Uno de los cambios más profundos, y al mismo tiempo no cuestionado, que ha producido la pandemia ha sido la aceleración y extensión de la digitalización a casi todos los ámbitos de nuestra vida: teleducación, telemedicina, teletrabajo, “telesociabilidad”, digitalización de las administraciones públicas, etc. Ecologistas en Acción considera que es necesario oponerse a estas transformaciones, y a la hiperdigitalización que se proyecta para el futuro cercano, si queremos frenar el acelerado colapso de nuestras sociedades industriales.

La digitalización: una imposición antiecológica y antidemocrática

Autoras como Naomi Klein señalan que la pandemia de la covid-19 ha permitido la aplicación de una doctrina del shock que ha impuesto de manera antidemocrática la digitalización de nuestra sociedad. Son dos postulados en los que esta digitalización se ha basado.

El primero, que la digitalización construye sociedades más ecológicamente sostenibles. La realidad es que el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación es el sector industrial cuya huella ecológica ha crecido a un ritmo más acelerado en las últimas décadas. Internet no es una nube, sino una red interconectada de equipos informáticos, cables submarinos y satélites que requiere de un consumo masivo de energía y materiales para funcionar. Los servidores (nodos de conexión y almacenamiento de datos) de internet deben funcionar de día y de noche y mantenerse refrigerados, la producción de ordenadores y teléfonos móviles utiliza minerales raros fruto del extractivismo colonial, el consumo eléctrico de Internet es superior al de todos los países del mundo a excepción de EEUU y Rusia, y sus emisiones de gases de efecto invernadero son ya equiparables a las de la aviación internacional (y podrían multiplicarse por más de cinco en las próximas dos décadas).

El segundo postulado es que los sustitutos virtuales son inofensivos socialmente. Sin embargo, sabemos ya que la extensión de mediaciones algorítmicas e informáticas a diferentes ámbitos de nuestra vida están alimentando la maquinaria de un nuevo capitalismo de la vigilancia que genera beneficio a partir de la extracción masiva de nuestros datos personales. Además, presente la digitalización cada vez más en el ámbito estatal y personal, son un vector de control social, de exclusión y de pérdida de autonomía personal y colectiva. Son cada vez más las grandes plataformas, a través de sus aplicaciones, las que redefinen qué significa la educación, el amor, la sociabilidad, los cuidados, la atención administrativa o la misma democracia. Nos imponen formas de vivir y de organizarnos sobre las que no tenemos capacidad de influir.

No a la Cuarta Revolución Industrial, sí al Decrecimiento

Si no hacemos algo para frenarlo, la naturaleza destructiva y antidemocrática de la digitalización se profundizará en el mundo post-Covid. Los nuevos fondos de reconstrucción (NGEU) han hecho de la digitalización total del mundo (que camuflan bajo la etiqueta de Cuarta Revolución Industrial) un objetivo prioritario: interconexión masiva de personas y objetos (Internet de las Cosas), saturación del espacio público de sensores de captación de datos (Smart Cities), robotización y automatización industrial, digitalización de las administraciones, extensión de las infraestructuras de Internet, coches conectado a Internet sin conductor (coche autónomo), etc. Y acompañando a todo ello la extensión de las redes 5G, condición de posibilidad infraestructural del resto.
La digitalización no solo captará la partida más grande de los fondos NGEU, sino que se impondrá como condición para poder acceder a las demás. Los intereses de empresas y estados neoliberales, en un intento desesperado por mantener a flote el capitalismo y el crecimiento, ensayarán un último intento de aceleración económica mediante una imposición antidemocrática y basada en la deuda.
Hoy, cuando necesitaríamos un decrecimiento económico y una transformación social integral que mantuviera la integridad de los ecosistemas, pusiera la vida en el centro e hiciera frente a la emergencia climática, la digitalización del mundo se alza como el último bastión del capitalismo del crecimiento.

#LaMejorVacuna

Necesitamos sociedades más igualitarias, resilientes, autosuficientes y sostenibles. Necesitamos decrecer. Y para ello, tenemos que oponernos a la extensión de la digitalización y desdigitalizar partes importantes de nuestra vida. Ecologistas en Acción propone un conjunto de medidas para avanzar en esta senda.