Actividades como la caza, el turismo de masas en la naturaleza, la contaminación lumínica, el tráfico o el ruido, entre otras perturbaciones humanas, generan estrés en los animales e incluso pueden afectar a la conservación de las especies.

Isabel Barja. Doctora en Biología e investigadora del laboratorio Etofisiología, Unidad Zoología. Universidad Autónoma de Madrid. Revista Ecologista nº 101.

Los humanos podemos influir negativamente sobre la fauna silvestre, pues somos los responsables de la destrucción del hábitat de las especies, así como de su fragmentación, al construir grandes infraestructuras. Estas y muchas otras modificaciones del medio, junto con la presencia del ser humano realizando actividades de ocio en la naturaleza, influyen en los animales silvestres provocándoles estrés fisiológico.

La respuesta de estrés fisiológico a diferentes agentes estresantes es común a todos los vertebrados, no es exclusiva de los humanos y no sólo nosotros nos estresamos cuando un agente interno o externo actúa sobre nuestro organismo.

Así, cuando un estresor actúa sobre un individuo, el organismo responde a este desencadenando una respuesta de estrés que consiste en la activación del eje corticotropo (hipotálamo-hipófisis-adrenal). El hipotálamo secreta corticotropina (CRH), que estimula a las células de la adenohipófisis para que secreten adenocorticotropina (ACTH). Esta hormona a su vez, en respuesta al estímulo, actúa sobre la corteza adrenal para que secrete glucocorticoides (cortisol y corticosterona).

Es importante señalar que cuando un estresor actúa sobre un organismo durante un periodo corto de tiempo, la respuesta de estrés es adaptativa, pues sirve para desviar energía donde más se necesita y para que el organismo recupere el equilibrio homeostático. Si esto no ocurriera, el individuo no podría sobrevivir en el medio. Sin embargo, cuando los estresores se mantienen durante mucho tiempo, la respuesta de estrés se vuelve nociva para el organismo (estrés crónico), teniendo graves consecuencias para este, como la aparición de úlceras, supresión inmunológica, supresión reproductiva y muchas otras. En definitiva, disminuye el éxito reproductivo y la tasa de supervivencia, lo que sin duda afecta a la eficacia biológica de las especies.

Un ejemplo para comprender esto puede ser el hecho de que los corzos en los Montes do Invernadeiro (Galicia) no tienen úlceras a pesar de ser la presa principal de los lobos y de activar la respuesta de estrés cuando son perseguidos. Sin embargo, está se desencadena para poder escapar cuando un lobo los intenta cazar, desviando energía para poder salvar su vida, pero cuando el animal consigue huir del depredador la respuesta de estrés se desactiva.

Los niveles de estrés fisiológico en vertebrados se pueden cuantificar en muestras de sangre, orina, saliva, pelo, plumas y heces.

Las actividades deportivas en la naturaleza
generan estrés en los animales según varios estudios.

En la actualidad, en la mayoría de los estudios realizados con animales silvestres se utilizan muestras fecales, puesto que su obtención no requiere la captura del animal, constituyendo una metodología no invasiva. Además, el uso de heces es ventajoso frente a otro tipo de muestras, pues es más representativo de los niveles totales de glucocorticoides en el organismo y a que el efecto de un agente estresante se manifiesta trascurrido más tiempo (12, 24 o 48 horas) y no como ocurre en muestras de plasma donde se detecta a los pocos minutos (3 minutos), pudiendo cometer un sesgo debido al estrés provocado por la captura y manipulación del animal. Las hormonas que se cuantifican en las muestras son el cortisol y la corticosterona que son las hormonas del estrés. Así, en carnívoros y ungulados se cuantifica cortisol, mientras que en micromamíferos, lagomorfos, reptiles y aves se cuantifica corticosterona.

Ruidos de los coches

Los estresores son de distintos tipos, internos y externos, entre los que cabe destacar las perturbaciones humanas. El efecto de las distintas perturbaciones humanas sobre la respuesta de estrés en diferentes especies de vertebrados ha sido estudiado por varios grupos de investigación a nivel mundial, entre los que destaca el que lidero, por ser pionero en estos temas.

En el ratón de campo se ha constatado que los que viven más cerca de la autovías muestran mayores niveles de estrés

En un estudio que realizamos con ratón de campo pudimos constatar que los ratones que vivían más cerca de las autovías mostraban mayores niveles de corticosterona fecal que los que vivían lejos de estas infraestructuras, pues la cobertura vegetal es mala, hay una peor calidad del hábitat, y los animales están más expuestos a la deprecación, además del ruido provocado por los coches.

Otra perturbación humana que causa estrés en la fauna es la caza.

