El abultado y creciente consumo de agua embotellada supone la privatización de manantiales y acuíferos, más emisiones para su transporte, un enorme gasto de envases que luego se convierten en residuos, etc. Y ni siquiera está claro que, hablando en términos generales, el agua embotellada sea mejor que la del grifo.

Miguel Jara [1]. El Ecologista nº 58

Hay modas, lo sabemos, que tienen costes medioambientales enormes. Son modas que siempre suelen estar relacionadas con un gran negocio. Uno de los factores que han producido el espectacular aumento de la esperanza de vida en los países denominados desarrollados en el último siglo, es disponer de agua corriente en las casas. Aunque para buena parte del planeta eso todavía es un lujo, en Occidente no para de crecer el consumo de agua mineral embotellada. Pese a que nada nos hace pensar que tenga una mayor calidad que la de grifo bien tratada –más bien todo lo contrario, según algunos expertos– ha florecido durante los últimos años un gran negocio en torno al agua en botella. Esta la pagamos a un precio de oro –de gasolina, como explicaremos a continuación–, y tiene un impacto ambiental enorme por las cantidades de CO2 que se emiten en los interminables desplazamientos.

Pese a que la calidad del agua del grifo es bastante buena, es normal que en un bar de Barcelona te sirvan agua de Lanjarón (Granada) o que en un pueblo de Jaén recibas una botella de agua de algún manantial catalán. Un estudio publicado por la BBC de Londres, asegura que un litro de agua embotellada genera 600 veces más CO2 que uno del grifo, razón por la cual se ha lanzado ya una campaña contra el consumo de este tipo de agua.

Es agua no fármaco

Contrariamente a lo que nos dan a entender numerosos fabricantes las aguas envasadas, en general, no tienen por sí mismas propiedades curativas o preventivas con respecto a las enfermedades. Las aguas envasadas, minerales o no, con gas o sin él, según recoge la legislación española no tienen las ventajas para nuestro bienestar que sí pueden tener los medicamentos.

Las aguas embotelladas, si poseen algún mineral original en su composición, se consideran aguas minerales. Si carecen del mismo se denominan aguas puras o de manantial. Con respecto a su potabilidad ésta debe ser original también dado que si se utiliza con ellas algún método de potabilización ya estaríamos hablando de aguas preparadas, algo que debe mencionarse en el envase. De modo que un agua mineral no puede promocionarse como poseedora de determinadas cualidades terapéuticas; curar, lo que se dice curar, no curan nada.

Sí está permitido que en los envases de estas bebidas se mencionen sus calidades o sus efectos benefactores para nuestro cuerpo: que si es buena para hacer la digestión o para deshacernos de parte del ácido úrico o para obtener minerales cuyos niveles tengamos bajos, por ejemplo.

Cuando la empresa FontVella presentó su agua con un “toque de limón” la Federación de Consumidores en Acción (FACUA) denunció a la compañía por publicidad engañosa. Desde esta organización argumentaron que el producto no procedía del manantial FontVella, ubicado en Girona, ni se le había añadido limón. FACUA afirmó que el envase del producto inducía a creer que se trataba del agua mineral FontVella de siempre con una pincelada de limón, pero esta asociación afirmó que se trataba de un agua mineral distinta, proveniente del manantial Volvic, en Francia, a la que se le había agregado una pequeña cantidad de 0,6 % de ácido cítrico, aroma natural y azúcar. Es un ejemplo del oportunismo que denuncian las asociaciones de consumidores que existe en torno a este bien público convertido en un objeto de lujo saludable con la suficiente labor promocional.

A precio de gasolina

¿Se han dado cuenta que un litro de gasolina en los surtidores españoles suele costar algo más que un euro y que una botella de 1,5 litros de agua envasada de cualquier máquina dispensadora de las que podemos encontrar en esa misma gasolinera pagaremos más o menos lo mismo: un euro? Es cierto, que los precios cambian según las zonas del país y que si dicha agua envasada la adquirimos en un comercio su precio oscilará entre 0,17 y 0,60 céntimos, una cantidad, ésta última, nada desdeñable, son 100 de las antiguas pesetas.

