Edificios hasta las orillas, infraestructuras lineales cruzando los ríos, desagües que vierten en ellos las aguas residuales urbanas e industriales, carreteras en sus riberas, hormigón y piedra que encajona los cauces, presas y azudes que secuestran el flujo continuo del agua, aguas sucias y sin vida… Estas son parte de las alteraciones que han sufrido los ríos que atraviesan las poblaciones de nuestro país. A lo largo del siglo XX las ciudades crecieron como no lo habían hecho hasta entonces y lo hicieron a espaldas de los cursos fluviales. Si los ríos fueron el elemento fundamental que permitía la fundación de una ciudad, en el siglo XX se convirtieron en zonas marginales, sucias, contaminada y abandonadas. En los casos más extremos, se ha hecho “desaparecer” los ríos entubándolos y cubriéndolos de hormigón para dejar más suelo disponible para el crecimiento urbanístico.

El estado del río Genil a su paso por Granada, del río Castaños en Barakaldo, del río Besòs en el área metropolitana de Barcelona, del Río de Oro en Melilla, del río Vinalopó a su paso por Elche, del río Isuela a su paso por Huesca, del río Guadalmedina a su paso por Málaga, del río Zapardiel en Medina del Campo, del río Piles en Gijón, y del río Manzanares en Madrid antes de abril de 2016, plasman con claridad esta situación. Todos ellos fueron profundamente afectados y transformados por el crecimiento urbanístico del siglo XX y, asociado a éste, convertidos en desagües y zonas de vertido de basuras. Sus orillas se transformaron en canales rectilíneos y fueron desviados, si era menester. Al río Castaños, incluso, le hicieron un ángulo recto en su trazo para permitir la construcción de un centro comercial. Piedra y hormigón se colocó donde antes había vegetación de ribera. A algunos de ellos se les represó para que perdieran su condición de pequeños ríos mediterráneos y se convirtieran en grandes cursos al estilo europeo. El resultado fue la creación de masas inertes de aguas oscuras estancadas y, en ocasiones, malolientes. Todas estas alteraciones han ido acompañadas de la proliferación de especies vegetales y animales exóticas, algunas de ellas invasoras, y de la pérdida de biodiversidad.

Desde una perspectiva ecologista, recuperar los valores ambientales de los ríos urbanos significa devolver las funciones ecosistémicas que tienen los medios fluviales. Los ríos son fuente de nutrientes, grandes contenedores y transportadores de biodiversidad, corredores de vida entre las partes altas y las bajas de una cuenca… Pero al mismo tiempo, bien conservados, ofrecen una gama de servicios, sin coste, a la sociedad: abastecimiento de agua limpia, control de plagas, laminación de avenidas, control de la erosión, regulación climática, pulmones de aire limpio, espacios para la educación, para la ciencia, para actividades recreativas, para la recuperación del acervo cultural de las ciudades… o simplemente para el disfrute estético, como la contemplación, sin más, de un bosque de ribera en el otoño.

En las últimas décadas, la percepción social ha empezado a cambiar. De ser lugares ignorados han pasado a ser reconocidos como un valor que hay que cuidar. La ciudadanía está valorando, cada vez más, los entornos ribereños urbanos como una oportunidad socio-ambiental para disfrutar de grandes espacios naturales en medio del hormigón y el asfalto de las ciudades. La naturalización y recuperación de los espacios fluviales de las ciudades se presenta como un ejemplo a tomar en cuenta por parte de las autoridades locales e hidrográficas, en la que se consigue aunar lo ambiental, lo social, lo paisajístico e incluso lo económico. Revertir espacios degradados y artificializados en lugares naturales y de ocio, es un beneficio difícilmente cuantificable y que, sin duda, a corto, medio y largo plazo, solo va a generar aspectos positivos en el funcionamiento de una ciudad. Las administraciones públicas deben tomar nota y desarrollar en sus localidades actuaciones como las que en esta publicación se muestran.

Con el fin de promover los beneficios sociales y ambientales citados, Ecologistas en Acción ha desarrollado ha impulsado diferentes iniciativas para renaturalizar los tramos urbanos de los ríos. Parte de la premisa de la imposibilidad, en la mayoría de los casos, de volver a las condiciones prístinas naturales del río y entiende la renaturalización como la recuperación de la naturalidad de los tramos urbanos de los ríos dentro de las posibilidades que existen actualmente en las ciudades. El objetivo es devolver al ecosistema fluvial su funcionalidad, generando espacios de biodiversidad y ofreciendo a la ciudad un espacio para el disfrute y el conocimiento. Esta publicación da a conocer los objetivos y el alcance social y ambiental que tienen las propuestas de renaturalización de ríos urbanos que está realizando Ecologistas en Acción desde 2016. Se trata de propuestas totalmente viables, ajustadas a la realidad económica de sus consistorios y que no pretende otra cosa que la mejora de la calidad ambiental y social de las ciudades. Una ciudad moderna, que se precie de serla, tiene que respetar, recuperar y poner en valor sus valores naturales.

Además, se analiza una a una las distintas propuestas de naturalización y recuperación de ríos urbanos de Ecologistas en Acción. Desde 2016, en que se planteó el primero de estos proyectos, hasta finales de 2020 se han presentado diez propuestas en otros tantos ríos y ciudades de nuestro país: río Manzanares en Madrid, río Oro en Melilla, río Besós en el entorno metropolitano de Barcelona, río Castaños en Barakaldo, río Piles en Gijón, río Isuela en Huesca, río Genil en Granada, río Zapardiel en Medina del Campo, río Vinalopó en Elche y río Guadalmedina en Málaga. Dos de estas propuestas ya están en marcha, gracias al interés del Ayuntamiento de Madrid por un lado (río Manzanares) y al Ministerio para la Transición Ecológica por otro (río de Oro), suponiendo ambas un ejemplo de colaboración continuada entre el sector ecologista y las administraciones públicas.

Esperamos que las administraciones competentes, tanto las que han mostrado interés y disposición, como las que todavía no lo han hecho, tengan la sensibilidad ambiental y social necesaria para llevar a cabo estas propuestas, pues supone una importante mejora ambiental para las ciudades, así como de la calidad de vida de la población que vive en ellas. Deseamos, asimismo, que esta publicación sirva para seguir dando impulso al movimiento iniciado de recuperación de tramos urbanos fluviales. Nada nos ilusionaría más que, en poco tiempo, haya quedado obsoleto este informe debido a la tramitación y realización de otros muchos proyectos de renaturalización de ríos. Sería una gran victoria para el medio ambiente, para las ciudades y para su ciudadanía.


Proyectos de renaturalización de tramos urbanos de ríos realizados hasta ahora:

Esta actividad recibe financiación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.