• El SARS-CoV-2, ha hecho visibles las catastróficas consecuencias de las continuas privatizaciones, recortes y degradación del sistema sanitario público iniciadas a raíz de la crisis de 2008.

Un problema que viene de lejos

En 1986, se abrieron las puertas para la privatización de la sanidad con la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad.

En el primer punto de dicho artículo se especifica que «Las Administraciones Públicas Sanitarias, en el ámbito de sus respectivas competencias, podrán establecer conciertos para la prestación de servicios sanitarios con medios ajenos a ellas».

A partir de ese momento y sobretodo a raíz de la crisis de 2008, se han sucedido las estrategias políticas de desinversión, degradación y privatización y/o externalización neo-liberales. Y es que transcurridos ya más de 10 años, España se encuentra todavía por debajo de la inversión sanitaria en términos reales respecto a 2009.

Durante la pandemia hemos asistido al colapso anunciado de la sanidad pública, las UCIs desbordadas, y colateralmente el incremento de las listas de espera quirúrgicas, de diagnóstico y tratamiento (entre otros de cáncer), así como el aumento de las patologías relacionadas con la salud mental. Factor suficiente para provocar un parón generalizado en las actividades de todo tipo y que de haber dispuesto de una sanidad pública más robusta hubiera podido fortalecer la resiliencia social a dicho impacto.

Mientras tanto, poco o nada se ha hecho para revertir las dinámicas de degradación de la sanidad pública. Es más, se ha aprovechado la coyuntura para el lucro de la sanidad privada, concertando la prestación de servicios sanitarios en la mayoría de los casos con sobrecostes desorbitados para las arcas públicas.

Todo ello ha sucedido debido a que nos encontramos enfrascados en dinámicas necropolíticas, dónde la prevención se convierte en un gasto indeseable, pero la gestión de las catástrofes un lucrativo negocio para las élites.

#LaMejorVacuna

El impacto sobre la salud derivada de los procesos de degradación medioambiental como la zoonosis, contaminación atmosférica o el acceso a una alimentación sana, está aumentando las tasas de mortalidad y morbilidad.

Ecologistas en Acción reivindica que, ante esa tesitura, resulta de vital importancia mantener unos ecosistemas sanos, la biodiversidad y una sanidad pública universal y de calidad que prime la prevención a la paliación y que ponga la vida en el centro.