• Ecologistas en Acción viste la Torre de la Calahorra con una gran pancarta que enuncia Sin Agua No Hay Vida.
  • La organización ecologista, que celebra estos días su vigésimo cuarta Asamblea Confederal en Córdoba, reclama una gestión del agua justa y sostenible en la ciudad.
  • Como cierre de este encuentro, al que han acudido representantes de los grupos locales de la confederación ecologista, hoy por la tarde se proyectará el documental Alegría, que rememora el desastre del Prestige, ocurrido hace veinte años.

 

Hoy, domingo 4 de diciembre, ha tenido lugar una gran movilización en las calles de Córdoba para reivindicar una gestión del agua más justa y sostenible. La convocatoria, enmarcada dentro del programa de la vigésimo cuarta Asamblea Confederal de Ecologistas en Acción, ha terminado con el despliegue de una pancarta de 21 metros cuadrados. El lema Sin Agua No Hay Vida ha vestido de verde la cara principal de la Torre de la Calahorra, justo a orillas del río Guadalquivir.

La manifestación, convocada por Amnistía Internacional, Cristianas por el Clima, Ecologistas en Acción, Juventud por el Clima y Paz con Dignidad, ha salido a las 11.30 horas desde la Delegación de Gobierno de la Junta de Andalucía hasta el simbólico puente romano de la ciudad. En el punto final del recorrido, se ha procedido a la lectura de un manifiesto en defensa del agua como recurso indispensable para la vida, donde se han recogido las demandas cantadas por la mañana al paso de la multitudinaria manifestación.

Entre las demandas ciudadanas destacan: asegurar el abastecimiento de agua para la población, la adaptación de zonas verdes con variedades vegetales más resistentes a periodos de sequía, la renaturalización de cauces urbanos, el control de los pozos ilegales o la recuperación de acequias y fuentes históricas, entre otras.

Ecologistas en Acción ha recordado que el agua es un patrimonio natural y un recurso estratégico que sostiene la vida en todas sus formas. Es un recurso natural cada vez más escaso que adquiere mayor relevancia en territorios como Andalucía, donde el clima se caracteriza por la escasez e irregularidad de sus precipitaciones. Este recurso tan preciado se ve gravemente amenazado por el cambio climático, la erosión, la contaminación y la propia planificación hidrológica.

Por todo ello, el movimiento ecologista ha llamado a la responsabilidad de gobiernos y administraciones, “para exigir que asuman de una vez por todas una nueva política hídrica, en la que se priorice la gestión ecológica de la demanda y no el aumento de la oferta para la producción descontrolada”.

 

Tres días para avanzar en ecologismo social

La acción de esta mañana ha sido uno de los últimos actos que Ecologistas en Acción tiene programado para celebrar su vigésimo cuarta Asamblea Confederal, que se ha celebrado en el Jardín Botánico de la ciudad cordobesa. Esta tarde la asamblea se trasladará al Centro Social Rey Heredia, donde tendrán lugar una serie de talleres sobre campañas que lleva a cabo la organización así como un encuentro juvenil.

Para clausurar la asamblea, a las 18:30 horas, se proyectará el documental Alegría en conmemoración del vigésimo aniversario del desastre ecológico provocado por el hundimiento del petrolero Prestige.

En el encuentro ecologista, que se inauguró el viernes por la tarde con la mesa redonda La pérdida de biodiversidad: una crisis transversal, han participado más de 200 personas de todos los territorios del Estado español. Representan a los 200 grupos locales y 16 federaciones territoriales de la organización ecologista.

La asamblea de Córdoba ha servido para desarrollar las reuniones anuales de las Áreas de Acción, donde se ha evaluado el trabajo realizado en 2022 y se han desarrollado los objetivos para el siguiente año. Además, ha tenido lugar un plenario donde, entre otras cosas, se ha informado sobre algunos procesos internos en marcha (como la estrategia de cuidados, el impulso de la sección juvenil y la articulación territorial), se han aprobado los presupuestos anuales y se ha aprobado el posicionamiento sobre la eólica marina.

El fin de semana también ha dado lugar a la distensión, el ocio y el encuentro. La jornada de trabajo del sábado terminó con una celebración en el Ambigú del Teatro de la Axerquía, amenizada con los conciertos de Los Tabernícolas y Sarabanda. Una cita a la que estaban invitadas las activistas ecologistas pero también público general de la ciudad de Córdoba.

Sara Acuña, coordinadora de Ecologistas en Acción, ha declarado: “Estamos muy satisfechas con el resultado de esta asamblea en Córdoba. Nos ha servido para sacar mucho trabajo adelante, evaluar el año que está terminando y trazar estrategias de cara a 2023. Pero también estamos muy contentas porque nos hemos vuelto a juntar, un año más, para disfrutar juntas y comprobar que Ecologistas en Acción estamos en plena forma. En momentos de crisis ecosocial como la que estamos viviendo, el apoyo mutuo, la cooperación y las relaciones de amistad y compañerismo son clave para poder construir alternativas”.

