La industria y los gobiernos han lanzado una intensa campaña de promoción del coche eléctrico. Pero, ¿es la solución a los problemas del transporte individual? Estos vehículos no son una alternativa tan limpia y eficiente. Posponen plantearnos las necesidades de movilidad y cambiar el modelo urbanístico y social existente para evitar desplazamientos innecesarios de personas y mercancías.

Jens Peters. Ingeniero químico y ambiental. Félix García Rosillo. Físico. Revista Ecologista 96.

Ilustraciones Andrés Espinosa.

Entender el aumento del interés en la movilidad eléctrica requiere analizar el contexto político y económico, más que el ecológico. Después del escándalo de los coches diésel (encubierto en gran medida por los gobiernos) se busca una alternativa para llegar a los objetivos de emisiones de flota fijados por la UE [1] sin renunciar a la venta de coches sobredimensionados y de altas prestaciones.

 

Puesto que las emisiones de los vehículos eléctricos se cuentan como cero, olvidando las emisiones asociadas con la electricidad que consumen, su venta reviste un interés intrínseco para la industria del automóvil con el objetivo de rebajar sus emisiones de flota y evitar sanciones por la UE, sin cambiar su gama de productos. A nivel político se evita tanto cuestionar el modelo de transporte actual como promover una transición hacia otro modelo de movilidad.

Impacto ambiental del coche eléctrico

El impacto medioambiental de la producción de baterías de los vehículos eléctricos (ion-litio) es elevado. La distancia que tienen que recorrer hasta que se hayan compensado las emisiones de CO2 emitidas al fabricar la batería (la mochila de emisiones) se sitúa entre 40.000 y 85.000 kilómetros, dependiendo de si los comparamos con los vehículos convencionales diesel o de gasolina, del tamaño del coche y del contenido de CO2 de la electricidad[2].

La producción de las baterías requiere metales como cobalto, níquel, cobre, manganeso y litio, cuya extracción está asociada con impactos medioambientales elevados[3,4]. Para las baterías, los indicadores de impacto ambiental más altos son el agotamiento de recursos minerales, la acidificación y la toxicidad humana, asociados sobre todo con la producción de estos metales, lo que se ignora en el discurso público. Al final de la vida de las baterías, solo se recupera una fracción de estos metales con las tecnologías de reciclado existentes, incinerándose el resto.

No solo la producción de la batería, también la generación de la electricidad produce emisiones de CO2, partículas en suspensión y otros gases nocivos, al proceder en parte de centrales térmicas[5,6]. Es frecuente escuchar en los medios de comunicación la falsa afirmación de que los coches eléctricos no generan emisiones, en el mejor caso confundiendo el lugar donde se realizan las emisiones, con su supresión.

En seis países de la UE las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), debido al uso de los vehículos eléctricos, sobrepasarían a las de los convencionales

Solo en un escenario de total penetración de las energías renovables en la red eléctrica sería esperable una casi total eliminación de tales emisiones. En seis países de la UE las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), debido al uso de los vehículos eléctricos, sobrepasarían a las de los convencionales[7].

Para el resto de países de la UE existe un potencial de ahorro de emisiones de GEI en el rango del 50 al 60 %. Esta estimación dista mucho de las afirmaciones de que los coches eléctricos constituyen una tecnología “cero emisiones”. Mientras que la electricidad provenga parcialmente de plantas de carbón, el uso de estos vehículos incrementará mucho las emisiones totales de partículas respecto a los convencionales, si bien se producirá un traslado de estas emisiones desde los núcleos urbanos hacia las plantas térmicas. En lo que se refiere al índice de toxicidad humana, el coche eléctrico es siempre mucho más impactante que el convencional.

En resumen, el potencial de reducción de las emisiones contaminantes de los vehículos eléctricos depende de muchos factores, los más relevantes son el origen de la electricidad, el tamaño del vehículo, el tiempo de vida de las baterías y el uso que da el dueño a su coche. La afirmación de que son más limpios no se puede sostener sin tener en cuenta estas restricciones.

Nuevos problemas

La sustitución total del parque convencional por el eléctrico puede generar picos de consumo eléctrico masivos. El vehículo eléctrico crearía una carga adicional para el sistema, que requeriría incrementar las capacidades de generación, haciendo más lenta la transición a un sistema eléctrico basado en energías renovables y sin poder descartar el recurso a la contribución nuclear o de los combustibles fósiles. En el caso de España podría suponer ‘encender’ centrales de gas.

El vehículo eléctrico crearía una carga adicional para el sistema haciendo más lenta la transición a un sistema eléctrico basado en energías renovables

La aparente limpieza de la energía eléctrica (y por tanto del vehículo eléctrico) podría incrementar el uso del automóvil privado, sin que la gente perciba sus implicaciones ambientales (efecto rebote). Encuestas entre usuarios de los coches eléctricos han revelado que se tiende a usarlo más que el transporte público[8] y también que se tiende a usarlo para recorridos cortos que antes se hacían de otro modo. Otro efecto rebote ha sido el incremento de eficiencia de los coches convencionales, que llevaron a un incremento de peso de estos vehículos en vez de a un consumo reducido[9].

