Consecuencias que se derivan del último informe del IPCC.

Rodrigo Irurzun, coordinador del Área de Energía de Ecologistas en Acción.
Revista El Ecologista nº 83.

Las posibilidades de evitar los peores efectos del cambio climático se nos agotan. El calentamiento global está en marcha, no tiene vuelta atrás, y afectará de forma extensa a las condiciones de vida en el planeta. El ser humano, debido a la extracción y quema de combustibles fósiles, es el principal causante de este fenómeno. El último informe del IPCC lo deja muy claro: frenar el calentamiento global depende de las decisiones que se tomen, y una de ellas es dejar bajo el subsuelo la mayor parte de las reservas fósiles conocidas.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es un organismo intergubernamental de Naciones Unidas, creado en 1988 a propuesta del Programa de las NN UU para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Su objetivo es evaluar el conocimiento científico, técnico y socio-económico sobre el cambio climático, sus impactos potenciales, las opciones para su mitigación y la adaptación a sus efectos. Desde esa fecha, el grupo ha emitido 5 informes de evaluación, junto con otras publicaciones.

El IPCC es un órgano científico, con una estructura relativamente ligera. No se encarga de realizar estudios sino de recopilar y organizar la literatura científica disponible. Esta organizado en tres grupos de trabajo y un grupo especial para el seguimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). El primero está dedicado a la evaluación de las bases científicas sobre el cambio climático, el segundo grupo de trabajo se dedica a los impactos, la adaptación y la vulnerabilidad, mientras que el tercero lo hace sobre los mecanismos de mitigación del mismo.

Actualmente 195 países forman parte del IPCC (pueden formar parte todos los países miembros de NN UU y de la OMM). En la elaboración de los informes colaboran gratuitamente miles de científicos de todo el mundo y de diferentes disciplinas, ya sea como autores o como revisores. Además, en las sesiones plenarias, a las que acuden representantes de los diferentes gobiernos, se consensuan los informes y los mensajes a transmitir.

Podríamos asegurar que los informes del IPCC representan un trabajo y un consenso colectivo nunca visto en toda la historia de la humanidad. Es necesario señalar que este consenso a nivel científico y político significa que cada frase y cada palabra que aparece en las principales conclusiones de cada uno de los informes, ha sido fruto de debate y se ha consensuado sobre la base de los datos recabados. Esto es especialmente relevante cuando leemos, por ejemplo, en este 5º informe, que “el calentamiento en el sistema climático es inequívoco”, que “la influencia humana en el sistema climático es clara”, o que “para contener el cambio climático será necesario reducir de forma sustancial y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero” [1].

El 5º informe de evaluación

Conocido abreviadamente como AR5 [2], este informe es la continuación natural de los anteriores. Desde que en 1990 apareciera el primer informe de evaluación, se ha ido ganando confianza en las aseveraciones, en las metodologías y herramientas, así como en los datos y evidencias sobre las causas y los efectos del cambio climático. Respecto al último informe aparecido en 2007, el AR5 es más contundente si cabe en las afirmaciones que realiza, se basa en modelos climáticos más contrastados y en una cantidad mucho más amplia de estudios y evidencias.

Cada uno de los informes de evaluación establece, entre otras cosas, escenarios futuros en función de la concentración de GEI en la atmósfera, que a su vez depende de las emisiones debidas a la quema de combustibles fósiles, agricultura y ganadería, o residuos, entre otras fuentes. Estos escenarios incorporan los impactos previstos en las diferentes áreas, con ciertos márgenes de incertidumbre, y nos dan pistas sobre la senda a seguir para limitar los efectos del calentamiento global.

