Son cada vez más las personas y grupos que saben que de seguir al ritmo actual de deterioro ecológico, resultará muy difícil, si no imposible, la vida de la mayor parte de la personas y de muchos otros seres vivos sobre el planeta. Sin embargo, el sistema educativo –del que son un magnífico exponente los currículum oficiales– permanece ajeno a la necesidad de modificar la percepción y la relación de los seres humanos con el territorio. Es más, a menudo favorece una forma de entender la realidad aún más insostenible, que acelerará la destrucción de nuestro entorno.

Fernando Cembranos. Comisión de Educación de Ecologistas en Acción. El Ecologista nº 57

El metabolismo de la sociedad tecno-industrial se alimenta de lo que va quedando de naturaleza (agua, aire, suelo vegetal, bosques, bolsas de materiales fósiles, biodiversidad y ecosistemas complejos) mientras vierte en ella sus excrementos desordenados y contaminados (químicos, genéticos, radiactivos) y va dejando a su paso superficies cementadas, riberas muertas, aguas subterráneas salinizadas, especies extinguidas y exclusión ecológica y social.

Se hace necesario dar un frenazo profundo y un giro radical a los sistemas de producción, consumo y transporte para evitar que el actual rumbo del desarrollo degrade gravemente o termine con una buena parte de los factores en los que se fundamenta la vida.

El sistema educativo no puede permanecer ajeno a la necesidad de modificar drásticamente la percepción y la relación de los seres humanos con el territorio. Es preciso aprender a hacer las cuentas de una manera más realista (economía ecológica), conocer la historia y evolución del territorio, comprender los ciclos completos de materiales, aprender a vivir con una reducción significativa de la energía utilizada. Es imprescindible entender y desarrollar las implicaciones centrales de la sostenibilidad también desde la escuela.

El currículum da la espalda a la crisis ecológica

Los currículum oficiales son los que determinan en buena medida los contenidos de las programaciones y libros de texto que la mayor parte del profesorado y el alumnado trabajarán para aprender la vida y el mundo en el que habitan. Cuando se confeccionaron los últimos ya estaban muy presentes en los medios de difusión y en la opinión pública algunos de los indicadores de la catástrofe ecológica, en especial los relativos al calentamiento global y en parte a la sobreurbanización. Era, pues, una buena oportunidad para comenzar a cambiar las gafas con las que se mira el mundo. Sin embargo el currículum ha optado por dar la espalda a la crisis ecológica y seguir proponiendo una forma de entender el planeta que lo destruirá aún más. Se deja el futuro en manos de lo que podría entenderse ya como una especie de escapada tecnológica.

Una primera aproximación cuantitativa de los documentos en los que se muestran las enseñanzas mínimas de Educación Infantil, Primaria y Secundaria revela las prioridades de lo que se considera esencial para educar a los niños y a las niñas. La palabra “tecnología” aparece 183 veces mientras que “planeta” lo hace en 19 ocasiones, la palabra “digital” es mencionada 126 veces, sin embargo “árbol” aparece 5 veces (y dos referidas a árboles lógicos), la palabra “madre” no aparece, “río” se muestra 4 veces, “aves” 2, “sexualidad” 5, “aire” 13, “mente” 1, “bosque” 1, “alimentación” 14, “reducción” 2, “ecología” 4, sin embargo “medios de comunicación” 86 e “Internet” 28. No hemos encontrado las palabras “felicidad”, “sindicato”, “pájaro”, “multinacional”, “montaña”, “caricia” o “colapso”.

A pesar de que no es difícil observar que la tecnología es una de las principales responsables de la actual crisis ecológica del planeta (excavadoras, transgénicos, tren de alta velocidad…), se realiza una predicación positiva incondicional de la tecnología que suprime el debate de su conveniencia e inconveniencia desde el punto de vista de la sostenibilidad. No se considera que exista una parte negativa. Y menos que algunas de ellas puedan ser esencialmente negativas.

Veamos algunos ejemplos. En Educación Primaria, en los criterios de evaluación del Segundo Ciclo del Área de Conocimiento del medio natural, social y cultural, hablando de los principales usos que las personas hacen de los recursos naturales dice: “Así mismo se valorará si sabe poner ejemplos de la relevancia que tiene para la economía mundial la introducción de las tecnologías para el desarrollo de la sociedad del bienestar”. En la presentación de la Tecnología de la ESO se menciona: “en definitiva, para utilizar los distintos materiales, procesos y objetos tecnológicos para aumentar la capacidad de actuar sobre el entorno y para mejorar la calidad de vida”.

