El modo en el que se están implantando las energías renovables en nuestro país y concretamente en Navarra está teniendo graves impactos para el paisaje, para el medio ambiente y no sirve a los intereses de los consumidores. El actual modelo solamente beneficia a las grandes empresas promotoras y a los ayuntamientos.

Las empresas solamente velan por sus cuentas de resultados. Sería deseable otro tipo de planteamientos alejados del modelo capitalista, devorador de recursos, y que tuviera, de verdad, un enfoque social y medioambiental. Lamentablemente los ayuntamientos se pliegan a estos intereses, pidiendo para ellos también una parte del pastel.

Vemos como incluso los ayuntamientos buscan la implantación en sus municipios de parques eólicos o huertas solares. Incluso recurren proyectos que han sido limitados por Medio Ambiente de Gobierno de Navarra. Recordamos como en el terrible proyecto CAVAR algunos ayuntamientos han solicitado la construcción de algunos aerogeneradores que habían sido desechados por tener consecuencias sobre el medio, y sobre los que los ayuntamientos recurren para que se pongan, no vayan a perder su parte del pastel. En otros proyectos como el de parques eólicos y solares en Cascante se quiere vender a la sociedad como un gran avance, como algo positivo. Cuando en realidad la que sale ganando es la empresa ENHOL y en menor medida el Ayuntamiento.

Lamentablemente este no es el modelo energético que necesitamos. En primer lugar no se habla de lo fundamental que es reducir el consumo eléctrico. Esto es así porque el actual sistema pivota sobre la creencia del crecimiento ilimitado. El fin de un petróleo fácil de extraer y barato, y la escasez de otros recursos minerales deberían hacernos ver que esta loca carrera no puede tener un buen final.

Ya inmersos en esta carrera se pervierte el significado de la palabra eficiencia, y como “todo consume menos” aumentamos globalmente nuestros consumos  año a año. Y acabamos con más luces de Navidad, más móviles en casa y un televisor en cada habitación. Total, como consumen menos.

Para rematar, este modelo nos vende como sostenible y necesario que el territorio de nuestros municipios quede inundado, colapsado por parques eólicos y solares, y sus líneas de evacuación. No importa que no vayamos a necesitar esa energía. No importa que con la actual potencia instalada ya tengamos suficiente. Qué se instala y dónde no lo decidimos nosotros, ni los ayuntamientos, ni los gobiernos autonómicos: lo deciden las empresas.

En este sentido, Navarra se ha convertido en una gran cuadrícula donde cada empresa eléctrica promotora ya se ha apropiado de una parte del territorio. Algo, además, consentido por los ayuntamientos, que en vez de ser garantes del Patrimonio se lo entregan a las empresas para que hagan caja. El Patrimonio es el paisaje, son nuestros cabezos o sierras, son los espacios naturales esteparios que deberían ser nuestro estandarte, es el Comunal, son nuestros campos de cultivo: todo expropiado y entregado a manos privadas. Si las empresas quieren engordar más y más sus cuentas de resultados que antes repotencien los parques que ya tienen. Mientras esto no ocurra se les debe plantear una moratoria.

Alguien podrá decir que los ecologistas nos quejamos de todo, que no estamos satisfechos con nada. Pero menos mal que tratamos de poner el contrapunto necesario al modelo imperante. Y  menos mal que insistimos en las alternativas necesarias. No necesitamos acabar con el Patrimonio, debemos velar por él. No necesitamos grandes parques eólicos o solares, con sus líneas de evacuación invadiendo y resquebrajando nuestro territorio. Lo que de verdad necesitamos es construir pequeños parques en las zonas ya humanizadas, como los polígonos industriales. Y sobre todo, aprovechar las miles y miles de hectáreas libres que tenemos encima de nuestras viviendas o empresas. Si todo el mundo entiende el concepto de alimento de proximidad, con la energía ocurre lo mismo. Luchemos entonces por revertir este modelo, fomentando la producción de energía de proximidad.

Las afecciones para el medio de este modelo de proximidad van a ser mucho menores. El paisaje no se modificará y se verá salvaguardado. Las aves, muchas protegidas como las rapaces, los murciélagos dejarán de morir brutalmente seccionados y golpeados por las aspas de los aerogeneradores. Las aves esteparias no se verán afectadas por el cambio de uso del suelo que destruye sus hábitats. Las electrocuciones en las líneas de evacuación de miles y miles de aves se reducirán al reducirse su longitud. Y nosotros, los consumidores, veremos como la factura de la luz se abarata. Según las estimaciones y condiciones finales de uso, una instalación solar en una empresa se puede rentabilizar en 4, 5 ó 6 años; mientras que una instalación doméstica se puede amortizar en una horquilla que va de los 8 a los 12 años.

Pero claro, este modelo de producción de energía de proximidad no interesa ni a las grandes empresas ni a los ayuntamientos. Y, no obstante, es preciso insistir en que la alternativa es necesaria y totalmente viable. Y ahí volvemos a estar nosotros diciendo alto y claro que eólica y solar sí, pero no así. Que lo que necesitamos nosotros y el medio ambiente es reducir los consumos, ser más eficientes y producir y consumir en proximidad.