Llevamos un mes encerrados en casa, observando atónitos cómo se desbarata el mundo que creíamos tan seguro, se desbordan los sistemas de protección social, tiembla la economía y se extiende una pandemia, no solo vírica, sino también de incertidumbre y frustración. Frustración, porque, a menos que pertenezcas a uno de esos grupos de profesionales imprescindibles, de esos que están sosteniendo los servicios básicos que nos permiten seguir funcionando -aunque sea al ralentí-, imagino que en algún momento habrás experimentado un sentimiento de incapacidad o inutilidad: ¿qué puedo hacer yo, aquí encerrada, para contribuir de algún modo al bien común?

Desde Ecologistas en Acción de Segovia, nos hemos propuesto ofrecerte algunas sugerencias para contribuir, desde el confinamiento, a mantener -o iniciarte en- el activismo ecosocial, con la vista puesta en el día de después, en esa vuelta a una cotidianidad que no sea la de antes, sino que recoja sabiamente lo aprendido en el encierro y permita construir un mañana mejor.

Cuando salgamos de esta, contar contigo va a ser si cabe más importante que antes. Contigo, y con vosotros, y con ellas… con esas personas que hoy aplauden desde sus balcones, o cosen mascarillas, o graban vídeos animosos… ¿Para qué? pues para empujar en la dirección adecuada la reorganización de la economía, el consumo y las formas de vida, de modo que quepan dentro de los límites que el planeta puede soportar, respeten la salud de la naturaleza y de la gente, y permitan un reparto más equitativo de la prosperidad y el bienestar.

Así que, vamos a por ello. Ahí van nuestras 10 propuestas para sumarte al activismo confinado:

1. Infórmate y cultiva tu pensamiento crítico

Tenemos tiempo, mucho más tiempo, así que es buen momento para leer y tratar de entender mejor el mundo en el que vivimos. No te conformes con el WhatsApp, ni con el telediario, ni con tu periódico habitual, ni con las noticias sobre la crisis del coronavirus que presentan solo una faceta del problema. Precisamente esta pandemia es un fenómeno sumamente interesante para comprender cómo interaccionan muchas causas -derivadas de nuestro modelo de civilización- en la generación de un problema global, que se nos va de las manos y de consecuencias que aún no acertamos a valorar.

Compartimos a continuación algunos de los artículos más lúcidos o inspiradores que han aparecido en las pasadas semanas. Hazte una infusión, siéntate en el sofá, y ponte a leer. Luego, reflexiona y empieza a imaginar una salida colectiva que no repita errores pasados:

2. Apoya a la prensa independiente que nos ayuda a abrir los ojos

Si te das cuenta, los anteriores artículos proceden, en su mayoría, de medios de información alternativos, sostenidos por personas que los hacen viables a través de su apoyo económico. De hecho, 17 medios independientes han emitido un comunicado conjunto, ante la posibilidad de que el Gobierno plantee medidas de apoyo a la prensa, en el que transmiten su “inquietud porque esas ayudas contribuyan a fortalecer aún más la concentración en el sector de la Comunicación, que según todos los estudios internacionales es el principal problema –junto a la falta de credibilidad– del sistema mediático español.”

Así que también es buen momento para que busques, compares y apoyes con tu suscripción alguno de estos medios que ofrecen miradas menos convencionales y análisis más críticos, fuera del control que ejercen las grandes empresas a través de la publicidad, y con ello nos permiten a todos ir más allá del lugar común y tener un pensamiento más libre.

3. Revisa tu forma de alimentación

Tanto tiempo metidos en el hogar ofrece también una oportunidad impagable para repensar cómo satisfacemos nuestra necesidad básica de comida. En los últimos años se ha extendido el debate acerca de la locura del actual sistema alimentario, basado en una industrialización creciente de las explotaciones, cada vez más grandes; una enorme dependencia del petróleo y sus derivados (agroquímicos); y un nivel de globalización inusitado. El panorama se completa en estos días con la difusión de informaciones que nos recuerdan el riesgo que supone la ganadería industrial -especialmente las macrogranjas porcinas- en la generación y extensión de enfermedades infecciosas, así como su vinculación con el incremento global de las resistencias a antibióticos.

