Si visitamos el barranco de la Barbiguera, a la altura del puente que cruza la carretera nacional 340a, nos encontraremos con una imagen curiosa. No sólo nos encontramos con los típicos residuos sólidos que aparecen después de las lluvias torrenciales, como plásticos, latas, electrodomésticos, hierros, etc. sino unas curiosas paredes con estratos de diferentes colores y formas.

Las fuertes aguas torrenciales de estas últimas lluvias han erosionado profundamente este cauce del que han aflorado las rocas naturales del fondo del barranco. A su alrededor aparecen márgenes de tierra y arenas de colores depositadas en forma de estratos que revelan antiguos vertidos de purines, barros, lodos y residuos que colmataron el barranco en una extensa franja de más 30 m de ancho por 1,5 m de profundidad y más de 400 m de largo.

Miles de metros cúbicos de residuos que se han ido estratificando caprichosamente a lo largo de los años y que modificaron las características de este cauce y su aforo. Allí encontramos de todo, desde residuos orgánicos e inorgánicos de origen industrial, residuos orgánicos de origen urbanos y hasta todo tipo de residuos sólidos (hierros, vidrios, latas, etc.), incluidos algunos peligrosos, como la uralita. Un antiguo historial de vertidos que el tiempo ha consolidado y del que nadie hizo nada para pararlos.

Dichos vertidos se pudieron reralizar porque existían industrias próximas, por la existencia de fácil acceso desde la carretera, lo que facilitó la entrada de todo tipo de vehículos para deshacerse de todo tipo de residuos y por la total permisividad por parte de las administraciones competentes. Desgraciadamente, en pleno siglo XXI, los barrancos siguen siendo los auténticos vertederos, donde la facilidad de acceso y la ausencia de vigilancia determinan la presencia o ausencia de vertidos.

A pesar de todo, la naturaleza los ha integrado en el paisaje y en la actualidad estas paredes de residuos constituyen el hábitat de aves y mamíferos diversos, como nidos de abejarucos, madrigueras de conejos y otros mamíferos, etc.

Al no saber sobre la naturaleza y peligrosidad de lo allí depositado, nos alarma suponer que los materiales se van erosionando en cada riada y son arrastrados hasta el mar, contaminando las playas cercanas, afectando a la calidad de las aguas y su biodiversidad, y pudiendo repercutir sobre la salud de la ciudadanía, que cada año utiliza muchas de las playas que hoy en día ostentan distintivos de calidad (banderas azules, ISO 14.000, etc). No sabemos cuando se realizaron estos vertidos ni cuanto tiempo hace que se están arrastrando y diluyendo todos estos contaminantes en aguas de las playas próximas al barranco de la Barbiguera, ni sus efectos,  pero parece mentira que no se hagan más controles y vigilancia en nuestras playas, aguas de baño y cauces hidráulicos. Las administraciones competentes deberían evitar estas situaciones y sancionar a sus responsables. Antiguamente nuestra legislación ambiental era laxa pero actualmente es del todo inexplicable, además de irresponsable e incívico que se continúe echando de todo por los ríos y barrancos de nuestro término municipal u otros lugares similares.

Desde APNAL-Ecologistas en Acción hemos denunciado estos vertidos para que se investiguen, se analice su peligrosidad, se buscan soluciones en los residuos depositados y se eviten los daños al medio ambiente, a la biodiversidad y a la salud de los ciudadanos/as.