La gasolina o el gasoil, pese a que pueda parecer lo contrario, no son indispensables para la vida. El agua pura sí. Pero ¿a qué precio? Pocas veces nos hemos parado a pensar cuál es el precio del agua y sobre todo el de la embotellada. Ésta cuesta unas 500 veces más que el agua del grifo.

La sed de beneficio de algunas de estas compañías ha provocado ya más de un escándalo. Por ejemplo, cuando Coca-Cola se introdujo en el mercado británico del agua embotellada se descubrió, y la propia casa lo reconoció más tarde, que bajo la marca comercial Dasani, vendía agua de grifo al precio de 1,4 euros el medio litro. El agua que esta corporación presentaba como “natural pura” era recogida de las cañerías de la Thames Water, una empresa británica de distribución de agua. Esta compañía cobra por el mismo agua que vendía Coca-Cola 0,004 euros por cada medio litro; es decir, 350 veces menos.

Además, activistas indios participantes en el Foro Social del Agua celebrado en México, denunciaron la incoherencia que supone que Coca-Cola fuese uno de los patrocinadores del evento. Advirtieron que la compañía multinacional “se ufana de tener una relación de uso del agua de 2,7 a 1. Esto significa que, por cada 2,7 litros de agua (potable) que extrae de la tierra, fabrica 1 litro de su producto. ¿Qué sucede con los otros 1,7 litros (o 63 %) restantes de agua? Se usa para lavar las botellas y la maquinaria y luego se descarta como agua de desecho”.

La de grifo también sube

Los precios del agua del grifo no han parado de subir en los últimos años. El Canal de Isabel II, organismo público dependiente del Gobierno de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, hace tres años realizó una subida de las tarifas por las que penalizó con un aumento del precio de un 13 % en la cuenta de los particulares al tiempo que hacía una rebaja a las empresas. Así lo advirtió el grupo parlamentario de Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid. Se eliminaron pues las bonificaciones para aquellas personas que consumían menos de 18 metros cúbicos y eso beneficia a quienes realizan un uso intensivo y lucrativo del agua.

Como ha publicado el periódico La Razón: “El coste del agua corriente puede resultar hasta 250 euros más caro al año en Alicante que en Valladolid. No existe un reglamento nacional que regule el suministro de agua potable”. Sabemos esto porque la Federación de Consumidores en Acción ha realizado un informe en el que analiza el coste del agua en 28 ciudades diferentes de todo el territorio español. Existe una variación de precio de hasta el 761 %. Por consumir doce metros cúbicos y medio de líquido elemento, más o menos el normal de una familia de cuatro miembros, en Valladolid se paga 2,72 euros al mes. Es la ciudad donde más barata está el agua en nuestro país. En el extremo opuesto, Alicante. Allí, la empresa Aguas Municipalizadas, cobra una media de 23,43 euros para el mismo consumo, incluida una cuota fija mensual de 18,68 euros, cuota que en Valladolid, por ejemplo, no existe.

¿La menos sucia?

En muchas ocasiones se ha publicado que el agua del grifo no está tan limpia, como sería deseable. También se ha escrito sobre los efectos en nuestro organismo de algunas sustancias que suele contener la misma. El programa televisivo Línea 900 –de Radio Televisión España– abordó en su momento este asunto de la pureza de nuestras aguas, a las que la propia Unión Europea no denomina “potables” sino “aptas para el consumo humano”. Altos porcentajes de arsénico en determinadas comarcas por el abuso de nitratos de origen agrícola y ganadero o que la mayor parte de los conductos que la llevan a nuestras casas están hechos con materiales contaminantes, fueron parte de los argumentos esgrimidos por dicho espacio televisivo.

Pero las aguas envasadas también ofrecen sus problemas de limpieza y/o salubridad. Como afirma Pedro González, médico especializado en Salud Pública e Higiene: “el agua más recomendada por ser sana y barata es la del grifo”. No hace mucho se publicó un informe científico realizado en Holanda que ofreció datos demoledores. Se recogieron muestras de casi 70 marcas de agua envasada de 16 países diferentes. El 37 % de las mismas contenían bacterias como la Legionella o el estafilococo. Además, un 4 % de esta agua contenía hongos. Esto puede significar un peligro para personas con su sistema inmune débil. Una de las marcas analizadas provenía de nuestro país.

[1] Autor de los libros Traficantes de salud y Conspiraciones tóxicas, www.migueljara.com