Somos parte de la naturaleza, somos la naturaleza y no podemos sobrevivir separados de ella. Cualquier cambio en el entramado de la vida de nuestro planeta nos influye como especie. Esto es algo que puede resultar evidente, pero que se ignora en muchos de los análisis que se están haciendo sobre la COVID-19 y sobre las soluciones que se están proponiendo.

Existe un amplio consenso social sobre los peligros que entraña para la vida natural y humana el cambio climático. A partir de esta pandemia se ha podido comprobar que deberíamos  añadir la pérdida de biodiversidad como otro factor que nos pone en riesgo. La sexta gran extinción, que en gran medida está provocada por el ser humano, nos afecta de diversas maneras: los servicios ecosistémicos que permiten vivir al ser humano están siendo destruidos, y  dos terceras partes de ellos están seriamente dañados.

Los sistemas que purifican el agua o el aire, la polinización, la autorregulación del clima, la fertilización del suelo o el control de la erosión, son sistemas vivos. Según la ciencia, estos sistemas están siendo amenazados por la mala gestión y por un modelo económico y de desarrollo que no tiene en cuenta los límites del planeta.

Los virus y bacterias no son los culpables ni de esta ni de ninguna epidemia que afecta al ser humano. De hecho, son parte imprescindible en el funcionamiento de lo que llamamos vida. Es en el equilibrio de los ecosistemas donde radica la regulación de plagas y enfermedades, y las causa de muchas de ellas son la modificación y la destrucción provocada por el ser humano.

En estas infografías mostramos las causas de muchas de las epidemias que ha sufrido el ser humano. También lanzamos algunas ideas que pueden servir para detener la “epidemia de epidemias” que han afectado a la humanidad en los últimos decenios.