Con frecuencia se confunde el uso de aparatos electrónicos con el hecho de tratar y procesar información. A lo largo de los diferentes documentos del currículum la palabra “información” se asocia con la palabra “tecnología” y la palabra “digital”. Hasta el punto de trasladar el campo semántico de la primera a la de las segundas. En buena medida trata como sinónimos los términos Información, Comunicación, Tecnología, Digital. En ocasiones incluso se invierte la relación de prioridades entre “información” y “digital”: “La materia [se refiere a Lengua y Literatura de la ESO] contribuye al tratamiento de la información al tener como una de sus metas proporcionar conocimientos y destrezas para la búsqueda y selección de información […] La búsqueda y selección de muchas de estas informaciones requerirá, por ejemplo el uso de bibliotecas o la utilización de Internet, la realización guiada de estas búsquedas constituirá un medio para el desarrollo de la competencia digital”.

A pesar de la importancia que da el currículum a la información (posiblemente sólo la que se transmite por medios electrónicos) no se menciona la información que se pierde (genética, cultural, ecosistémica y local) o que se hace irrelevante (la información lejana) al separarla de la posibilidad de acción.

Sorprende también que no se mencione ni una vez la manipulación publicitaria. “Consumo racional y responsable. Reconocimiento de los derechos y deberes de los consumidores. La influencia del mensaje publicitario en los modelos y hábitos sociales” [1]. El currículum al parecer no puede hacer ni una sola referencia negativa a las grandes empresas aunque crezcan a cualquier precio, produzcan cosas que no se necesitan, nos hagan sentir peor para vender sus productos, destruyan las economías locales, impidan condiciones laborales dignas o arrasen la naturaleza para expandirse.

Aunque menciona en ocasiones la existencia de problemas de carácter ambiental, huye de mencionar las causas relevantes y estructurales de los mismos (movilidad horizontal, desarrollo tecno-industrial, agrobussines, lógica de expansión de las grandes empresas) y propone soluciones de carácter individual y actitudinal: “se valorará también la actitud positiva de la necesidad de una gestión sostenible del agua, haciendo hincapié en las actuaciones personales que potencien la reducción en el consumo y su reutilización” [2]. En los problemas sociales tampoco se mencionan las causas, o sólo las menos problemáticas “La falta al acceso a la educación como fuente de pobreza” [3].

Permanecen invisibilizadas en buena medida las tareas de mantenimiento de la vida (crianza, cuidado, preparación de alimentos, limpieza, enseñanza inicial de la lengua materna, acompañamiento de personas enfermas) tradicionalmente desarrolladas por las mujeres. Valga como ejemplo que tras mencionar en insistentes ocasiones el aprendizaje del uso de numerosos aparatos tecnológicos (cámaras, reproductores de audio, teléfonos, ordenadores, etc.) no aparece ni una sola referencia al manejo de la lavadora o la plancha.

El transporte de personas, materiales y energía y en general el sistema de movilidad horizontal apenas se menciona a pesar de ser uno de los responsables directos del deterioro ecológico del planeta. Se presenta como algo neutral y completamente ajeno a la crisis ecológica: “Identificar los medios de transporte más comunes en el entorno y conocer las normas básicas como peatones y usuarios de los medios de locomoción. Este criterio permitirá evaluar el grado de conocimiento sobre medios de transporte que se utilizan en el entorno próximo, así como la valoración que hacen de su utilidad” [4].

Algunos temas a pesar de ser centrales para la humanidad quedan recluidos en rincones casi inadvertidos del currículum: “Se tendrá en cuenta la comprensión de los temas y motivos, el reconocimiento de la recurrencia de ciertos temas (amor, tiempo, vida, muerte…)” se puede leer en el Anexo II ESO, Lengua y literatura, Tercer curso, Criterios de evaluación.

La educación puede colaborar (o no) en construir una nueva y necesaria cultura de la sostenibilidad. Sin embargo, el nuevo currículum de educación Infantil, Primaria y Secundaria parece ignorar esta grave encrucijada en la que nos encontramos, invisibiliza en buena medida el territorio y sus mermadas riquezas y a cambio propone aumentar y fomentar la relación con máquinas y pantallas como si el mundo levitara en una realidad virtual que no dependiera de las bacterias, las relaciones interpersonales, los árboles, la fotosíntesis, la distribución de los recursos y los arroyos limpios para sobrevivir.

Se hace, pues, preciso revisar las categorías mentales con las que se comprende la sociedad, la tecnología, la movilidad, la justicia, la economía y el territorio y reorientarlas hacia una imprescindible perspectiva ecológica.

Propuestas para el currículum

Visto el estado de las cosas, parece evidente la necesidad de introducir el concepto de sostenibilidad y las implicaciones que éste tiene en el currículum de Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato.

Es importante visualizar la crisis ecológica y sus verdaderas responsabilidades: las políticas de producción y transporte, el agrobussines, las reglas del mercado, las multinacionales, los medios de comunicación, el consumo irresponsable, la coerción y la parálisis social.

Por sorprendente que parezca hay que empezar a relacionar el deterioro ecológico con el crecimiento económico. Nombrar al desarrollo como destrucción y poner las bases de la riqueza de la vida en el territorio y su capacidad para mantener la vida, y no en los indicadores monetarios que tanta distorsión perceptiva producen. Para ello es necesario incorporar la mirada de la economía ecológica: la producción de la naturaleza, el metabolismo de la sociedad industrial, los ciclos de materiales y de energía, la relación entre economía y ecología.

