El extractivismo tiene muchas vertientes. Las autoras del texto mantienen que los cuerpos y territorios de quienes no son personas europeas, se han construido como cuerpos despojados de humanidad, territorios y saberes expoliados.

María Eugenia García Nemocón. Comisión de Ecofeminismo de Ecologistas en Acción. Ana Marcela Montanaro. Observatorio Ético Internacional. Revista Ecologista nº 101.

En una película, una mujer blanca y europea pregunta a un migrante egipcio, al que acaban de quemarle su pequeño negocio como un acto islamófobo, las razones por las que ha emigrado; él contesta que para ser igual que las personas que viven a este lado del mundo. Pero su drama de migrante, por su cultura, procedencia, color y clase social, no dejaba lugar a duda; nunca podrá ser considerado como una persona ‘con una ciudadanía plena’.

A partir de los procesos de intrusión colonial en Abya Yala, nombre que el pueblo indígena Kuna daba a los territorios que se conocen hoy como América Latina antes de la conquista, los cuerpos y territorios de quienes no somos europeos, se han construido como los otros.

Cuerpos despojados de humanidad, territorios y saberes expoliados. Cuerpos, vidas, conocimientos y territorios que tienen menos valor. El ejemplo de la pervivencia de la colonialidad es evidente en la gran fosa común que es hoy el mar Mediterráneo, lleno de cuerpos de migrantes de los sures que valen más muertos que vivos, cuerpos que no merecen ni siquiera ser llorados. Muertes que no conmueven a quienes habitan en el norte global opulento, consumista y racista.

Ilustración: Andrés Espinosa.

Migraciones de quienes arriesgan sus vidas para llegar al ‘paraíso europeo’ que los continúa queriendo casi esclavos, humillados o muertos. Por eso, nos vamos adentrar en lo que pasa en esa otredad, que son los sures globales, cuyo expolio es inseparable y está necesariamente interconectado con el confort material y el consumo de los nortes globales. Lo que sucede en estos territorios se define desde Europa, que más que un territorio geográfico, es una concepción del mundo determinada.

Si queremos hablar del despojo, toca identificar el extractivismo con actividades relacionadas con la minería y la explotación petrolera, el turismo que convierte a los pueblos originarios en objetos de folclor, como si de un parque temático se tratara; las grandes hidroeléctricas e instalaciones eólicas; las patentes de semillas autóctonas y los cultivos transgénicos; explotaciones agrícolas y monocultivos, relacionados con la agroindustria… También podemos hablar de extractivismos culturales, de las sabidurías ancestrales sobre semillas y plantas medicinales. Incluso en la moda, atuendos típicos son convertidos en objeto de mercantilización de grandes empresas.

Extractivismo

El extractivismo se ha incrementado en el siglo XXI en Abya Yala, y con este, se están perpetuando las prácticas e imposiciones colonialistas: se sigue reproduciendo la visión occidental, que se divide en dualismos opuestos jerarquizados, sexualizados y racializados, que sitúa lo masculino en la esfera superior, y lo femenino, la mujer y la naturaleza en la inferior. En esa misma dicotomía, lo occidental está más valorado que los pueblos originarios y sus conocimientos ancestrales, que son excluidos de la racionalidad moderna y relacionados con el entorno natural. Los cuidados y las luchas por la defensa de los cuerpos-territorios, son invisibilizados. Las formas alternativas de subsistencia y economía son desvalorizadas y silenciadas.

Las mujeres del pueblo Mapuche, Berta Cáceres del pueblo Lenca, asesinada en Honduras, la lucha de Máxima Acuña, en Perú; Francia Márquez, en defensa de los territorios de Colombia; la voz de Cindy Broran en Costa Rica y Perla Álvarez, de la Coordinación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Paraguay

Las poblaciones indígenas, campesinas y afrodescendientes, son ciudadanías recortadas, sin derechos, y por tanto con la consideración continuista de la colonia. Ni siquiera alcanzan el rango de humanos y sus cuerpos-territorios son considerados como meras mercancías. Los efectos del extractivismo sobre las formas de vida de estas comunidades y de su subsistencia son atroces, y se inscriben con gran violencia en el cuerpo de las mujeres.