Existen propuestas para reorientar de forma drástica nuestros sistemas alimentarios, empezando por los hábitos de compra y dieta que hemos normalizado como consumidores y que, sin embargo, tienen un impacto profundo -y poco visibilizado- en el mundo. ¿Qué podemos hacer?:

  • Reducir la cantidad de proteína animal de nuestra dieta, en favor de más vegetales y legumbres, sería una primera recomendación con consecuencias muy positivas para la salud personal y planetaria. En el caso de la carne y huevos, comer menos, pero de mejor calidad, es una muy buena opción.
  • Comprar, en la medida de lo posible, alimentos frescos, de temporada, y de producción agroecológica próxima, que nos garantizan que en su ciclo de vida han generado menor huella ecológica y han contribuido a la generación de trabajo y la fijación de población en el medio rural.
  • Elegir alimentos con el menor procesado y empaquetado posible para evitar contribuir a agravar el gran desastre de los residuos.

4. Planifica un consumo de cercanía

Probablemente, las semanas de encierro han hecho que compres más en el barrio. Quizá has entrado por primera vez en la panadería, frutería o pescadería, con tu carro de la compra, aprovechando que era el único motivo que te permitía dar un breve paseo fuera de casa.

¿Te has planteado los beneficios que supone este consumo de cercanía para la vida del barrio, para generar empleo,para ofrecer servicios accesibles a muchas personas -principalmente mayores- que no tienen coche…? El comercio de cercanía genera más puestos de trabajo que las grandes superficies, y el dinero gastado en este se reinvierte más localmente que el que va a parar a una gran cadena, además de evitar desplazamientos motorizados que contribuyen a la contaminación del aire urbano. Si no quieres dar un adiós definitivo al centro comercial o el hipermercado, al menos trata de planificar tú consumo, a partir de ahora, teniendo más en cuenta los servicios de proximidad que pueden satisfacer tus necesidades y están a un paseo de distancia.

Pero aún hay un peligro mayor que, de la mano de la tecnología y la comodidad, conquista cada día más espacios de nuestro consumo privado y lo globaliza aún más. El comercio electrónico o compra online -liderado por un gigante especialmente conocido- supone una vuelta de tuerca que multiplica los impactos sociales y ambientales del consumo -como cuenta este magnífico reportaje de Ballena Blanca-, a los que se suma la amenaza a nuestra privacidad.

5. Cambia, hoy mismo, de comercializadora eléctrica

Uno de los ámbitos esenciales del consumo doméstico es el de la energía. También es uno de los sectores que, durante décadas, ha estado controlado por un puñado de grandes empresas que conforman un poderoso oligopolio. Desde hace unos años, sin embargo, se han ido abriendo resquicios en ese férreo control, por donde se han colado interesantes iniciativas,de carácter cooperativo y ciudadano, que han dinamizado una apuesta por las energías renovables cercana a la gente corriente.

Una opción muy sencilla para participar en esta pequeña revolución hacia la transición energética es cambiar ya, hoy mismo, tu contrato de electricidad y pasarte a la energía verde que proporcionan las comercializadoras alternativas.  Por supuesto, las grandes empresas energéticas también ofrecen ahora una opción verde, pero lo que te proponemos es moverte a una de las cooperativas de consumo existentes, sin ánimo de lucro, que te ofrecen ser parte del cambio de modelo energético. Es un procedimiento muy sencillo, que solo requiere unos minutos de tu tiempo -y ahora tienes mucho-, una factura actual, tu número de cuenta y una inversión de 100 euros para asociarte a la cooperativa -reembolsables si causas baja-.

Las 19 cooperativas de energías renovables en nuestro país están organizadas en Unión Renovables, la plataforma que trabaja por el consumo energético responsable, la economía local y la generación renovable distribuida. Som Energía es la más grande (actualmente casi 65.500 personas asociadas) y es de ámbito estatal, pero existen opciones de escala municipal y regional, como EnergÉtica, en Castilla y León, para acercarte todavía más el poder de la energía ciudadana. ¡No lo dejes para mañana!

