Vivimos en una ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, que con sus casi 400.000 habitantes, concentra la mayor población del archipiélago canario, presentando una de las mayores densidades de todo el Estado español. Esta realidad se ve agravada por la escasez de espacios libres para el encuentro y la convivencia y por ostentar el récord del mayor número de vehículos por habitante: unos 700 coches por cada mil habitantes, que en la práctica terminan ocupando el 80 % del espacio público viario, unas cifras muy por encima de otras grandes ciudades. El 70 % de los desplazamientos urbanos se realiza en la estrecha franja de la ciudad baja, en donde se desarrolla la mayor parte de la actividad administrativa y pública, y cuyas conexiones con los barrios de la ciudad alta, se han hecho principalmente para cubrir la demanda de movilidad en coche privado frente a otros modos de transporte más inclusivos y sostenibles.

En las últimas décadas nuestra ciudad ha pasado de ser un lugar compacto y diverso, con una mezcla de diferentes usos, que permitía que la mayor parte de los desplazamientos se realizaran a pie, a ser una ciudad dispersa extendiéndose hacia las afueras y creando espacios especializados por actividad: grandes superficies comerciales, barrios residenciales, etc. Se ha fomentado un modelo de ciudad en donde cada vez tenemos más dificultades para acceder caminando a los servicios básicos y bienes de consumo, con una clara tendencia a la centralización de los usos, lo que nos obliga a realizar desplazamientos a mayores distancias. En definitiva se ha promovido y facilitado que cada vez más personas necesitemos coche y lo utilicemos en los desplazamientos cotidianos. En los últimos 30 años se han duplicado las distancias que recorremos diariamente.

Esta evolución es contraria al sentido originario de las ciudades: concentrar población alrededor de una diversidad de usos para facilitar su acceso con el menor desplazamiento y en el menor tiempo. Con el aumento del número de vehículos circulando por nuestras calles llega también la necesidad de dedicar mayor espacio a la circulación y desplazar otras actividades a las afueras de la ciudad. Así entramos en un círculo vicioso que se retroalimenta, agravando más el problema. En este sentido, hay que recalcar que la decadencia de las tiendas de barrio ha venido asociada a la introducción del coche en las ciudades. A medida que el motor invadía las calles nos hemos refugiado, primero en los grandes almacenes y centros comerciales cerrados y, más tarde, en los centros comerciales abiertos del extrarradio, lugares que, en ciertos aspectos, emulan artificialmente a lo que debería ser la ciudad ideal: entornos peatonales seguros, ordenados y amables por donde pasear, realizar actividades de ocio y hacer compras lejos de humos, peligros y caos.

Este modelo de ciudad, en la que el coche es el gran protagonista ha resultado obsoleto, a la vez que insostenible, tanto desde el punto de vista social como ambiental, por el alto consumo de recursos naturales, la emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen al Cambio Climático, los problemas para la salud de las personas por efecto de la contaminación atmosférica y contaminación acústica (generación de ruido), la ocupación de espacio público, el aumento de la peligrosidad y la siniestralidad en las calles, la desaparición del comercio y la vida en los barrios, la exclusión social de personas que no tienen acceso a un coche: niños y niñas, adolescentes, personas mayores, personas con movilidad reducida, etc.

El tiempo ha venido a demostrar que las políticas dirigidas a la gestión del tráfico y ampliación del espacio para el automóvil han sido un fracaso y pone de manifiesto la necesidad de un cambio de paradigma que apueste por políticas que tiendan a minimizar la necesidad de desplazamientos; a fomentar los modos de transportes sostenibles, blandos y accesibles a toda la población, independientemente de su edad, género, renta y condición física o intelectual; y a restar espacio al coche privado. Actualmente son muchas las ciudades de todo el planeta que se enfrentan a estos mismos problemas desde este nuevo enfoque al que nos referimos cuando hablamos de Movilidad Urbana Sostenible.

Con la firma, en el año 2011 del Pacto Ciudadano por la Movilidad Sostenible en Las Palmas de Gran Canaria, fruto de un amplio consenso entre diferentes agentes sociales: asociaciones, empresas y partidos políticos, se abrió una oportunidad y se sentaron las bases para el cambio de modelo de movilidad en Las Palmas de Gran Canaria hacia una ciudad más saludable, amable, segura, cómoda, próxima, habitable, viva, sin barreras, respetuosa con el medio ambiente, inclusiva e integradora. En definitiva, una ciudad para mejorar nuestras condiciones de vida como personas, rompiendo la dinámica basada en facilitar los desplazamientos cotidianos en coche privado.. En dicho pacto se establece la siguiente jerarquía en el uso de los modos de desplazamiento, los cuales, ordenados por orden de prioridad son: a pie, en bicicleta, en transporte público colectivo o guagua, en taxi y en último término motocicletas y automóviles privados.