El efecto de las actividades humanas también lo hemos podido confirmar en carnívoros como la marta y el gato montés en dos trabajos científicos realizados en Montes do Invernadeiro (Parque Natural de Galicia) que han destacado la importancia de las zonas de Reserva Integral de los espacios protegidos, donde no pueden acceder los visitantes, pues en ella ambas especies mostraron unos niveles muy bajos de glucocorticoides fecales en comparación con la zona de uso público.

En el caso de los ungulados como el rebeco y el corzo también pusimos de manifiesto el efecto de las actividades de nieve sobre el estrés. En el caso del rebeco se observó un aumento de estas en las zonas donde dichas actividades eran más intensas. En un estudio con el corzo, donde evaluamos el efecto del tráfico en las carreteras del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, se observó cómo aumentaba el estrés cuando el volumen de tráfico era mayor, al ser el ruido antropogénico un estresor que afecta a las poblaciones animales.

Impactos en la fauna

El impacto de la agricultura no solo afecta a la abundancia y diversidad de especie, sino también a la respuesta de estrés. Así, los topillos que capturamos dentro de los cultivos en una zona de León mostraron más estrés que los que ocupaban los bordes de los campos de cultivo, mostrando estos resultados que los hábitats degradados en zonas agrícolas están asociados con un aumento de los niveles de glucocorticoides causados por la elevada perturbación de las prácticas agrícolas y la menor cobertura en los cultivos en comparación con los márgenes de estos, donde el riesgo de depredación es menor.

El estrés en los animales aumenta con las actividades relacionadas con la caza.

Otra perturbación humana que causa estrés es la caza, como pudimos comprobar en sisones y gangas en Ciudad Real. Durante los fines de semana aumenta el estrés en los animales debido a la mayor frecuencia de actividades humanas (cazadores, ciclistas y paseantes) en las zonas agrícolas. El estrés aumenta con la intensidad de las molestias, principalmente con las relacionadas directamente con la caza (frecuencia de tiros por minuto, densidad de cazadores y perros). Hay que destacar que además de las perturbaciones humanas hay otros estresores para los animales, como el estrés social y el estrés trófico, que en ocasiones tienen que ver con las transformaciones realizadas por los humanos sobre las especies presa.

Por todo lo expuesto, destacar que los animales también se estresan y esto puede provocar la desaparición de poblaciones sometidas a intensas perturbaciones humanas e incluso de especies con bajos efectivos poblaciones. Por ello, es importante estudiar el efecto de los estresores relacionados con las actividades humanas sobre los animales para mantenerlos en un buen estado de conservación.


Referencias científicas en las cuales hemos podido constatar el efecto de los humanos sobre la respuesta de estrés fisiológico:

– Barja, I.; Silván, G.; Rosellini, S.; Piñeiro, A.; González-Gil,A.; Camacho, L. e Illera, J.C. (2007). Stress physiological responses to tourist pressure in a wild population of European pine marten. Journal of Steroid Biochemistry and Molecular Biology 104(3-5): 136-142.

– Piñeiro, A.; Barja, I.; Silván G. e Illera, J. C. (2012). Effects of tourist pressure and reproduction on physiological stress response in wildcats: management implications for species conservation. Wildlife Research 39(6): 532-539.

– Barja, I.; Escribano, G.; Lara, C.; VIrgós, E.; Benito, J.; Rafart, E. (2012). Non-invasive monitoring of adrenocortical activity in European badgers (Meles meles) and effects of sample collection and storage on faecal cortisol metabolite concentrations. Animal Biology 62(4): 419-432.

– Zwijacz-Kozica, T.; Selva, N.; Barja, I.; Silván, G.; Martínez-Fernández, L.; Illera, J.L. y Jodlowski, M. (2013). Chamois stress levels in relation to tourist pressure in Tatra National Park, Poland. Acta Theriologica 58 (2): 215-222.

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– Navarro-Castilla, A.; Barja, I.; Olea, P. P.; Piñeiro, A.; Mateo-Tomás, P.; Silván, G. y Illera, J. C. (2014). Are degraded habitats from agricultural crops associated with elevated faecal glucocorticoids in a wild population of common vole (Microtus arvalis)? Mammalian Biology 79: 36-43.

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– Casas, F.; Benítez-López, A.; Tarjuelo, R.; Barja, I.; Viñuela, J.; García, J. T.; Morales, M. B. y Mougeot, F. (2016). Changes in behaviour and faecal glucocorticoid levels in response to increased human activities during weekends in the pin-tailed sandgrouse. The Science of Nature (Naturwisenschaften) 103: 91-105.

– Iglesias-Merchán, C.; Horcajada-Sánchez H, F; Díaz-Balteiro,l.; Escribano-Ávila, G; Lara-Romero, C.; Virgós, E.; Planillo, A. & Barja, I. (2018). A new large-scale index (AcED) for assessing traffic noise disturbance on wildlife: stress response in a roe deer (Capreolus capreolus) population. Environmental Monitoring and Assessment 190:185-200