Una tarifa social como respuesta ante la pobreza energética. Parte 2: La tarifa social térmica

El acceso a la vivienda digna es un eje fundamental para consolidar las condiciones de vida de todas las personas. Es el refugio ante las inclemencias climáticas y uno de los espacios en el que la población permanece más tiempo. Asegurar las condiciones de confort térmico en la vivienda y disminuir la prevalencia de sustancias nocivas para la salud en este espacio conlleva un mayor bienestar social y menor prevalencia de enfermedades asociadas. Está directamente vinculado con una mayor calidad y una mayor esperanza de vida.

Se dispone de multitud de escenarios con base científica que muestran que es posible el camino hacia un suministro de calor totalmente renovable para todo el parque de edificios residenciales en 2040, combinando eficiencia y renovables. La reducción de la demanda de energía mediante medidas de ahorro y eficiencia energética es el primer paso para garantizar que el sector de la edificación contribuya a alcanzar los objetivos climáticos en consonancia con el Acuerdo de París.

Paralelamente, es indispensable un cambio hacia un suministro de calor 100% renovable. Tenemos que transformar las casas europeas en las que viven, estudian y trabajan más de 450 millones de personas en edificios sostenibles y respetuosos con el clima que tengan un impacto positivo en la vida cotidiana de las personas, para hacerlas más cómodas, seguras y saludables. Se estima que en Europa el 40% de la energía se consume en edificios y en el estado español se estima en un 30%, mientras que a nivel residencial (hogares) es el 15% de la energía total consumida. La integración de sistemas térmicos renovables, el ahorro de energía y la mejora de la eficiencia en las viviendas tienen un enorme potencial para aliviar los efectos de la pobreza energética, así como para aumentar la independencia energética y una mayor resistencia a las subidas de los precios de los combustibles fósiles.

Las soluciones de calefacción renovable ya están aquí, son fiables y tienen la capacidad de adaptarse al contexto nacional y local. Benefician a las comunidades energéticas, promueven la autosuficiencia y desmontan el mito de que el gas fósil es necesario como combustible de transición y el hidrógeno como falsa solución para la descarbonización de la calefacción a largo plazo.

Los gobiernos tienen que fomentar este cambio a través de la legislación y garantizar la financiación para acelerar el proceso. Al mismo tiempo, tienen que asegurarse de que la transición sea inclusiva y aporte beneficios a todas las personas.

Con este fin, Ecologistas en Acción plantea «La tarifa social térmica» que es la segunda parte del informe «Una tarifa social como respuesta ante la pobreza energética», publicado en 2021. El objetivo de estos dos documentos es plantear horizontes y soluciones en los que se contemple la necesidad de una transición energética que ponga en el centro a las personas para asegurarnos que todas ellas tengan acceso a una energía que les aporte salud y dignidad dentro de los límites planetarios y, al mismo tiempo, las convierta en un sujeto activo de la propia transformación ecosocial.