 

Manifiesto

El agua es un bien esencial para el desarrollo de la actividad humana, un recurso natural indispensable para la vida, sin ella el medio ambiente en que vivimos se deterioraría de forma irreversible. El agua juega un papel esencial en las actividades del Planeta desde tiempos muy remotos, aunque no se le conceda la importancia que realmente tiene.

El agua es un patrimonio natural y un recurso estratégico del que dependen las actividades productivas, la calidad de vida de sus habitantes y la supervivencia de ecosistemas de gran valor ecológico. Es un recurso natural cada día más escaso que adquiere mayor relevancia en territorios como el andaluz por estar sujetos a un clima caracterizado por la irregularidad de las precipitaciones.

El agua, en su doble acepción, la de patrimonio natural y la de recurso natural productivo, se ve amenazada por el cambio climático, la erosión, la contaminación, una inadecuada política de gestión y por la propia planificación hidrológica.

Estamos inmersos en un nuevo ciclo de planificación hidrológica, estando a punto de aprobarse los nuevos planes que estarán en vigor hasta el año 2027, último horizonte temporal para la consecución del buen estado ecológico de nuestras masas de agua. La planificación hidrológica tiene como objetivos generales conseguir el buen estado y la adecuada protección del dominio público hidráulico y de las aguas, la satisfacción de las demandas de agua, el equilibrio y armonización del desarrollo regional y sectorial, incrementando las disponibilidades del recurso, protegiendo su calidad, economizando su empleo y racionalizando sus usos en armonía con el medio ambiente y los demás recursos naturales. Asimismo, la planificación hidrológica debe contribuir a paliar los efectos de las inundaciones y sequías.

Sin embargo, los planes informados recientemente en el Consejo Nacional del Agua mantienen una política desarrollista e insostenible al incluir nuevas infraestructuras (embalses, canales,…) que no cumplen con el principio de no deterioro previsto en la Directiva Marco del Agua (DMA), que carecen de utilidad y que tampoco están debidamente justificadas. Es más, actualmente no se están dando los pasos necesarios para alinear la actuación de la Administración hidrológica española con la política europea de aguas, sino que se apuesta por la vieja planificación anterior a la DMA. El regadío, el mayor consumidor del recurso, seguirá ejerciendo su presión sobre las reservas de agua, mientras que la Administración responsable lo fía todo a que llueva y los embalses se recuperen y así mantener y aumentar su altísimo nivel de riego actual.

También se sigue apostando por el aumento de la superficie regada mediante el incentivo al cambio de cultivo que está expandiendo los cultivos leñosos intensivos, que está posibilitando la entrada de capital financiero y especulativo que provoca una competencia desleal con el modelo tradicional (en secano) y que está poniendo en riesgo la sostenibilidad del resto de cultivos.

O la modernización de regadíos como medida que cuenta con importantes inversiones en todas las cuencas y que lejos de ahorrar agua para adaptarnos al cambio climático, está posibilitando el aumento de la superficie de riego y el de la producción de cultivos, como cultivos dobles y más intensivos en agua, lo que paradójicamente se convierte en un mayor consumo. La modernización de regadíos constituye una clara amenaza para los regadíos históricos, un agropaisaje de gran valor en el contexto europeo.

En términos de consumo bruto en España, el sector agrario es el gran consumidor del recurso con más del 85% del total. Existen unos 4 millones de hectáreas de regadío, sin contar los ilegales abastecidos, en su mayoría de pozos sin concesión administrativa, de los que se extraen millones de metros cúbicos anuales y cuyo número se desconoce. La región donde más ha aumentado el regadío en los últimos 20 años ha sido Castilla-La Mancha (46%), seguida de Andalucía (38%) y de Extremadura (27%). Además, esta tendencia continua y se acentúa.

En contraste con estos datos, los recursos hídricos disponibles en nuestro país se han visto mermados en los últimos 30 años del orden de un 20%, mayormente como consecuencia de la subida de las temperaturas y un mayor evaporación y evapotranspiración a causa del cambio climático.

Ecologistas en Acción considera que la clave del problema, aunque evidentemente no el único, es la expansión descontrolada de la superficie de regadío a lo largo de los últimos 25 años. Mientras no se aborde en la planificación la clave de este problema de demanda de los sectores productivos, no se va a cumplir con la exigencia ambiental que marca la DMA. El déficit es estructural, ocultado por la sobreexplotación generalizada de aguas superficiales y subterráneas. Este es el diagnóstico muy preocupante que hay que explicarle a la ciudadanía.

