El biólogo marino José Antonio Rodríguez pronunció una interesante conferencia, organizada por la Sociedad de Amigos de la Cultura (SAC) de Vélez-Málaga y el Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (Gena-Ecologistas en Acción), con el título: “Los fondos marinos de los acantilados de Maro-Cerro Gordo en peligro”, acto desarrollado en el Centro Cultural “Ntra. Sra. del Carmen” (Azucarera), cedido para este fin por la Tenencia de Alcaldía de Torre del mar.

El citado biólogo marino indicaba que tras 15 años volvió a bucear en las aguas protegidas del Paraje de Maro-Cerro Gordo. Las conocía bien por la gran cantidad de buceos con escafandra autónoma y en apnea que ha realizado en ellas a lo largo de la su vida. Además, formó parte del equipo que hizo el estudio sobre la Planificación Turística y Ecológica de dichas aguas protegidas (Universidad de Málaga, Departamento de Ecología). Su experiencia en otras zonas protegidas le ha mostrado los resultados espectaculares, no solo en la recuperación de las poblaciones de las especies biológicas más castigadas, sino en el efecto semillero para aguas adyacentes, como sucede, por ejemplo en Nueva Tabarca o Cabo de Palos. Por ello, las expectativas al volver a bucear en esta zona tan entrañable tras tantos años de protección eran muy altas. Además, el potencial de la zona es muy elevado debido a las formaciones rocosas, aguas ricas en nutrientes y localización geográfica.

Sin embargo, durante el pasado verano realizó algunas inmersiones en la franja marina protegida en las zonas que supuestamente eran las más ricas en biodiversidad, próximas al islote de Cantarriján. El comienzo fue prometedor: un buen cardumen de salpas (Sarpa salpa) le dio la bienvenida. Pero las expectativas se fueron viniendo abajo a medida que trascurría la primera inmersión. Nada de grandes peces, ni un solo mero, un abadejo pequeño. No se veía tan siquiera alguna morena o algún congrio, antes tan frecuentes. Básicamente faltaban las especies más codiciadas por los pescadores, especialmente los de pesca submarina, y esto ya indica una de las posibles fuentes de la pobreza que ahora se ven en estos fondos.

Pero los problemas no acaban aquí, pues a una profundidad de unos 16 metros, el fondo arenoso estaba vacío, salvo algunos salmonetes en las inmediaciones de la roca; esto es debido al paso de barcos arrastre, que dejan los fondos desolados; este tipo de pesca está prohibido en el Paraje. Las algas que presentaban las rocas manifestaban también el fuerte impacto humano; las especies de algas predominantes eran aquellas más resistentes al aleteo de los submarinistas, pues éstos con frecuencia golpean con sus aletas las rocas; esta circunstancia nos indica el fuerte impacto que sufren esta cobertura de algas e invertebrados por parte de buceadores que no respetan las mínimas normas de buceo respetuoso.

En la playa del Cañuelo le llamó la atención la presencia de algunos meros, pero todos eran pequeños (no había más grandes) y muy asustadizos, lo que denota que los más grandes habían sido eliminados por la pesca submarina. También en esta zona pudo ha podido verificar tristemente la ausencia de morenas y congrios, así como de pulpos de mediano a buen tamaño. Todos estos síntomas descritos, así como la impresión de un buceador biólogo que puede considerarse experto en la zona (con más de 45 años de experiencia, de los cuales 37 visitando esta zona), manifestaban claramente la alta presión pesquera que sufre la zona. De manera particular la pesca submarina y la de arrastre parecen ser las que tienen más influencia. Todo esto deja ver claramente la total indefensión del Paraje en su franja submarina. El sistema de guardería brilla por su ausencia, así como la negligencia, desidia o incapacidad de las autoridades competentes. Personas que trabajan en la zona confirmaron que no suele haber ningún guarda en la zona. Según el mencionado experto, la situación de la vida submarina en el parque es la misma que la que se puede encontrar en cualquier otra zona desprovista de protección. Ello contrasta con las numerosas medidas escritas en el BOJA y tantos años de protección.

Todo lo cual debe ser denunciado pues no sólo se está incumpliendo la obligación de la administración ambiental de vigilar y proteger parajes de importancia internacional como los acantilados de Maro-Cerro Gordo, sino que, además, es una auténtica lástima que esta zona esté en este estado, a pesar del enorme potencial que tiene. Otros lugares de la geografía submarina española muestran que, cuando se hacen las cosas bien, funcionan.

Por todo ello, las autoridades competentes no han llevado a cabo la misión encomendada. Por ello, hay que exigirles responsabilidades, hacerlo saber a la opinión pública y que pongan solución.