El ahorro energético en iluminación. Francisco Pujol, presidente del Grupo de Protección del Cielo (1). Artículo publicado en la revista El Ecologista nº 43, primavera 2005

Numerosas posibilidades para reducir el consumo eléctrico en un campo en el que el derroche es la norma

Nuestro consumo eléctrico sigue creciendo de forma exponencial. El de la iluminación es uno de los sectores en los que es posible obtener un mayor ahorro con relativa facilidad.

El Gobierno aprobó en noviembre de 2003 la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética, conocida como E4. Esta estrategia diseña un moderado plan de ralentización del crecimiento del consumo energético, e incluso plantea en sectores de derroche puro, como el del alumbrado público, reducciones reales en el consumo para el año 2012, último de vigencia del Plan.

Sin embargo, el desconocimiento sobre este Plan es total, incluso para la mayoría de sectores públicos, los cuáles siguen derrochando energía a manos llenas en buena parte de las nuevas realizaciones que tienen que ver con la iluminación (nueva terminal del aeropuerto de Barajas, alumbrado de autopistas…). Por ello, parece oportuno señalar los puntos más importantes de ahorro en iluminación, tanto interior como exterior.

- Apagado total o reducción del número de horas de encendido

Mientras que el consumo eléctrico en calefacción o aire acondicionado se reduce a unos cientos de horas al año, la iluminación permanece encendida durante muchísimo tiempo. Concretamente, el encendido nocturno del alumbrado público representa unas 4.100 horas al año de funcionamiento. Además, hay que añadir el propio mantenimiento de estos elementos cuya vida en el caso de la lámpara viene a ser de unas 16.000 horas (9.000 en las de halogenuros (2) y fluorescentes, y 2.000 en las halógenas). El alumbrado interior diario en una oficina, comercio o empresa, a razón de 220 días x 10 horas, totaliza unas 2.200 horas año. En lugares como los pasos subterráneos o semáforos se acercan o alcanzan las 8.750 horas de encendido al año, esto es, un encendido continuo.

A la vista de los datos anteriores, resulta evidente que el ahorro energético conseguido apagando total o parcialmente cosas no necesarias puede ser muy considerable. ¡Cuántas oficinas y centros de trabajo permanecen encendidos en su totalidad hasta que se va el último empleado o la persona de la limpieza encargada de accionar los interruptores de apagado! ¡Cuantos ayuntamientos, empresas o comunidades mantienen iluminadas toda la noche canchas de deporte, carreteras, fachadas y parques! Un simple interruptor horario o responsabilizar a alguien para que accione el sistema de apagado a una determinada hora, puede significar un notable ahorro.

En los últimos años ha sido masiva la colocación de proyectores de hasta 400 vatios para la iluminación publicitaria de fachadas de fábricas, centros comerciales u oficinas, los cuáles permanecen encendidos aunque no pase nadie por las inmediaciones. Algunas personas pueden pensar que este alumbrado contribuye a la seguridad, pero resulta mucho más efectivo y barato colocar detectores de proximidad que ponen en marcha unos focos halógenos al acercarse alguien, apagándose de nuevo a los pocos minutos de irse la persona que accionó la instalación.

- Cumplimiento de los niveles de iluminación

La mayoría de proyectos de iluminación puestos en marcha en los últimos años superan ampliamente los niveles de iluminación recomendados por las Guías CIE (3). Es muy deseable adquirir un pequeño luxómetro digital (80 € en tiendas especializadas), capaz de verificar los niveles de iluminación expresados en lux.

En nuestro país, el IDAE (4), ha editado en los últimos años en colaboración con el Comité Español de Iluminación (CEI), un puñado de guías en las que se detallan los niveles de iluminación (iluminancia) adecuados para oficinas, hospitales, centros de trabajo, escuelas, carreteras, calles, etc. Para adecuar los niveles de iluminación bastará con eliminar lámparas o reducir la potencia de los puntos de luz, lo cuál es una operación bastante sencilla, salvo en algunos casos en que resulte necesario cambiar la luminaria.

Otra forma de conseguir un ahorro energético importante es incorporar sistemas de reducción de flujo, los cuáles permiten rebajar hasta en un 50% el nivel lumínico y por tanto el consumo, a partir de la hora que fijemos. La introducción de estos sistemas, que permiten regular al mismo tiempo un número elevado de puntos de luz está subvencionada por el IDAE.

- Sustitución de luminarias de baja eficiencia energética

El tercer punto propuesto es el más costoso, pero con mucha frecuencia se justifica especialmente si contamos con ayudas o subvenciones: la sustitución en alumbrado exterior de globos y faroles, luminarias simples carentes de reflector, las cuáles lanzan al cielo, o a las ventanas de los vecinos, porcentajes superiores al 30% de su flujo.

