Ecologistas en Acción y otras organizaciones relacionadas con la agroecología advierten sobre la toxicidad del herbicida más usado en todo el mundo.

Un engaño al descubierto

El glifosato es el “principio activo” del RoundUp, el herbicida más usado en todo el mundo y propiedad de la conocida multinacional Monsanto. En el Estado español se ha promovido como “herbicida benigno” pero su afección al medio y los seres vivos puede ser muy grave, algo preocupante porque su uso está generalizado en sistemas agrarios emblemáticos como el olivar andaluz, el cítrico valenciano, acequias de riego y otros cultivos extendidos por toda la Península, y también en patios escolares y jardines públicos.

Varios son los estudios que muestran la toxicidad del glifosato, los más recientes publicados el año pasado por el profesor Séralini, demostrando que tanto los líquidos (por ejemplo el agua del grifo contaminada con RoundUp) como alimentos derivados de plantas rociadas por dicho herbicida son tóxicos.

Pero la nueva alarma surge de un reciente estudio de la Universidad de Caen, Francia y publicado por la revista científica “Toxicology” (i), donde prueban a través del estudio de nueve herbicidas que contienen glifosato (incluyendo el RoundUp de Monsanto), la alta toxicidad de un componente llamado POE-15 (tallowamina polietoxilada).

Aunque es frecuente que en las etiquetas de los herbicidas no mencionen la presencia de componentes adicionales como el POE-15, estos son fundamentales en su función de ‘coadyuvantes» y permiten estabilizar el glifosato y su penetración en el tejido de la planta al disolver la superficie encerada de las plantas y las membranas de las células vivas. Por lo tanto, dichas “formulaciones” pueden afectar a todas las células vivas, incluyendo las humanas. Es inadmisible que la composición exacta del RoundUp está clasificada como confidencial, igual que es inadmisible que los coadyuvantes son a menudo caracterizados toxicológicamente como “inertes”.

Un cóctel peligroso en nuestros jardines y mesas

El estudio citado ha sido realizado por CRIIGEN, un miembro institucional de la Red Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y Medioambiental (ENSSER, ) (ii), y demuestra una toxicidad adicional en los herbicidas analizados del tipo RoundUp con respecto a la ya conocida toxicidad del glifosato.

Para declarar como seguro el uso comercial de un herbicida tipo RoundUp, tanto las agencias sanitarias y ambientales como las empresas fabricantes de pesticidas, evalúan los efectos de estos herbicidas testando el glifosato puro en los mamíferos pero no los efectos de las “formulaciones”, es decir, los efectos del glifosato potenciado por coadyuvantes como el POE-15.

Como consecuencia, las evaluaciones de control actuales así como el nivel máximo autorizado de residuos en el medio ambiente, alimentos y pienso son a todas luces insuficientes.

El herbicida que acompaña a los cultivos transgénicos

El glifosato en sus diferentes presentaciones, como el preocupante RounUp, se extiende por todo el mundo gracias a los cultivos transgénicos puesto que una de las modificaciones genéticas más extendidas en las plantas transgénicas es precisamente ‘convetirlas» en tolerantes a este herbicida. Así, al fumigar un campo con glifosato toda planta muere excepto las transgénicas.

Los estudios mencionados sobre la toxicidad del glifosato y sus coadyuvantes llegan en un momento crítico para la población europea puesto que en estos momentos en la UE se están debatiendo la autorización de nuevos cultivos transgénicos resistentes al glifosato (iii). Las organizaciones firmantes exigimos que dichos estudios se tengan bien presentes.

Procesos insuficientes

No sólo se deben cuestionar las autorizaciones de herbicidas como el Roundup o los cultivos transgénicos que necesitan de su aplicación, sino que los propios métodos y procedimientos de evaluación y autorización deben revisarse por completo. Esta revisión debe llevarse a cabo de una forma transparente que incluya las distintas posiciones de la comunidad científica. Los paneles y las agencias encargadas de la evaluación del riesgo de estos productos se han basado, hasta la fecha, en las conclusiones de Monsanto en lo que se refiere a su seguridad. Dichas decisiones deben ser rebatidas por su laxitud y por las prácticas secretistas que evitan evaluaciones completas y transparentes. El acceso a toda la información sobre los efectos de los herbicidas en la salud debe estar garantizado por ley.

Las organizaciones firmantes hacemos un llamamiento a la revisión del proceso de aprobación de plaguicidas que incluya la evaluación de toxicidad a largo plazo de su formulación completa, tal y como se venden en el mercado y se utilizan en el medio ambiente.

Ponemos además en cuestión un modelo de producción regido por intereses exclusivamente corporativos y económicos y que no se enfocan a garantizar un derecho humano básico como es el derecho a una alimentación sana y suficiente.

Frente a esta realidad está en peligro el modelo según el cual millones de campesinos y campesinas en el mundo producen alimentos para la mayoría de la población, de manera sana y respetuosa con su entorno y el resto de seres vivos. El máximo relator de Naciones Unidas para este derecho, Olivier de Schutter (iv) afirma que la agroecología es un modo de desarrollo agrícola que ha demostrado que da resultados para avanzar rápidamente hacia la concreción de ese derecho humano. Este modelo agroecológico es incompatible con herbicidas y transgénicos.

Organizaciones firmantes:

- Amigos de la Tierra
- Alianza por la Soberanía Alimentaria Córdoba (ASACO)
- Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU)
- Ecologistas en Acción
- Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC)
- Observatorio de Soberanía Alimentaria y Agroecología Emergente (OSALA)
- Perifèries
- Plataforma per la Sobirania Alimentària del País Valencià
- Plataforma Rural
- Red de Semillas
- Revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas
- Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE)
- Som lo que Sembrem