Nos hemos manifestado en Málaga una gran cantidad de asociaciones contra la tortura de toros en los eventos de tauromaquia. Entre ellas, la federación malagueña de Ecologistas en Acción reclama la abolición de una vez por todas de una actividad anacrónica, falta de toda ética y, ecológica y económicanente insostenible.

En pleno siglo XXI no se puede seguir defendiendo el derramamiento morboso de sangre y la cruel tortura como cultura. No lo son. No puede ser cultura una actividad basada en el sufrimiento de animales, no puede ser cultura una actividad que no aporta nada al saber popular, ni es arte la muerte lenta y penosa de seres vivos. El arte es expresión de belleza y la crueldad no tiene nada bella y sí de psicopatía. El circo romano debió haber concluido con la caída del imperio y no mantenerse contra viento y marea como forma de adocenar a una masa social cada vez menos aficionada a contemplar está barbarie. Muy al contrario, cada vez son más los españoles y turistas que abominan y se escandalizan de comprobar cómo aún hay en España quien se divierte con el sufrimiento ajeno e identifica este comportamiento como algún tipo de desequilibrio psicológico.

Grandes pensadores de la historia se han manifestado a favor del buen trato a los animales, desde Leonardo da Vinci a Albert Einstein y desde Félix Rodríguez de la Fuente a Henry Thoureau. No puede ser ético una actividad tan sanguinaria y extremadamente cruel como la tauromaquia y todos sus sádicos derivados.

Pero es que tampoco es una actividad ecológicamente sostenible. La dehesa no depende de la cría industrial de toros de lidia. Muchas fincas están tremendamente deterioradas por la sobrecarga ganadera y muchas ganaderías de toro bravo no se ubican en dehesas, sino en campiña, con escasos retazos de monte mediterráneo.

Por fin, si hay algo más hiriente que lo expresado, es el hecho de que la tauromaquia es una sangría esperpéntica mantenida con dinero público. Son muy pocos casos los que recaudan en taquilla el suficiente dinero como para no necesitar de la subvención pública. De hecho, en Málaga, solo La Malagueta se aproxima algo a la autosuficiencia, aunque tampoco llega. Afortunadamente, cada día cuesta más llenar una plaza en una corrida y cada día son más las que quedan mayoritariamente vacías.

Ni siquiera se puede decir que se trate de una tradición genuinamente española. Ni se originó en España, sino que fue importada, ni es exclusivamente española.

Ecologistas en Acción no cejará en su empeño hasta que las actividades que impliquen la tortura animal, de las que la tauromaquia es el máximo exponente, queden legalmente abolidas y reducidas a un lamentable y triste recuerdo.