Impactos previstos

El calentamiento global tiene impactos ya visibles e impactos proyectados en todos los continentes y en todos los sectores. Además de los impactos ya conocidos, como la acidificación de las aguas oceánicas, modificación de las precipitaciones, fenómenos meteorológicos extremos, pérdida de especies animales y vegetales, impactos sobre las cosechas, desplazamientos, aumento de conflictos sociales y bélicos, este 5º informe llama la atención sobre 5 cuestiones globales (ver figura 1):

  1. Sistemas únicos y amenazados: algunos sistemas únicos y amenazados, y especies con capacidad limitada de adaptación, están ya en riesgo, y estarán en riesgo muy alto y en mayor número cuanto mayor sea el calentamiento global.
  2. Episodios meteorológicos extremos: olas de calor, precipitaciones extremas o inundaciones costeras son fenómenos que ya tienen un impacto moderado, que se intensificará con mayores temperaturas.
  3. Distribución de los impactos: los riesgos son mayores para personas y comunidades empobrecidas, sea cual sea el país. La disminución de cosechas y la menor disponibilidad de agua influyen directamente en este hecho.
  4. Impactos totales a nivel global: impactos en la biodiversidad, destrucción de bienes y servicios ecosistémicos, y daños en la economía global.
  5. Episodios singulares a gran escala: algunos sistemas físicos o ecosistemas presentarán cambios abruptos e irreversibles, superados ciertos puntos críticos. Arrecifes de coral de aguas cálidas y ecosistemas árticos ya están experimentando cambios irreversibles.

Estas cuestiones globales están sujetas a riesgos que abarcan todos los sectores y regiones:

  • Zonas costeras bajas y pequeños estados insulares: riesgo de muerte, lesión, mala salud o desorganización de los medios de subsistencia.
  • Inundaciones continentales: riesgo para grandes poblaciones urbanas de mala salud grave y desorganización de medios de subsistencia.
  • Episodios meteorológicos extremos: riesgo sistémico por colapso de redes e infraestructuras de servicios esenciales (electricidad, agua, salud, emergencias…).
  • Mortalidad y morbilidad en periodos de calor extremo, afectarán a población vulnerable.
  • Seguridad alimentaria: sequías, inundaciones, extremos de temperaturas, afectarán al rendimiento de las cosechas, especialmente a poblaciones pobres.
  • Agricultura y ganadería: pérdida de medios de subsistencia e ingresos debido a la falta de agua potable y de riego, reducción de la producción agrícola, especialmente en regiones semiáridas.
  • Ecosistemas y biodiversidad marinas y costeros, repercutirá en comunidades pesqueras especialmente en trópicos y Ártico.
  • Pérdida de biodiversidad y ecosistemas acuáticos, terrestres y continentales, y de bienes, funciones y servicios ecosistémicos que proporcionan las bases para la subsistencia.

Figura 1: Sendas de emisión de gases de efecto invernadero (miles de millones de toneladas de CO2-eq al año) para diferentes escenarios, agrupados en función del incremento de la temperatura media global estimada hasta 2100. Fuente: IPCC AR5 WG1, capítulo 12, figura 12.46, p. 1114

Figura 2: Incremento global de temperatura (eje vertical) medido y previsto desde 1850 hasta 2300, para los diferentes escenarios del quinto informe del IPCC (AR5). Fuente: IPCC AR5 WG1 Capítulo 12, figura 12.5, p. 1054

La importancia de actuar a tiempo y de forma decidida

Hay muchas razones para actuar de forma urgente en la lucha contra el cambio climático. El fenómeno es ya irreversible, pero cuanto antes actuemos más posibilidades tendremos de detener sus peores efectos. Hay que tener en cuenta que el clima planetario tiene una gran inercia, de forma que puede tardar décadas o siglos en estabilizarse. Limitar el calentamiento global significa preservar la mayor cantidad de biodiversidad y ecosistemas posibles, con sus funciones y servicios asociados, evitar la mayor parte de los efectos irreversibles y fenómenos de retroalimentación, minimizar la pérdida de tierra fértil, la generalización de desastres naturales, migraciones, epidemias y un largo etcétera. Existen razones ambientales y sociales de calado para cambiar un modelo socioeconómico que ha demostrado ser un fracaso, pero hay también razones económicas para luchar contra el cambio climático.