En España las demandas de agua se sitúan muy por encima de los recursos hídricos renovables, que están poniendo en situación límite el abastecimiento a poblaciones no conectadas a grandes sistemas supramunicipales de gestión; a la ganadería extensiva y a la agricultura tradicional y familiar. Hay miles de ciudadanos que sufren cortes de agua varias horas al día, a pesar de que su acceso se considera un derecho humano. Decenas de explotaciones ganaderas en extensivo llevan meses reclamando soluciones a la crítica situación debida a la falta de agua para dar de beber al ganado, lo que ha conllevado la desaparición de muchas de ellas y, con ello, contribuyendo al despoblamiento rural. Por último, organizaciones agrarias como COAG han denunciado recientemente cambios en la planificación hidrológica del Guadalquivir para defender el modelo social y familiar que mantiene vivo el medio rural andaluz frente a la apuesta por modelos que consumen gran cantidad de agua.

La elevada presión de las demandas hídricas en Andalucía, hace inviable reservar agua para abordar futuros ciclos de sequía.

Las previsiones de los expertos de reducción de los recursos a consecuencia del cambio climático establecidas en los planes hidrológicos hacen inevitable una gestión del agua diferente a la llevada a cabo hasta ahora. Las soluciones no pueden pasar por incrementar las obras de regulación ni la ampliación de la superficie regada, sino que, para abordar el escenario de escasez, hay que caminar hacia una transición hídrica justa, reorientando la política de agua hacia un nuevo modelo sostenible en términos sociales y ambientales. Para evitar un colapso hídrico, que de seguir esta deriva parece inevitable, proponemos:

  1. La prevención del deterioro y la recuperación y el mantenimiento del buen estado ecológico de los ríos, humedales, estuarios, aguas costeras y aguas subterráneas es un objetivo inaplazable de la política de aguas
  2. Es clave y urgente garantizar el equilibrio entre las demandas y los consumos en base a los recursos realmente disponibles y su evolución en el tiempo. Es necesario asumir los límites actuales de cada demarcación hidrográfica y prever la reducción de aportaciones que ya está ocasionando el cambio climático. Eliminar la construcción de nuevas infraestructuras para almacenar agua debido a su alto coste económico, ambiental y social.
  3. La política del agua debe asumir como eje central el Derecho Humano al Agua potable y la gestión pública frente a los problemas de pobreza hídrica y privatización de servicios públicos.
  4. Es necesario redefinir el papel y la dimensión del regadío. El agua para la agricultura debe redistribuirse con criterios sociales, debe priorizar el apoyo a las pequeñas y medianas explotaciones profesionales frente a modelos de producción intensiva basada en cultivos altamente consumidores de agua y otros recursos. Igualmente, la necesaria adaptación del sector a los efectos del cambio climático requiere el desarrollo de modelos de agricultura de baja huella hídrica y la evolución hacia sistemas de producción ecológicos.
  5. La revisión de los regadíos existentes y la reducción progresiva de la superficie actual en aquellos donde el consumo, una vez excluidos los usos ambientales, supere los recursos renovables, hasta recuperar un cierto reequilibrio hídrico.
  6. Ejecutar las actuaciones de saneamiento y depuración pendientes para lograr el vertido cero y así evitar nuevos procedimientos de infracción de la Comisión Europea, especialmente acometer obras en las aglomeraciones de pequeño tamaño. Nuevas depuradoras, ampliaciones, reparaciones y/o mejoras de las actuales con el objetivo de implantar sistemas terciarios que eliminen la carga orgánica residual y aquellas otras sustancias contaminantes no eliminadas en los tratamientos secundarios como por ejemplo el nitrógeno y el fósforo. Incorporar los principios de economía circular en los tratamientos terciarios para convertir las EDAR en biofactorías, es decir, infraestructuras que reutilicen el agua para los usos previstos en la normativa correspondiente, que produzcan biogás para secar los lodos y cogeneración.
  7. Mejorar el régimen de caudales ecológicos en todas las masas de agua tipo río de cuenca, incrementando los valores de caudales mínimos para mejorar la resiliencia de los ecosistemas fluviales frente al cambio climático
  8. Es imprescindible construir un Pacto Social del Agua, que asuma y promueva un modelo de participación activa, justa, diversa, comprometida y equilibrada, en el que puedan intervenir todos los actores socio-económicos y ciudadanos en igualdad de condiciones y donde la protección del recurso sea la base de una nueva política de aguas.
  9. Es necesario desarrollar el proceso de pedagogía social efectiva que exige la transformación de los actuales modelos sociales y de pensamiento. Un proceso necesario para facilitar el consenso que requiere afrontar los impactos del cambio climático y los enormes retos de una transición hidrológica, ambiental y socialmente justa. Es necesario entender y asumir que esta tarea choca con inercias culturales, sociales y políticas muy poderosas.

Desde el movimiento ecologista hacemos un llamamiento a la responsabilidad de nuestros políticos y exigimos que asuman una nueva política hídrica, priorizando la gestión ecológica de la demanda y no el aumento de la oferta. Se debería desarrollar una política del agua planificada desde las disponibilidades hídricas y los condicionantes ambientales, justo lo contrario que las propuestas hidroilógicas de la nueva planificación estatal.