Han de distinguirse los procesos de producción de los de extracción, monetarización y mercantilización de recursos preexistentes (combustible fósil, minerales, suelo vegetal). Y en este sentido introducir la resta y las pérdidas en los cálculos de lo que el sistema económico produce. De la misma manera es preciso introducir el concepto de límite y asumir sus consecuencias, por doloroso que resulte a una percepción de la realidad que se fundamenta en procesos de crecimiento ilimitado. Resulta muy clarificador el concepto de huella ecológica y las implicaciones que de él se derivan.

Es necesario presentar la tecnología con una visión global que la relacione con los sistemas sociales, económicos y los ecosistemas, que desvele también sus implicaciones negativas. Es imprescindible distinguir entre las tecnologías que favorecen la sostenibilidad y las que la impiden, las que concentran poder y las que lo distribuyen, las que crean dependencia y las que favorecen la autonomía, las que permiten la participación y las que la eliminan, las que crean equidad y las que la destruyen. Incorporar el concepto de principio de precaución ante tecnologías de efectos aún desconocidos.

Hay que reorientar el concepto información hacia la vida y evaluar si desde esta perspectiva aumenta o disminuye. Relacionar información con decisiones y poder, sin exaltarla por sí misma. Introducir la relación entre información y territorio.

Es clave replantear el modelo de movilidad horizontal basado en el consumo de combustibles fósiles y en la pretensión de crecimiento continuo de esta movilidad. Y recuperar el valor de la proximidad, poniendo en cuestión la alabanza de la velocidad y la lejanía que tan costosa le está resultando al planeta. Relacionar el crecimiento exagerado de la construcción y las infraestructuras de transporte con la destrucción irreversible (en buena medida) del territorio, los océanos, el cambio climático, las guerras y la convivencia en el territorio.

Habrá que hacer frente al problema de las necesidades humanas y discutir las consecuencias para la sostenibilidad de diferentes estrategias escogidas para resolverlas. Distinguir necesidades de deseos y detectar las necesidades creadas con el fin de engrosar empresas mientras se adelgaza la capa vegetal. Reflexionar sobre cómo sería un bienestar equitativo y sostenible ambientalmente.

Es preciso replantear el problema de la pobreza y la desigualdad y entenderla como pobreza ecológica y deterioro de las condiciones de vida y del control de las mismas, más que como un problema de renta monetaria. La riqueza, en el contexto de gravedad ecológica, pasaría a concebirse como despilfarro irresponsable. También es importante entender qué significa la soberanía alimentaria y las amenazas que ya recaen sobre ella.

Hay que dar la vuelta a las categorías adelantado y atrasado, pues desde el punto de vista de la sostenibilidad una buena parte de lo que se considera adelantado no es otra cosa que saqueo e ineficiencia energética. Puede ser muy útil el concepto de deuda ecológica y deuda de cuidados y trabajo para entender las relaciones norte-sur.

Habrá que estudiar una historia del territorio local y global en la que aparezcan sus transformaciones físicas y biológicas, sus causas y sus consecuencias. Son muy clarificadores los mapas y fotografías que muestran la transformación del territorio.

Se hace necesario replantear el concepto de trabajo e introducir matices como trabajo monetarizado y no monetarizado, trabajo dentro de casa y trabajo fuera de casa, trabajo útil y trabajo inútil, trabajo para la sostenibilidad y trabajo contra la sostenibilidad.

Hay que visibilizar el papel de las mujeres y su contribución a la cultura, a la historia y al mantenimiento de la vida. Una relectura de la sostenibilidad con enfoque de género podría resultar muy reveladora y ayudar a la revisión de valores dominantes insostenibles.

La lista de asuntos a revisar, visibilizar o incorporar podría seguir. En cualquier caso, más que de la incorporación de una frase en un tema, se trata de un cambio de paradigma que reflexione sobre las causas y efectos de la intervención humana en el planeta y coloque el equilibrio y mantenimiento de la vida en sus diferentes formas como criterio central del aprendizaje en las escuelas [5].

Es evidente que no basta con cambiar las categorías mentales para mirar la realidad. Es necesario aprender a actuar y a vivir equitativamente y en paz con el planeta.

Notas

[1] Anexo II ESO. Educación para la ciudadanía. Contenidos. Bloque 4

[2] Anexo II ESO Criterios de Evaluación del Primer curso de Ciencias de la Naturaleza

[3] Anexo II Educación para la ciudadanía y los derechos humanos, cursos 1º a 3º Bloque 5

[4] Anexo II de Educación primaria, en los criterios de evaluación del Primer Ciclo del Área de Conocimiento del medio natural, social y cultural

[5] El Ministerio de Educación asumió algunas propuestas de Ecologistas en Acción en el currículum de Bachillerato, pero no las suficientes como para un cambio de paradigma.