El informe Stern advertía en 2006 sobre la conveniencia económica de dedicar esfuerzos a la mitigación del cambio climático. Los esfuerzos dedicados a la mitigación (desarrollo de renovables, cambios de conductas sociales, inversión en sistemas de gestión de residuos, agricultura, ganadería y gestión del territorio que genere menos emisiones…) supondrían alrededor del 1% del PIB mundial. Sin embargo, en caso de no actuar el impacto en la economía global podría alcanzar hasta un 20%, entre costes de adaptación y perjuicios económicos causados por la desestabilización del clima.

A día de hoy, las previsiones del informe se han quedado cortas: los datos indican que el ritmo de crecimiento de emisiones es superior al esperado y que las políticas de cambio que deberían ponerse en marcha van demasiado lentas. A este ritmo nos adentraremos en los peores escenarios previstos. Este mismo año Paulson y Bloomberg [3] emitían un informe sobre los impactos económicos del cambio climático en Estados Unidos, que cifraban en más de 100.000 millones de dólares para 2050, especialmente en construcciones e infraestructuras costeras [4]. También se alertaba desde el Centro Común de Investigación de la Unión Europea de los costes que tendrá en la región el cambio climático de no tomarse medidas (190.000 millones de euros al año para finales de siglo, el 1,8% del PIB, como mínimo) [5].

La cuestión clave: dejar en el subsuelo las reservas fósiles

La Agencia Internacional de la Energía advertía en su informe anual de 2012 que si se quería limitar el incremento de temperatura a menos de 2 ºC se deberían dejar en el subsuelo las dos terceras partes de las reservas fósiles conocidas [6]. En el año 2015 se emiten a la atmósfera alrededor de 50 Gt de CO2-eq. Para tener probabilidades de limitar el incremento por debajo de esos 2 ºC deberíamos reducir las emisiones en 2050 entre el 40% y el 70% a nivel global, y a finales de siglo estar cerca del balance cero o incluso por debajo de cero, lo que significa poner en marcha estrategias de captación de carbono, en forma de sumideros de CO2 (figura 3). Para contar con mayores probabilidades de que posibles efectos de retroalimentación no tuvieran un efecto impredecible deberíamos tratar incluso de no superar 1,5 ºC. El reto es tremendo, pues significa que en 35 años debemos reducir las emisiones per cápita entre el 70% y el 95% de las actuales [7], teniendo en cuenta dos factores: el previsible incremento de la población mundial, y la enorme desigualdad actual entre países y entre personas en cuanto a las emisiones (muy ligadas al grado de opulencia).

Figura 3: Perspectiva global sobre los riesgos asociados al clima. A la izquierda incremento de temperatura observada y prevista para el escenario de mayores emisiones (RCP8.5, en rojo) y de menores emisiones (RCP2.6, en azul). A la derecha, los 5 motivos de preocupación y sus riesgos globales asociados. Fuente: AR5 WG2 SPM.

Los distintos escenarios planteados por el IPCC se basan en la cantidad total de carbono que liberemos a la atmósfera, de forma que han elaborado los llamados presupuestos de carbono. Según esta cuenta, hemos liberado ya una gran parte del carbono que nos podemos permitir (en torno a 1.900 Gt), quedando un remanente en torno a las 1.000 GtCO2eq si queremos tener una probabilidad del 66% de que el incremento de temperatura permanezca por debajo de los 2 ºC. Ni que decir tiene que esa cifra se reduce drásticamente si queremos tener mayores probabilidades o si el objetivo es que el incremento no supere 1,5 ºC.

Sin embargo, extraer y quemar todas las reservas fósiles conocidas supondría unas emisiones aproximadas de 3.000 GtCO2. La conclusión es clara: no podemos extraer todas las reservas fósiles, ni tiene sentido por lo tanto andar a la búsqueda de nuevos yacimientos [8].

