• La pulverización de desinfectantes, incluso al aire libre, puede ser nociva para la salud de las personas y causar irritación o daños en los ojos, las vías respiratorias o la piel.
  • La aplicación de grandes cantidades de desinfectante a nuestro medio ambiente tiene consecuencias nocivas para la naturalización urbana y contamina el agua.

Muchos ayuntamientos de nuestro país, continúan gastando recursos en fumigar las calles de sus municipios cuando, ya en mayo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), establecía que «no se recomienda fumigar ni rociar a gran escala los espacios abiertos, como las calles y los mercados, con el fin de destruir el virus de la COVID-19 u otros agentes patógenos.»

«Las calles y aceras no se consideran reservorios de la infección por el virus de la COVID-19. La pulverización de desinfectantes, incluso al aire libre, puede ser nociva para la salud de las personas y causar irritación o daños en los ojos, las vías respiratorias o la piel. Esta práctica no es eficaz, ya que la suciedad y los detritos, por ejemplo, desactivan el desinfectante y no es posible limpiar a mano esos espacios para eliminar toda la materia orgánica», continúa la O.M.S.

Además, hoy en día hay consenso científico sobre el contagio por contacto con superficies que es considerado poco relevante. Y se cree que la forma principal de contagio es por el aire, en concreto por aerosoles. En este sentido, el uso de la mascarilla y la ventilación de interiores parecen las medidas más recomendables para evitar el contagio.

Por lo tanto, la desinfección de calles solo tendría como posible beneficio la del efecto placebo. Pero los efectos negativos para el combate de la pandemia podrían ser mucho peores. Pueden provocar una falsa sensación de seguridad en los ciudadanos y desviar la atención sobre las medidas realmente eficaces. Como señala la propia O.M.S., los desinfectantes (hipoclorito de sodio) pueden ser nocivos para la salud de las personas y producirles irritaciones. Gastar recursos económicos de los ayuntamientos en estas desinfecciones no parece adecuado. Y por último, pero no menos importante, la aplicación de grandes cantidades de desinfectante a nuestro medio ambiente tiene consecuencias nocivas para la vida silvestre urbana y contamina el agua. Y, como la salud humana está ligada a la salud ambiental, los efectos negativos de las fumigaciones se retroalimentan.

Desde Ecologistas en Acción, pedimos que se desista de esta práctica inútil y perjudicial.

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