6. Conviértete en productor/a de energía renovable

También puedes dar un paso más allá del simple cambio de contrato. La mayoría de estas cooperativas también ofrecen la posibilidad de apoyar proyectos propios de producción de energía renovable.

Som Energía, por ejemplo, tiene 11 proyectos en funcionamiento y 5 en construcción o fase de estudio. Pero la pequeña EnergÉtica posee parte de una central minihidroeléctrica, Valteína, con la que avanzan hacia la autosuficiencia y la producción descentralizada y cercana, gracias a las aportaciones de socios y socias.

Hay otras opciones para convertirse en productor de energía limpia desde la economía social y ambientalmente responsable. La empresa de no lucro Ecooo nos ofrece la opción de invertir (desde los 100 euros) en proyectos colectivos de producción fotovoltaica. Comenzaron en 2005 y, 15 años más tarde, ya han socializado 124pequeñas plantas fotovoltaicas sobre cubiertas.

A través de esta opción, no solo pones a tus ahorros a trabajar en concordancia con tus ideales, además obtienes unos beneficios (¡hasta un 4,5 % de interés!) con un origen conocido, ético y vinculado a una economía real -no especulativa- que está al servicio de las personas y del ambiente. ¿A qué estás esperando?

En Ecooo también te ayudarán si estás pensando en dar el salto definitivo y convertirte en beneficiario del autoconsumo eléctrico, tanto en vivienda unifamiliar como en comunidad de propietarios.

7. No dejes que tu dinero trabaje sucio a tus espaldas

En el punto anterior ha salido el tema de los ahorros, y es bueno profundizar un poco más en este asunto. La mayoría abrimos en su día una cuenta, en un banco o caja cualquiera, y no le hemos prestado al tema mayor atención que la de comprobar que nos hayan ingresado la nómina o cómo está el saldo. Bueno, pues es momento de cambiar eso.

El dinero que tenemos en el banco alimenta muchos sistemas y negocios profundamente dañinos para la gente y el planeta. Y esto se hace sin nuestro conocimiento y consentimiento explícito, pues la transparencia bancaria es más que mejorable. Puede que seas una ciudadana ejemplar, con ideas y comportamientos cuidadosos e intachables, y sin embargo el fruto de tu trabajo está realmente apoyando, a través de tu banco, actividades que te resultan aborrecibles.

Si aún no lo tienes claro, lee este esclarecedor artículo del experto en marketing Antonio Gnocchini, titulado expresivamente “Por qué elegir el banco correcto es más urgente que reciclar”. Si ya estás convencido y quieres ir al grano, aquí tienes una lista de entidades de banca ética para elegir.

8. Elabora un plan de desconexión progresiva de tu coche para cuando salgas de casa

Seguramente uno de los beneficios más apreciables de estas semanas de encierro haya sido abrir la ventana o el balcón, respirar hondo y disfrutar de un aire limpio como jamás lo habíamos conocido. La radical disminución de la circulación motorizada ha tenido un efecto mágico: descubrimos aromas y sonidos nuevos, y nuestra vista alcanza distancias inimaginables hasta hace poco.

Pero librarnos de los niveles de contaminación con los que habitualmente convivimos no tiene solo esa vertiente poética. Diversos artículos están poniendo en evidencia la aparente relación entre niveles altos de contaminación -especialmente de NO2 y partículas- y un mayor impacto del COVID-19. Aunque no hace falta aludir a la pandemia de moda; las autoridades sanitarias llevan mucho tiempo advirtiendo de las muertes que la contaminación del aire provoca cada año: 10.000 en España, en torno a 800.000 en Europa y más de 8 millones en el mundo. Tenemos buenas razones para esforzarnos por que la nueva normalidad a construir tras el encierro no repita los errores del pasado, y el peso del vehículo privado en la movilidad es uno de ellos. Un error fatal al que contribuimos muchos haciendo un uso del coche excesivo y evitable.

