El gas natural es un combustible  peligroso, caro, contaminante e innecesario, que además está bloqueando  la implantación de las energía renovables. Por estas razones, Ecologistas en Acción pide a la ciudadanía que no hagan contratos de gas.

Al menos tres personas —dos bomberos y una ciudadana española— han muerto y decenas han resultado heridas por una fuerte explosión el pasado sábado 12 de enero en el centro de París. La causa del suceso fue una fuga de gas natural.

Protesta realizada en Bajo de Guía en julio de 2017

El metano, componente principal del gas natural, es una sustancia altamente explosiva que ha provocado más de 1120 muertos en España desde que empezó a instalarse en los años 70. No parece haber un registro de accidentes, pero éstos se siguen produciendo: en mayo del año pasado la empresa Gas Natural fue condenada por una explosión que causó 5 muertos en Tarragona. En septiembre de 2017 un accidente en Barcelona causó un muerto y 17 heridos. En abril de ese mismo año un escape de gas junto a una gasolinera provocó el pánico en Chipiona. Sevilla y Cazorla, son otras localidades donde se han producido también incidentes semejantes recientemente.

Es la extensa red de tuberías subterráneas que existen en cada vez más poblaciones, lo que hace más probable las fugas de gas y las eventuales explosiones. Este es el caso de Sanlúcar, donde las obras de canalización del gas natural llevan ya 3 años. La autorización para dichas obras fue concedida por la Junta de Andalucía en 2004 sin información ni consulta previa a la ciudadanía. En Sanlúcar, Rota, Chipiona y probablemente muchas más localidades españolas se está produciendo esta fiebre del gas. Unas pocas empresas multinacionales con espíritu especulador están llenando el subsuelo urbano de bolsas de gas: una auténtica bomba de relojería con el beneplácito de los gobiernos municipales.

No solo se colocan tuberías, sino que también se construyen enormes infraestructuras como los almacenes subterráneos de Doñana y El Castor o depósitos para regasificar el gas licuado que llega en barcos como el del puerto de Huelva. Todas esas infraestructuras son caras (el precio del gas en España es de los más altos de Europa), peligrosas e innecesarias. Tienen una vida útil de varias décadas. Pero quedarán obsoletas en mucho menos tiempo si es que queremos contener las peores consecuencias del Cambio Climático.

El gas natural es un combustible fósil no renovable y contaminante. Al quemarlo produce mucho dióxido de carbono (aunque aproximadamente la mitad que el carbón) y algo de óxido de nitrógeno. El primero es el gas de efecto invernadero más abundante y el mayor responsable del calentamiento del clima. El segundo es una gas tóxico al respirarlo. Pero además, y esto es un punto decisivo, la extracción y transporte de gas natural produce importantísimas fugas de metano que, a diferencia del butano, tiene un poder de calentamiento climático (efecto invernadero) 86 veces mayor que el del CO2.

“El gas no es solución” es el nombre de una plataforma formada por una treintena de organizaciones sociales españolas (entre las que se encuentran la plataforma “Salvemos Doñana”, Ecologistas en Acción, Greenpeace y WWF-Adena) que alertan sobre el bloqueo y retraso en el desarrollo de las energías renovables (solar y eólica) provocadas por esta fiebre del gas que profundiza en un modelo perverso que produce pobreza energética y destrucción natural.

Existe un consenso científico de que para evitar un Cambio Climático desastroso para la humanidad debemos dejar en el subsuelo la mayor parte de los combustibles fósiles y que de manera urgente debemos cambiar a un nuevo modelo energético más democrático, descentralizado y basado en las energías renovables, el ahorro y la eficiencia.

Por ello, desde Ecologistas en Acción apelamos a la ciudadanía de Sanlúcar para que no hagan contratos de gas natural y sigan con las bombonas de butano, más baratas, más seguras y compatibles con la energía solar térmica que debería ser nuestra mejor opción de futuro individual y colectivamente. Y estar preparados para instalar placas fotovoltaicas cuando se apruebe la próxima normativa que permitirá inyectar en la red nuestra propia electricidad de origen solar y doméstica.

Ni en Doñana ni en Sanlúcar, ¡Gas fósil, No gracias!