Ecologistas en acción, junto a Burgos con Bici y Andando Burgos, muestran su decepción sobre el enfoque de las jornadas.

La Semana Europea de la Movilidad es una campaña de la Comisión Europea que desde hace 20 años busca concienciar a la sociedad de que hay otras formas de desplazarse de manera cotidiana alternativas al coche privado. El foco se pone en la movilidad activa (como caminar o andar en bicicleta) además del uso del transporte colectivo (como el autobús). Y los beneficios son de sobra conocidos: mejora la salud, la economía doméstica, hay menores tasas de contaminación y propicia una mayor cohesión social. Este año, además, potenciar estas alternativas tenían más que nunca una dimensión estratégica: Europa es absolutamente dependiente de combustibles fósiles importados.

Por primera vez en Burgos la Semana Europea de la Movilidad se había organizado con suficiente antelación, lo que hacía albergar grandes expectativas ante un aspecto clave para las ciudades del siglo XXI. Nada más lejos de la realidad: a pesar de que la campaña en el resto del continente daba comienzo el día 16 de septiembre, los actos en Burgos han quedado reducidos a solamente el fin de semana posterior a su finalización oficial: poco se puede incidir en la movilidad cotidiana si se proponen medidas solo para días no laborables.

Pero el principal fallo quizá ha sido que las actividades poco tienen que ver con la movilidad sostenible y mucho con actos lúdicos y comerciales: magia, zumba, conciertos, exposiciones de coches y hasta reciclaje tienen más peso que la peatonalidad, la ciclabilidad y el transporte público. Algo debía intuirse cuando desde la concejalía de Movilidad ya se daban anuncios previos que iban totalmente en contra de la finalidad de la Semana Europea de la Movilidad, como es la extensión de los regresivos Kiss&Go.

Esta Semana se ha convertido en una evidencia más de la desconexión institucional del Ayuntamiento de Burgos con sus compromisos en movilidad. El órgano más importante que la ciudad tendría en este sentido, el Consejo Sectorial de Movilidad, está en vía muerta y los colectivos que llevan años trabajando por una movilidad sostenible en Burgos conocen los proyectos del Ayuntamiento a través de la prensa, sin que éstos tengan ya capacidad de maniobra para proponer mejoras. El nuevo Plan de Movilidad Urbana Sostenible es un ejemplo de ello, en el que ninguna de las principales reclamaciones realizadas por los colectivos ha sido incluida.

Falta una visión y coordinación global de la movilidad en la ciudad. Un impulso decidido que plantee lo necesario para un cambio modal y genere una ciudad planificada, sostenible y segura. Los vecinos del mañana se lo agradeceremos.