Las personas y colectivos que firmamos el Manifiesto, somos críticos y conscientes de los problemas derivados del actual modo de vida que nos obliga a desplazarnos a grandes distancias, a toda velocidad y mayoritariamente en automóvil privado, para desarrollar nuestras actividades cotidianas pero a la vez consideramos que es necesario y oportuno, por una cuestión de responsabilidad, hacer un cambio profundo en la manera de movernos por nuestra ciudad, que nos permita alcanzar una mayor calidad de vida en nuestro entorno vital más cercano. Aspiramos a vivir en una ciudad diseñada a escala humana, para lo que se hace necesario que se desarrollen todas aquellas medidas transformadoras que mejoren las condiciones de habitabilidad, accesibilidad y movilidad, en condiciones de igualdad, de todas las personas que vivimos en los barrios de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

Por lo que abogamos porque en Las Palmas de Gran Canaria se promueva:

  • La planificación de la ciudad dando prioridad a las personas y al modo peatonal y los modos blandos; diseñando el viario a través del cual podamos desplazarnos caminando en condiciones de seguridad y comodidad.
  • La ampliación de los espacios verdes, donde podamos encontrarnos, convivir y relacionarnos con nuestros vecinos y vecinas, que estén bien equipados y acondicionados para nuestro uso y disfrute, con arbolados, iluminación, asientos, sombreados, etc., evitando su mercantilización.
  • La eliminación de barreras arquitectónicas que permita la movilidad y accesibilidad a todas las personas independientemente de sus condiciones físicas o psíquicas, facilitando su integración e inclusión en la ciudad:
    promoviendo las aceras anchas y continuas, la eliminación de bordillos, la sustitución de escaleras por rampas, la eliminación de obstáculos, etc.
  • La pacificación y calmado del tráfico, de manera que los vehículos motorizados circulen a baja velocidad facilitando la convivencia entre los distintos modos de transporte: peatones, bicicletas, transporte público y vehículo privado, y nos devuelva la seguridad, la tranquilidad y la confortabilidad.
  • El desarrollo de una red de carriles de uso para bicicletas, al servicio de toda la población, que nos permita desplazarnos de este modo con seguridad a lo largo y ancho de la ciudad.
  • La consolidación y ampliación del servicio público de bicicleta como medio de transporte eficaz en cortas y medias distancias, saludable, barato y respetuoso con el medio ambiente.
  • La apuesta decidida por el transporte público colectivo como medio de transporte eficaz, puntual, económico y con una frecuencia adaptada a la demanda y que llegue a todos los barrios a través de un red de carriles de uso exclusivo.
  • El establecimiento de aparcamientos disuasorios en las entradas a la ciudad, conectados con el transporte público que permitan estacionar con facilidad a los conductores que vienen de otros lugares de la isla.
  • La puesta en valor del espacio viario, como patrimonio público para el uso y disfrute de la ciudadanía en igualdad de condiciones, frente a los privilegios del coche privado mediante el establecimiento de aparcamientos regulados.
  • El fomento de medidas de intermodalidad que articulen a los diferentes medios de transporte que faciliten dejar de usar el coche privado en la ciudad.
  • El desarrollo de políticas municipales e insulares coherentes con la movilidad sostenible, para que no surjan contradicciones entre las medidas que fomenten el uso racional de los modos de transporte, frente a otras que promuevan el uso del coche privado.
  • El desarrollo de políticas encaminadas a la descentralización de los diferentes usos que nos presta la ciudad, facilitandonos el acceso a los servicios públicos y bienes de consumo con la menor necesidad de desplazamiento.
  • El desarrollo de procesos participativos, en los diferentes barrios, que faciliten la información y el debate público a toda la población.
  • La inclusión en los Planes Educativos, de programas formativos y sensibilización sobre la Movilidad Urbana Sostenible, con contenido teórico y práctico, que conciencie a las nuevas generaciones sobre criterios y formas responsable de movernos por la ciudad.

Por lo que exigimos al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, y al resto de administraciones públicas competentes, que pongan todos los recursos necesarios para que se desarrollen todos los objetivos y medidas expuestas en el presente manifiesto “Las Palmas de Gran Canaria: La ciudad que queremos”.

En Las Palmas de Gran Canaria, 3 de diciembre 2018
Red ciudadana Por la Movilidad Urbana Sostenible en Las Palmas de Gran Canaria

Colectivos firmantes:

  • Las Palmas en Bici
  • Mejor en Bici
  • La Vinca-Ecologistas en Acción
  • Imidauen
  • Grupo MUSE
  • Arquypiélago SCP
  • Comunidad Nomad City
  • Bike Exp
  • Federación Ben Magec-Ecologistas en Acción