Aunque al inicio de la pandemia pareciera (como se anunciaba en los medios), que el SARS-CoV-2 no hacía distinciones sociales, el paso del tiempo no solo nos ha mostrado lo contrario, sino que ha ahondado en las desigualdades ya existentes.

Impacto desigual

La Covid-19 se ha cebado en mayor medida en los estratos sociales más vulnerables y desprotegidos ya que la pandemia se extiende mejor por sociedades desiguales debido a  que las clases más desfavorecidas tienen una mayor probabilidad de enfermar fruto de su menor acceso a la sanidad y condiciones de vida más insalubres.

A falta de políticas preventivas y de planificación dentro de un sistema socioeconómico que saca rédito de la catástrofe, los gobiernos se han visto obligados a tomar medidas draconianas para intentar frenar las curvas de contagio y mortalidad.

Dichas medidas se han basado fundamentalmente en intentar evitar el contacto social para sortear así la transmisión del virus. Unas medidas que se han mostrado distintamente eficaces entre las comunidades más pudientes (donde el aislamiento resulta mucho más sencillo y llevadero) y las comunidades más humildes, con la población hacinada y sin los medios suficientes para llevar a cabo tanto física como económicamente las medidas impuestas por el gobierno.

El transcurso de los meses ha hecho visibles mayores tasas de contagio, mortalidad, empobrecimiento y deterioro paulatino e incesante en la calidad de vida de las clases más desfavorecidas, tanto a nivel económico cómo psicológico, en una espiral que no ha hecho más que aumentar las desigualdades preexistentes y por ende el descontento generalizado y sentimiento de impotencia entre dichos grupos sociales. Un contexto en el que históricamente hemos podido observar cómo servía de caldo de cultivo y germen del surgimiento de fascismos y teorías conspiranoicas, pero que también servía de catalizador para el cambio social.

Medidas discriminatorias e insuficientes

Las medidas adoptadas por los gobiernos no han ido enfocadas a solucionar la raíz del problema cómo sería la destrucción de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad o las desigualdades económicas de género, etnia, edad,…

Antes bien, han ido dirigidas cómo en anteriores crisis, al rescate de las grandes corporaciones y tenedores, socavando las economías familiares a base de moratorias y aumento de la deuda, en una dinámica que no ha hecho más que ampliar las brechas sociales y aumentar la riqueza de las multinacionales a través de compra de bonos corporativos o fondos de rescate condicionados a una supuesta transición ecológica o a la digitalización.

#LaMejorVacuna

El impacto de las crisis medioambientales (en este caso provocada por la zoonosis de un virus debido a la pérdida de biodiversidad y la destrucción de los ecosistemas) siempre es mayor entre las comunidades menos pudientes y ahonda las desigualdades.

Por eso necesitamos de sociedades más igualitarias, resilientes, autosuficientes y sostenibles.

Desde Ecologistas en Acción proponemos 19 medidas ambientales y sociales para dar respuesta a la crisis del coronavirus mientras nos preparamos para la transición ecosocial.