresponden a casos de contaminación y de mala gestión ambiental.
  • Se han adjudicado un total de 48 banderas en todo el Estado, las cuales ofrecen una visión homogénea de estas dos problemáticas recurrentes en los casi 8000 kilómetros de costa.

[Informe] Banderas Negras 2018

En el informe ‘Banderas Negras 2018’ aparecen algunas banderas de años anteriores, como el caso de la ampliación del puerto de Melilla, la mala gestión del Mar Menor en Murcia, el proyecto del puerto de Bilbao o las problemáticas de la ría de Huelva. Además, de los casos seleccionados para este informe, se pueden clasificar una serie de conflictos recurrentes a lo largo y ancho de las costas peninsulares e insulares. Esta clasificación se refiere a la erosión costera, los vertidos de sustancias contaminantes, los vertidos de aguas residuales y la mala depuración, la acumulación de basuras, las obras portuarias y cruceros, el urbanismo, las zonas industriales e infraestructuras, la afección a comunidades biológicas y las especies invasoras.

De las 48 banderas seleccionadas, destacan los casos de vertidos de aguas residuales y mala depuración junto a zonas industriales e infraestructuras. Se han asignado 11 banderas a cada caso, que suponen casi el 50 % de las problemáticas más destacadas y reiteradas en la mayor parte de las provincias litorales. Si bien en muchas ocasiones es complicado asignar una causa única, se vuelve más complicado definir una consecuencia exclusiva, puesto que el sistema litoral es un compendio de subsistemas que terminan sufriendo las consecuencias derivadas de una causa concreta.

Por otro lado, se hace hincapié en que el valor ecológico de nuestro litoral se ha convertido en un escenario económico para las administraciones desde hace décadas, lo cual ha deteriorado el entorno costero, además de generar una pérdida incalculable de valores humanos, sociales y culturales asociados a estos lugares.

Ligado a esto, se vuelve a denunciar que no se están ejerciendo políticas de mitigación de las consecuencias derivadas del cambio global, lo que deja más vulnerable a nuestro maltrecho litoral, amplificando problemas como la erosión costera, el aumento del nivel del mar o la llegada de especies invasoras.

Por último, se menciona también que el turismo masivo derivado del concepto de «sol y playa» ha generado un negocio obsoleto, que vende una imagen irreal de los entornos costeros. De este modo, se genera una imagen que no se corresponde con la realidad, como sucede con la retirada de arribazones o con la destrucción de los cordones dunares para construir edificios en primera línea de playa. Se denuncia asimismo que esta masificación supone un aumento en la demanda de recursos y en la generación de residuos, que muchas veces supera la capacidad de varias localidades para hacer frente al desorbitado número de personas que visitan estos entornos anualmente (unos 80 millones de turistas en el año anterior, casi el doble de la población española).