Dejar la ciudad y volver al campo. Okupar una granja y revitalizar el mundo rural desde el activismo social y ambiental. Apostar por la ganadería sostenible. Esta es la historia de Daniel González.

Texto y fotos: Dani Logar. Periodista y activista social. Revista Ecologista nº 99.

Daniel González Fuentes (Murcia, 1978) vive en Jábaga, un pueblo de Cuenca. Llegó a la serranía en abril de 2012, en plena crisis y en paro, y decidió okupar una granja abandonada propiedad de La Caixa. Desde entonces y hasta hoy, GranJaVaga.

“Es una composición entre una granja, que es donde vivo y donde trabajo, y el pueblo donde estamos, que es Jábaga. Es la combinación de las dos palabras, de granja y de Jábaga, y luego un poco mezclado con la filosofía que pretendo llevar, de trabajo y de vida, en este espacio”. Dani está acostumbrado a los medios de comunicación y a explicar su modo de vida, abiertamente anticapitalista y autogestionado. “El término vaga, un poco, lo que viene a interpretar, a significar, es una vida lenta, sostenible, respetuosa con el entorno… Un espacio rural, agroecológico y, por otro lado, con unos ritmos adecuados al entorno natural y cultural del mundo rural”.

Daniel González dejó la ciudad hace siete años, en plena crisis, y ahora vive en un pueblo de Cuenca donde cuida un rebaño de cabras, hace queso y disfruta de su vida en el campo. Foto Dani Logar.

GranJaVaga está a punto de cumplir siete años. Durante este tiempo, Dani ha atravesado dos grandes procesos legales para estabilizar su vida en el sistema capitalista: la negociación con La Caixa, para acceder al uso de la tierra, y la inscripción en el padrón municipal de Jábaga, para establecer su domicilio. El primero dio como resultado un contrato de cesión de la finca por tres años prorrogables y el segundo se resolvió con una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la región, a su favor.

Con el aumento del rebaño y para acelerar el proceso, Dani ha comenzado a construir un ordeñadero de varias plazas que sustituya al actual.

Fueron necesarias varias semanas de albañilería para asegurar la habitabilidad de la casa, un trabajo que Dani hizo con algunos colegas y que resume el espíritu de GranJaVaga: “La idea del proyecto era esa expropiación a la banca para revertir este espacio en el entorno y en la gente, en la población que vive en este municipio y la comarca”. Fue en ese primer invierno cuando llegaron las primeras cabras del rebaño a la finca. La autosuficiencia se forja con el abastecimiento hídrico y eléctrico, y con la producción de alimentos. No obstante, el pensador Iván Illich ya presagiaba en los años 70 la deriva alienante de la modernidad tecnológica, donde el reajuste entre las herramientas y la autonomía humana, bascularía hacia la hipertrofia contraproductiva de las primeras.

Dani conoce y controla el funcionamiento del los suministros de luz y agua de GranJaVaga y, desde el inicio, planteó la ganadería como una vía para generar alimentos e ingresos.

Valoró utilizar una máquina de ordeño, pero desechó la idea por el pequeño tamaño de su explotación y el consumo eléctrico.

Dani es historiador y antropólogo, con una especialización en desarrollo y cooperación internacional. Aunque no utiliza su faceta académica para describirse: él es ganadero de cabras.

Con la leche produce yogur, queso y otros derivados lácteos, que vende “directamente a consumidores y consumidoras en grupos de consumo de aquí, de Cuenca, o en el pueblo”.

“Los lunes hago el queso y los martes, el reparto”, explica con soltura, mientras destaca la importancia de los canales cortos de comercialización.

Las placas solares le proporcionan electricidad.

El lema de GranJaVaga está calando en el imaginario popular: “Por la revitalización del mundo rural frente al saqueo de la banca”. Y el concepto sobrepasa al de una granja agropecuaria.

Las casi tres hectáreas de la finca han acogido charlas, conciertos, reuniones y todo tipo de actividades relacionadas con la soberanía alimentaria, la protección del medio natural y el derecho a la vivienda.

Aunque permanece inactivo desde hace unos años, su blog alberga multitud de reflexiones y comunicados: “Quizá La Caixa se esté planteando abrir una sucursal en la granja, pero yo creo que es pura avaricia… Porque no quieren las casas: quieren lo que valen. Dinero”. “Necesito una casa, comida y trabajo. ¿La Caixa necesita la granja? Se puede cuestionar la razón jurídica, pero no la razón moral si pretendemos un estado de cosas más igualitario”.

Él conduce las cabras a pastar por las mañanas y ellas regresan solas al anochecer. Foto Dani Logar.

El trabajo con animales requiere una atención constante. Precisamente por eso, Dani ha reducido este año la producción de la granja para poder dedicar más tiempo a Pueblos Vivos Cuenca, “una plataforma que apuesta por una ganadería extensiva, una ganadería sostenible, en contraposición a estos proyectos de ganadería industrial, que están promovidos por grandes empresas”.

Apunta a cárnicas de primera línea como Incarlopsa, El Pozo y Grupo Sanchiz que generan beneficios millonarios con la instalación de macrogranjas de cerdos en pueblos manchegos. De la misma forma que generan millones de litros de desechos y purines que contaminan el suelo, los acuíferos y el aire.

Lo que ha determinado que “muchos vecinos y vecinas de estos municipios se hayan agrupado para luchar en contra de estos proyectos”.

Cada tarde, Dani destapa y conecta el portátil a la red WiFi del teléfono móvil. Se informa de lo que ocurre fuera de la serranía y organiza el activismo rural a través de extensas redes de contactos.

GranJaVaga, reconoce, no existiría sin la presión ejercida a La Caixa y a la Administración pública por colectivos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Cuenca, asociaciones ecologistas o vecinos comprometidos.

Cuando llega la noche a GranJaVaga, los animales empiezan a caminar despacio, buscando recodos para parar y dormir.

Dani sabe que su vida al margen del sistema, sin cuentas bancarias ni contratos de propiedad, produce vértigo al común de la gente. Y, preguntado por el valor de este modo de vida, destaca justamente el hecho de “gestionar uno mismo el propio trabajo y no depender de estructuras empresariales o públicas”.