Árbol del paraíso en plaza Campo Olivar

El temporal Filomena se ha ensañado de manera muy cruel con el arbolado urbano. Será imposible olvidar este extraordinario fenómeno que globalmente nos ha desarbolado en nuestros ritmos cotidianos, pero además literalmente, por su devastador efecto sobre los árboles de las ciudades.

El paisaje urbano es fantasmagórico. Árboles añosos, ejemplares saludables, aparecen tronchados, quebrados, muchos partidos por la mitad, exponiendo enormes heridas al frío abrasivo de estas madrugadas. Los daños en su evolución futura podrían ser por desgracia definitivos.

Será necesaria una evaluación -casi pormenorizada- de estos efectos sobre el conjunto del arbolado urbano de Valdemoro. De esta tarea deberán encargarse paradójicamente los mismos responsables que vienen mostrando un desinterés casi crónico por la salud y conservación de nuestros árboles. Asumida esta dificultad, el siguiente compromiso que les exigimos es que un minuto después de dicha valoración se pongan a trabajar en la reposición de arbolado en toda la ciudad. La emergencia climática es un hecho, ¿acaso necesitan más pruebas?

Fuera del ámbito urbano, las primeras observaciones indican que los daños causados al olivar valdemoreño han sido igualmente dramáticos. Por ejemplo, el aspecto de los olivos de Valderremata resulta estremecedor. Tengamos en cuenta que un olivo puede soportar sin daños temperaturas de hasta -5 ºC. Por debajo de esta temperatura sobrevienen daños en ramas jóvenes y brotes. Si esta es inferior a -10 ºC las consecuencias afectan a ramas de gran tamaño y pueden provocar incluso la muerte de toda la parte aérea.