Cambios y resistencias

Sabemos lo que está sucediendo y prevemos lo que sucederá, así como lo que tenemos que hacer para detener la mayor crisis climática que sufrirá (y de la que será responsable) el ser humano. Y sin embargo no se dan pasos al respecto. Resulta obvio decir que todo cambio genera resistencias. Hacer frente al cambio climático implica un cambio de valores imposible de conseguir mediante el modelo social y económico imperante, por lo que es imprescindible un cambio profundo en la manera en que el ser humano se relaciona tanto con el entorno como con el resto de seres humanos. Hace falta también una mirada a muy largo plazo, una mirada que va más allá de las generaciones contemporáneas y que se extienda a lo largo de varios siglos. Y hace falta un espíritu de solidaridad con las personas más desfavorecidas del planeta, quienes más sufrirán los efectos del cambio climático.

Pero vivimos el presente sin preocuparnos de las consecuencias. La economía está gobernada por enormes multinacionales de la especulación financiera y de la energía, que a su vez controlan los medios de comunicación y a los gobiernos de los distintos países, y que no quieren dejar de explotar unos recursos que les aportan beneficios inimaginables. El consumo de combustibles fósiles recibe del orden de 500.000 millones de dólares USA al año, muy por encima de las subvenciones que reciben las políticas de ahorro, eficiencia y renovables. En los países industrializados las emisiones de CO2 per cápita están entre 8 y 12 toneladas, y en 2050 deberíamos reducirlas a 2 toneladas, y para finales de siglo alcanzar una economía de balance neutro o incluso negativo.

Podemos aventurar que la transición hacia un modelo basado en las energías renovables, el ahorro y la eficiencia no va a ser sencilla ni pacífica, pues dicha transición perjudica gravemente al poder establecido y al modelo de vida y de sociedad que se ha generalizado durante las últimas décadas.

Algún día quienes se lucran de la extracción y quema de combustibles fósiles, del comercio internacional a gran escala, de la deforestación y el acaparamiento de tierras, de la contaminación de ríos, mares, tierras y aire, serán considerados los mayores genocidas de la historia, y el mundo se preguntará qué hicieron los miles de millones de personas que, sin tener el enorme poder de que gozan las grandes fortunas, miraron para otro lado.

Notas

[1] Resumen para tomadores de decisiones del primer grupo de trabajo del IPCC (AR5 WG1 SPM, octubre de 2013).

[2] El Assessment Report 5, o quinto informe de evaluación del cambio climático, es una recopilación del conocimiento científico, técnico y socio-económico sobre las causas y las consecuencias del cambio climático.

[3] Hank Paulson fue el máximo ejecutivo de Goldman Sachs y Secretario del Tesoro con George Bush, y Michael Bloomberg fue alcalde de Nueva York.

[4] Risky Business. The Economic Risks of Climate Change in the United States, 2014, Michael R. Bloomberg, Henry M. Paulson y Thomas F. Steyer.

[5] Climate Impacts in Europe. The JRC PESETA II project. Juan Carlos Ciscar Martínez et al. Joint Research Center. Comisión Europea.

[6] World Energy Outlook 2012, IEA, 2012. En el informe se dice que esto es necesario en caso de no desarrollar de forma rápida la tecnología de captura y almacenamiento de carbono, cosa que ni está sucediendo, ni parece que vaya a suceder, ni tiene en cuenta efectos de alto riesgo que se detectan desde el ámbito ecologista.

[7] IPCC AR5 Synthesis Report. Summary for Policy Makers, IPCC, 2014.

[8] Datos elaborados a partir del informe del AR5 WG1 y reservas de recursos fósiles del BP Statistical Review of World Energy 2014. Más información en “Reservas inutilizables, activos obsoletos”, Samuel Martín-Sosa, El Ecologista 82, 2014