Finalmente la disponibilidad de los eléctricos podría impulsar el crecimiento del número de automóviles (el vehículo eléctrico como adicional al convencional, en vez de sustituirlo).

Limitar de forma significativa el impacto ambiental del transporte por carretera requiere reducir de forma drástica el uso del transporte privado y parar el crecimiento del parque automovilístico mundial (1.282 millones de vehículos en el mundo en 2015, con un incremento de un 43 % desde el año 200510 y una estimación de 3.000 millones de automóviles en 2050)[10]. Sean eléctricos o convencionales, es difícil que nuestro planeta soporte tal incremento de presión sobre sus recursos.


¿La solución ideal para las ciudades?

Los coches eléctricos tienen ventajas de eficiencia respecto a los convencionales, sobre todo en el tráfico urbano, pues generan menor contaminación acústica, gases y partículas en las ciudades. En cuanto al ruido, la situación mejora solo hasta alcanzar una velocidad de unos 40 km/h, a partir de la cual domina el ruido producido por las ruedas. Pero generan otros problemas independientes de la tecnología de propulsión, relacionados con el modelo de ciudad y de transporte: mantienen y potencian la posibilidad de desplazamientos privados en los entornos metropolitanos, favoreciendo el modelo disperso de urbanismo e impulsan la creación de más infraestructuras de transporte. Crea la ilusión de que es posible un sistema de transporte ecológico al margen del transporte público y de la reorganización urbanística.

La alternativa viable

En el futuro el transporte será diferente y los vehículos eléctricos constituyen una opción atractiva. El estado actual de la tecnología es insuficiente para hablar de ellos como la solución definitiva, pero es de suponer que en los próximos años veamos avances y mejoras tecnológicas. El uso de automóviles híbridos o eléctricos podría suponer una mejora en cuanto a eficiencia energética y emisiones de gases de efecto invernadero, aunque menor de lo que se publicita. Esta mejora sería significativa si la energía proviniera de fuentes limpias y renovables. El uso de electricidad en el transporte posibilita usar fuentes energéticas renovables, reduciendo la quema de combustibles fósiles. En las ciudades se reduciría la contaminación, gozando de un aire más limpio y de un entorno menos ruidoso.


Por otra parte, el coche eléctrico no puede ser una excusa para que no cambie nada. Es necesario que los circuitos comerciales sean cortos y el consumo local, que el modelo urbanístico cree espacios habitables y respetuosos con el medio ambiente, que usemos energías renovables y limpias para generar electricidad, que el transporte público y colectivo sea el mayoritario y que el vehículo individual sea el último recurso.

Solo entonces podremos empezar a plantearnos que los coches eléctricos sean una verdadera alternativa para ciertos desplazamientos que no puedan realizarse de otra manera. Esto requiere voluntad política, pero también cambiar hábitos y costumbres sociales, tomar decisiones a veces incómodas y renunciar a la total disponibilidad de transporte individual para llegar a un modelo de movilidad realmente sostenible.

 

Referencias

1 EC, Directive 443/2009/EC of the European Parliament and of the Council setting emission performance standards for new passenger cars as part of the Community’s integrated approach to reduce CO2 emissions from light-duty vehicles. Brussels, Belgium: European Commission, 2009.

2 Peters. J et al. “The environmental impact of Li-Ion batteries and the role of key parameters – A review,” Renew. Sustain. Energy Rev., vol. 67, pp. 491–506, 2017.

3 Una mina de litio a las puertas de Cáceres. Sánchez, C. Ecologista nº 94.

4 Angerer. G et al. “Lithium für Zukunftstechnologien. Nachfrage und Angebot unter besonderer Berücksichtigung der Elektromobilität,” Fraunhofer ISI, Karlsruhe, Germany, 2009.

5 Bauer. C et al., “The environmental performance of current and future passenger vehicles: Life Cycle Assessment based on a novel scenario analysis framework,” Appl. Energy, vol. 157, no. 1, pp. 871–883, Feb. 2015.

6 Luk. JM et al. Review of the Fuel Saving, Life Cycle GEI Emission, and Ownership Cost Impacts of Ligthweigthing Vehicles with Different Powertrains. Environ. Sci. Technol. 2017, 51, 8215−8228.

7 Moro. A, Lonza.L. Electricity carbon intensity in European Member States: Impacts on GEI emissions of electric vehicles.Transportation Research Part D (2017).

8 Langbroek. J et al.“Electric vehicle users and their travel patterns in Greater Stockholm,” Transp. Res. Part Transp. Environ., vol. 52, pp. 98–111, May 2017.

9 Luk. JM et al. Review of the Fuel Saving, Life Cycle GEI Emission, and Ownership Cost Impacts of Ligthweigthing Vehicles with Different Powertrains. Environ. Sci. Technol. 2017, 51, 8215−8228.

10 http://www.oica.net/wp-content/uploads//Total_in-use-All-Vehicles.pdf