• Esta cifra es el resultado de realizar una comparación de los potenciales beneficios que generaría la inversión en promover la agricultura ecológica y de circuito corto mediante una inversión pública similar a la presupuestada para el Centro Logístico Militar (350 millones de €).
  • Con esta medida, la ciudad estaría en infinitamente mejores condiciones para asegurar la alimentación de la población ante el inminente descenso de los combustibles fósiles disponibles, al tiempo que es de gran eficacia para combatir el cambio climático y contribuir a la mejora de la de la salud pública y la biodiversidad.

El 11 de noviembre de 2016, el Pleno del Ayuntamiento de Córdoba aprobó por unanimidad la firma del Pacto de Milán: un acuerdo internacional que tiene como objetivo esencial “asegurar comida sana y accesible a todos en un marco de acción basado en los derechos”, mediante el impulso de las políticas públicas necesarias para asegurar la alimentación de la población. El Pacto es una respuesta articulada a, como mínimo, tres factores globales que comprometen seriamente la seguridad y el bienestar de las sociedades, esto es: la concentración de la población en ciudades, el descenso de los combustibles fósiles disponibles y los efectos del cambio climático.

Para comprender la importancia del Pacto es pertinente recordar la dependencia del petróleo del actual modelo agroalimentario (la producción de alimentos). Uno de los principales problemas es los miles de kilómetros que recorren los alimentos hasta llegar a nuestra mesa. Así, el informe de la FAO, elaborado en 2019, sobre cambio climático reconocía que “la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra causan casi una cuarta parte de los gases de efecto invernadero”, al tiempo que “un tercio de las soluciones para los objetivos climáticos provienen de la agricultura.”1 En 2014, la ONG Amigos de la Tierra, junto a la Fundación Biodiversidad y el Ministerio de Agricultura, realizaron un informe el cual ilustra esta cuestión con algunas cifras.

El informe popularmente conocido como “Alimentos kilométricos”, mostraba en sus conclusiones que alimentos como el pescado viaja de media entre 5.000 y 7.000 km hasta llegar a nuestro plato; las legumbres entre 4.000 y 6.000 km; las manzanas 2.000 km; y el porcino 2.900 km. Es un modelo ineficiente y extremadamente contaminante en el que los países importan y exportan al tiempo los mismos productos. Es decir, importamos y exportamos vino, carne, hortalizas, legumbres…2 Este modelo ha sido posible debido a la disponibilidad de una fuente de energía barata como el petróleo y el hecho de no haber incluido en el cálculo económico el deterioro ambiental provocado por el mismo.

Volviendo a Córdoba, en el marco del Pacto de Milán la Universidad de Córdoba realizó para el consistorio en 2017 el informe “Alimentando Córdoba. Diagnóstico del sistema agroalimentario local”, en el cual se identifica 16.592,44 hectáreas (el 15% de la superficie agraria del municipio) como tierras que, por su acceso al agua y su escasa pendiente, se consideran óptimas para el cultivo de hortícolas. Este informe, que fue presentado en la Mesa de Coordinación del Pacto, incluía actuaciones para mejorar la producción: facilitando el acceso a tierra mediante la creación de un Banco Público de Tierras. Medidas de distribución local: mediante la puesta a disposición de un Centro de Acopio y Distribución específico en MercaCórdoba y el apoyo a la red de comercio local. Y al consumo: mediante campañas de identificación de las ventajas del producto local, dirigidas tanto a la población, como al sector de la restauración, comedores escolares y con medidas para garantizar el acceso a los productos locales y de temporada a las personas con menos recursos.

Ahora bien, si realizamos una comparación de los potenciales beneficios que generaría el impulso de esta propuesta mediante una inversión pública similar a la planificada para el Centro Logístico Militar (350 millones de € y la creación de 2.000 puestos de trabajo), obtenemos lo siguiente. Con 285 millones de € se podría afrontar la adquisición de la mitad (8.000 has) de las tierras óptimas identificadas para la creación del Banco Público de Tierras. Según la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía, en 2019 el precio medio de la hectárea de regadío en Córdoba era de 35.703 €. Adicionalmente quedaría dinero, 65 millones de €, para afrontar otras inversiones, como ayudas para el inicio de la actividad, para el apoyo al comercio de cercanía y para el apoyo al consumo.

Respecto al empleo directo, según el informe de 2019 “Indicadores Sociales y Ambientales de la Producción Ecológica en Andalucía” de la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía, un huerto en ecológico al aire libre -no invernadero- produce casi un empleo por hectárea, para ser exactos 0,913 empleos a tiempo completo. Es decir, que la puesta en marcha de esta primera fase de Alimentando Córdoba generaría 7.300 empleos directos sólo en el ámbito de la producción de alimentos, sin tener en cuenta servicios asociados. Alcanzando un nivel de producción suficiente para cubrir sobradamente las necesidades de verduras y hortalizas del conjunto de la población cordobesa.

Este modelo tiene además múltiples beneficios económicos y sociales: es un modelo de abastecimiento de alimentos más resistente en un escenario de escasez energética, con lo que aumenta la seguridad de la población y su bienestar; fomenta la recuperación y la conservación de tierras; contribuye a una mejor retribución de los agricultores y a la redistribución de la riqueza; y mejora la calidad de los alimentos y con ello la salud de la población. A modo de ejemplo, reproducimos la comparativa a nivel de nutrientes entre un tomate producido mediante su manejo en ecológico y en convencional, realizado por Xavier Sans, profesor del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Barcelona.

Fuente: “Alimentación Ecológica: Ventajas nutritivas y recuperación del sabor de los alimentos.”

Asimismo, tiene múltiples beneficios medioambientales: favorece la conservación de la biodiversidad y la resiliencia del medio natural, tanto de las especies vegetales de las que nos nutrimos como de la fauna y la flora, teniendo impacto a nivel del conjunto del término municipal. Adicionalmente el cultivo agrícola en ecológico y de cercanía, no sólo reduce la emisión de efectos de gases invernadero por la reducción del transporte de alimentos y el uso de tratamientos no dependientes de la industria petroquímica, sino que además (como recoge el mencionado informe de la Junta sobre Indicadores Sociales y Ambientales de la producción ecológica) el suelo retiene un 24’25% más de CO2.

Los problemas medioambientales son globales pero nadie va a venir a cuidar de nuestro término municipal, esa es una tarea de las personas que vivimos en Córdoba. Así mismo, el cuidado de nuestro entorno natural y el de nuestro bienestar, comunitario y personal, es una misma cosa. Lo recordaba la Agencia Europea de Medio Ambiente en septiembre del año pasado, cuando afirmaba, que el deterioro ambiental explicaría el origen de la COVID-19 y “del 60% de las nuevas enfermedades infecciosas surgidas desde 1940.” La crisis sanitaria, social y económica que vivimos, es una muestra más del desequilibrio y el deterioro que está causando nuestro modelo económico en el medio que necesitamos para vivir.

Como sociedad afrontamos tres grandes retos cruciales que si no somos capaces de solucionar provocará mucha más inestabilidad y más sufrimiento a amplias capas de la población, y son: la crisis energética, el deterioro ambiental y el cambio climático. La propuesta de avanzar hacia la soberanía alimentaria recogida aquí contribuye a contrarrestar las tres, al tiempo que genera empleo, seguridad y bienestar. Una política pública que, si bien siempre ha sido deseable, hoy es urgente, necesaria y absolutamente prioritaria.

Anexos:

  1. El Trabajo de la FAO sobre cambio climático. Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2019
  2. ¿Cuántos kilómetros recorren los alimentos antes de llegar a tu plato?