Otro campo de sustitución lo constituyen los proyectores simétricos con inclinaciones superiores a los 40º, los cuáles lanzan también buena parte de su flujo al cielo o se pierde fuera de la zona a iluminar. Su sustitución por otros de tipo asimétrico, paralelos al suelo es fácilmente amortizable, y elimina importantes molestias producidas por deslumbramiento. Este tipo de sustituciones vienen cada vez más obligadas por el conjunto de leyes y ordenanzas puestas en marcha para disminuir la contaminación lumínica en alumbrado que anula la visión del cielo estrellado.

En interiores, destacamos por su elevada ineficiencia, las luminarias sin grupo óptico, como candelabros y otros apliques, los cuales no deberían usarse en ambientes de elevados niveles de iluminación. Una forma sencilla de mejorar su rendimiento es pintar las paredes y techos de color blanco, sustituyendo las bombillas tradicionales de incandescencia por otras de bajo consumo. En general se deberían utilizar siempre luminarias dotadas de reflector aluminizado.

Otra posibilidad de ahorro es la sustitución de las pequeñas luminarias cónicas empotradas, con lámpara halógena, por otras con lámpara fluorescente compactas (bajo consumo). Este cambio permite disminuir el consumo de 50 W de la halógena por solamente 12-13 W de la de bajo consumo, sin merma de iluminación.

- Modificación de los sistemas de iluminación

Un paso más complejo lo constituye la modificación completa de los sistemas de iluminación. En los últimos años ha sido frecuente el iluminar grandes zonas interiores con luminarias situadas en el techo. Con ello el consumo se dispara, ya que mantenemos extensas zonas iluminadas por igual, con elevados niveles de luminancia (oficinas, almacenes, naves industriales…). Podemos lograr un elevado ahorro si se reduce la potencia de las luminarias del techo hasta alcanzar un nivel normal de pasillos (100-150 lux), procediendo a iluminar de cerca, hasta el nivel deseado, los puntos de trabajo mediante pantallas de fluorescentes o flexos de mesa en oficinas.

- Aprovechamiento de la luz natural

Con harta frecuencia naves o edificios que disponen de una buena entrada de luz natural, permanecen en su totalidad iluminadas con luz artificial. Existen sistemas que permiten regular las zonas cercanas a ventanales de tal manera que permanezcan apagadas en las horas de elevada luz solar, aunque esto obligue a tener distintos circuitos eléctricos.

- Empleo de detectores de proximidad

Las zonas de baja utilización como lavabos, pasillos, vestíbulos o almacenes, pueden disponer de interruptores con sensores que detectan la proximidad de alguna persona. Estos encienden la instalación cuando resulta necesario, desactivándola al cabo de unos minutos. Otra alternativa similar es el empleo de interruptores dotados de temporizador.

- Sustitución de lámparas

Resulta a veces sencillo sustituir lámparas de baja eficiencia por otras de mayor rendimiento, siempre y cuando disminuyamos en igual medida la potencia de la lámpara (ver tabla). Aparte de lo anterior, destacamos la reciente introducción de los leds de alta luminosidad tanto en semáforos con en balizamiento. También resulta importante en lámparas de descarga la incorporación de balastos electrónicos lo que permite conseguir un 10% de ahorro al disminuir las pérdidas en luminarias.

Lámpara a sustituir Alternativa propuesta Reducción de potencia
lámpara incandescente bajo consumo, fluorescente 5 a 1
halógena bajo consumo, fluorescente 4 a 1
halógena de más de 300 W Halogenuros (2) 4 a 1
mercurio sodio 2-2,5 a 1
halogenuros sodio 1,5 a 1

Hay que tener en cuenta que en un buen número de casos la sustitución directa de la lámpara sólo es posible cambiando el conjunto de la luminaria.

En definitiva, las soluciones a gran escala del problema de la energía, pasan porque cada pequeño o gran consumidor se plantee en donde puede ahorrar, y qué cosas puede apagar por no resultar necesario tenerlas encendidas. Hasta la fecha la energía ha sido tan barata, que no parecía necesario preocuparse por esos pequeños ahorros, pero con esta actitud no existe otra salida que el continuo crecimiento en el consumo y el más que probable avance del cambio climático.

Notas

1 Grupo de Protección del Cielo, www.gpc-cl.org organización sin ánimo de lucro, que promueve el ahorro energético en iluminación

2 Con mucha frecuencia empresas del sector de iluminación promueven el uso de la lámpara de halogenuro alegando ahorro energético, sobre todo si se compara con la lámpara halógena. Sin embargo, el elevado coste de la lámpara (las de la última generación alcanzan los 100 euros), y la baja vida real, fruto de las altísimas temperaturas existentes en el interior de las pequeñas luminarias que las acogen (algunos fabricantes ya sólo garantizan 3.000 horas de funcionamiento), unido al fuerte deslumbramiento y calor que producen, las hacen con frecuencia poco aconsejables desde el punto de vista de ahorro en su conjunto.

3 Comité Internacional de Alumbrado, organismo muy prestigioso en materia de iluminación, con sede en Viena

4 El IDAE, Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético, depende del Ministerio de Economía. www.idae.es