Por eso, un ejercicio óptimo para preparar tu cambio personal para la era pos-COVID-19 es planificar la desconexión de tu coche repasando con atención cuáles son tus desplazamientos habituales y cómo los puedes sustituir por caminatas, transporte público, bicicleta o al menos viajes en coche compartido con más personas.

Y como motivación adicional, sobre todo para quienes estéis pensando en adquirir un coche o renovarlo, os animo a hacer otro sencillo ejercicio de cálculo de primaria. Hace unos años (en el 2012), yo misma hice “las cuentas de tu coche”, y los resultados fueron chocantes, tanto que conservo mi pequeño Clio -ya con 17 años, y lo que le queda- y he adquirido una bici eléctrica.

9. Planifica unas vacaciones sostenibles

Nos hemos quedado sin Semana Santa, sin fines de semana en medio de una primavera maravillosa… ¡El cuerpo pide salir y vacacionar! Comprensible, pero ojito: no vayas a estar preparando tu desconexión cochista y tu cesta de la compra consciente mientras planeas tus próximas vacaciones a Canadá.

La movilidad en avión es el sector del transporte que más ha crecido en las últimas décadas, es responsable del 5 al 8 % del impacto climático global -según un informe de 2019 de la Agencia Medioambiental Alemana-, disfruta de unas inexplicables exenciones de impuestos y, para más inri, se resiste a contribuir a una reducción sustancial de emisiones.Pero, bajando al terreno de lo personal, por muchos esfuerzos que hagas para mejorar tu comportamiento ambiental y disminuir tu huella de carbono, un viaje en avión puede echar por tierra todos tus esfuerzos.  Un vuelo de clase económica Londres-Nueva York emite aproximadamente 0,67 toneladas de CO2 por pasajero-según la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI)-, lo cual equivale al 11 % de las emisiones anuales promedio de un ciudadano del Reino Unido, o a casi el total de las producidas en un año por alguien que vive en Ghana. Volar es un lujo extremadamente barato para quien paga el billete -en general personas con capacidad económica- y extremadamente caro para el medio ambiente global.

Este suele ser el talón de Aquiles de muchas personas amantes de la naturaleza y ambientalmente sensibles, nos cuesta mucho esta renuncia. Quizá no tenga que ser total y definitiva pero el planteamiento debería ser diferente: invertir más tiempo en el desplazamiento y usar el tren, o hacer el viaje de nuestra vida en avión pero pasar unos meses viviendo y conociendo el lugar de verdad. A lo que debemos renunciar es al consumo compulsivo de viaje porque la aviación debe decrecer.

Tras el impacto económico de la crisis que estamos sufriendo, va a ser muy necesario plantearse dónde y en qué gastarse el dinero. Diseñemos unas vacaciones con el mínimo impacto ambiental y el máximo impacto en la revitalización de las pequeñas economías de gente y empresas que aportan algo positivo a la gente y al planeta.

10. Haz una lista con tus prioridades vitales

La crisis global que estamos viviendo nos permite revisar, como colectividad, la lista de cosas realmente esenciales para la vida, de trabajos esenciales para sostener una comunidad, quizá de valores esenciales para seguir existiendo como sociedad… porque en esta situación no hay opción a una salida individual, a un “sálvese quien pueda”. Esta experiencia inédita ha puesto de manifiesto que nuestra existencia sigue dependiendo, como siempre ha sido aunque se nos hubiera olvidado, de bienes básicos de los que nos provee la naturaleza, y de otras personas que hacen lo que tienen que hacer para que el conjunto funcione y perviva, como una colmena.

Quizá nuestra supervivencia como sociedad humana esté sujeta, hoy más que nunca, a que todos y cada uno de sus componentes recordemos y asumamos esta cuestión tan sencilla: somos ecodependientes e interdependientes, y solo así saldremos adelante.

Teniendo esto presente, podrías empezar haciendo tu lista de prioridades esenciales, esas a las que realmente no podrías renunciar, y después medita sobre si es posible satisfacerlas en un mundo limitado en el que quepamos todas.

María Sintes