Resistencias

Pero en medio de la violencia colonial feminicida y capitalista, en Abya Yala se tejen resistencias. Han ido proliferando y enriqueciéndose desde muchos ámbitos y lugares de enunciación propuestas feministas descoloniales muy diversas, pero que tienen como denominador común el elaborar una crítica al capitalismo, al racismo, al sexismo, al extractivismo y a la violencia feminicida, para trascender la modernidad y la crisis civilizatoria.

Los movimientos liderados por mujeres en defensa del territorio y contra el extractivismo y por la soberanía alimentaria, las reivindicaciones por un buen vivir y libres de violencia, y en general la defensa de la Pachamama, son acciones ecofeministas; pero igualmente son movimientos que están ligados a defender sus conocimientos, culturas, lenguas y sabidurías ancestrales, preservándolas de la violencia occidental moderna, implantada con la conquista. Acciones para el control local del territorio, subsuelo y bienes naturales, con relaciones de equidad entre géneros y respetando los ciclos naturales.

Las mujeres del pueblo Mapuche, Berta Cáceres del pueblo Lenca, asesinada en Honduras, la lucha de Máxima Acuña, en Perú, por defensa de su territorio contra la minería; Francia Márquez, su lucha contra la minería y la defensa de los territorios en Colombia; la voz de Cindy Broran en Costa Rica y Perla Álvarez, de la Coordinación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Paraguay que lidera la lucha por la soberanía alimentaria contra Monsanto, muestran luchas y resistencias desde los pensamientos críticos que contemplan sistemas sustentables y que fomentan la resistencia y la resiliencia biocultural.

Es importante también identificar que desde las voces de quienes defienden su cuerpo-territorio, cuando hablan de la Pachamama (la madre tierra en lengua quechua) no es una metáfora. Para estas comunidades el territorio no es sólo un espacio físico, sino que es un espacio vital y de espiritualidades, en el que se construyen procesos colectivos entre el cuerpo y todo lo que hay alrededor. La concepción de la Pachamama dista de la de “recursos naturales” como usufructo y explotación derivado del antropocentrismo y utilitarismo, por el contrario la madre tierra alberga la vida, sujetos naturales, siendo el ser humano parte integrante de ella.

La vida en el centro

Desde miradas descoloniales y ecofeministas, se considera que el sistema patriarcal, capitalista, racista y colonial, es contrario a poner la vida en el centro. Porque la colonialidad, el expolio de los pueblos y territorios de los sures globales, sostiene el consumo y el estilo de vida opulento de los nortes, que saquea los recursos naturales y que no reconoce ningún daño, ni medioambiental, ni la destrucción de comunidades enteras, no reconociendo la eliminación de sus formas de vida y quedando sus conocimientos sepultados por el imperio del dinero.

A menudo las voces ecofeministas se asientan en las premisas epistemológicas del norte global, y obvian otras miradas y voces, invisibilizadas y desvalorizadas históricamente, como lo han sido los pueblos originarios y las mujeres. El racismo epistémico también permea algunas voces ecofeministas.

Si realmente queremos plantear alternativas que consideren la crisis sistémica, se tienen que tener en cuenta las diversas propuestas y acciones que se tejen desde y en las periferias de los sures globales. Propuestas y prácticas descoloniales, de la ecología y el feminismo, que constituyen poderosas herramientas para propiciar cambios de paradigmas y lograr nuevas realidades. Pensamientos y luchas que pretenden subvertir el lado oscuro de una modernidad que continúa menospreciando y violentando la vida.

Hoy más que nunca los problemas son interdependientes, debemos reconocer los aportes y saberes que vienen desde el Sur, cuyas comunidades defienden modos de vida más sustentables.“El territorio es vida y la vida no se vende; se ama y se defiende”.